Kyungsoo

243 37 4
                                    

Mi teléfono maúlla justo después de medianoche, pero no estoy dormido.

De hecho, ni siquiera me he puesto el pijama. Un segundo después de entrar en casa, cogí la guitarra y me puse a trabajar otra vez.

Ahora que Mark ha saboteado mi vida de forma egoísta y vengativa, cosas como «dormir», o «relajarse», o «no entrar en pánico», han dejado de existir.

Durante el próximo mes, se podría decir que estaré empanado y aturdido de tanto trabajo, a menos que por arte de magia encuentre una manera de hacer malabares con la uni, el trabajo, JongIn y cantar; todo sin sufrir una crisis nerviosa.

Dejo la acústica y miro la pantalla. Es JongIn.

Él: No puedo dormir. Despierto?

Yo: ¿Es esto la típica llamada de madrugada para… ya sabes?

Él: No. Quieres q lo sea?

Yo: No. Estoy ensayando. Superestresado.

Él: Razón d más para q esto sea una llamada de esas.

Yo: Te vas a quedar con las ganas, tronco. Por q no puedes dormir?

Él: M duele todo el cuerpo.

Un sentimiento de compasión revolotea por mi vientre. JongIn llamó antes para decir que habían perdido el partido y que, al parecer, se había llevado unos cuantos golpes. La última vez que hablamos, seguía poniéndose hielo por todo el torso.

Me da demasiada pereza seguir escribiendo, así que marco su número; responde a la primera.

Su voz ronca se cuela en mi oído.

—Ey.

—Ey. —Me recuesto sobre la almohada—. Siento no poder ir a besar todas tus pupitas; estoy trabajando en la canción.

—No pasa nada. Solo hay una pupita que quiero que beses y pareces demasiado ocupado para eso. —Hace una pausa—. Estoy hablando de mi polla, por cierto.

Suelto una carcajada.

—Sí. Lo había pillado. No hacía falta aclararlo.

—¿Has decidido qué canción vas a cantar?

—Creo que sí. La que canté para ti el mes pasado cuando estábamos estudiando. ¿La recuerdas?

—Sí. Era triste.

—Que sea triste es positivo. Supone un golpe emocional más potente.

—Dudo antes de decir—: Olvidé preguntarte una cosa antes. ¿Fue tu padre al partido?

Una pausa.

—Nunca se pierde uno.

—¿Ha sacado otra vez lo de Acción de Gracias?

—No, gracias a Dios. Ni siquiera me mira cuando perdemos, así que no esperaba que tuviera el día hablador. —La voz de JongIn está llena de amargura; le oigo aclararse la garganta—. Pon el manos libres. Quiero escucharte cantar.

Mi corazón se contrae por la emoción, pero trato de ocultarlo forzando un tono casual.

—¿Quieres que te cante una nana? Qué adorable…

Él se ríe.

—Siento como si un camión me hubiese pasado por encima. Necesito una distracción.

—Está bien. —Aprieto el botón del altavoz y cojo mi guitarra—. No dudes en colgar si te aburres.

—Peque, podría contemplarte mientras miras cómo se seca la pintura de una pared y no me parecería aburrido.

Kim JongIn, mi adulador personal.

Coloco la acústica en mi regazo y empiezo a cantar la canción desde el principio. La puerta de mi cuarto está cerrada, y aunque las paredes del dormitorio son finas como el papel, no me preocupa despertar a Baek.

En cuanto Fiona me dijo lo del dueto, lo primero que hice fue darle a Baek un par de tapones para los oídos y advertirle que iba a estar cantando a altas horas de la madrugada hasta el día del concierto.

Es extraño, pero no estoy enfadado. Estoy ALIVIADO. Mark había convertido nuestro dueto en un rollo ostentoso y jazz hands que desprecio.

Y si bien es cierto que que te echen cabrea muchísimo, he decidido que estoy mejor así, sin tener que cantar con él.

Canto el tema tres veces, hasta que mi voz se pone demasiado ronca y tengo que parar para darle un trago a la botella de agua que hay en mi mesita de noche.

—Todavía ando por aquí, ¿sabes?

La voz de JongIn me sobresalta. A continuación me río, porque, honestamente, había olvidado que estaba al teléfono.

—No te he hecho quedarte dormido, ¿eh? No sé si debo sentirme halagado o insultado.

—Halagado. Tu voz me da escalofríos. Hace que sea imposible conciliar el sueño.

Sonrío, aunque no puede verme.

—Tengo que pensar qué hacer con ese último estribillo. ¿Acabo arriba o abajo en la última nota? ¡Oh! Tal vez debería cambiar la parte central también. ¿Sabes qué? Acabo de tener una idea. Te voy a colgar para resolver esto y tú tienes que dormir. Buenas noches, tronco.

—Soosie, espera —dice antes de que pueda colgar.

Quito el manos libres y llevo el móvil a mi oído.

—¿Qué pasa?

Me contesta la pausa más larga de la historia.

—¿JongIn? ¿Sigues ahí?

—Eh, sí. Perdona. Aquí sigo. —Una respiración pesada reverbera a través de la línea—. ¿Quieres venir a mi casa en Acción de Gracias?

Me quedo congelado.

—¿Hablas en serio?

Otra pausa; incluso más larga que la primera. Casi creo que va a echarse atrás con la invitación. Y no creo que me molestara mucho si lo hiciese.

Sabiendo lo que sé sobre el padre de JongIn, no estoy seguro de poder sentarme en una mesa a cenar con ese hombre sin llegar a estrangularlo.

¿Qué clase de hombre le da palizas a su propio hijo? Su hijo de ¡doce años!

—No puedo volver allí solo, Kyungsoo. ¿Vendrás?

Su voz se rompe en esas últimas palabras, y lo mismo ocurre con mi corazón. Dejo escapar un suspiro tembloroso y le digo:

—Por supuesto que iré.

💋

Nos leemos mañana.

Enamorarse no es opción (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora