Kyungsoo 3/4

252 51 7
                                    

Me despierto en brazos de Kim JongIn por segunda vez en dos semanas. Pero esta vez…, esta vez quiero estar ahí.
Ayer por la noche sucedieron una serie de experiencias reveladoras.
Bebí en público sin tener un ataque de pánico. Me vi obligado a aceptar que la violación me ha jodido mucho más de lo que me permito admitir.
Y decidí que JongIn  es la respuesta a todos mis problemas.
Mi intento de seducción puede haber fallado, pero no fue por falta de deseo por parte de JongIn. Sé exactamente lo que le pasó por la cabeza: «Kyungsoo está borracho y no está pensando con claridad».
Pero se equivoca.
Mi cerebro estaba absolutamente despejado. Besé a JongIn porque quería hacerlo. Me habría acostado con él porque quería hacerlo.
Ahora, a la luz del día, sigo queriendo. Ver a Sehun me dejó con una sensación de miedo e incertidumbre. Me hizo cuestionarme qué pasaría si empiezo una relación con Yeol. Me hizo preguntarme si eso no abriría una puerta a más frustración y decepción en mi vida.
Sé que suena a una locura, pero un test con JongIn podría ser justo lo que necesito para resolver mis problemas. Él mismo lo dijo: no sale con chicas o donceles, se acuesta con ellos. No hay riesgo de que se enamore de mí o de que me exija una relación. Y no es que no haya química entre nosotros.
Hay tanta que podríamos perfectamente servir de inspiración para una canción de R & B.
Sería un plan perfecto: yo podría acostarme con un chico sin sentirme ahogado por la presión de estar en una relación. Con Sehun, mis problemas sexuales se hicieron cien veces peor justo por esa presión, porque la parte del sexo estaba entremezclada con la parte del amor.
Con JongIn, puede ser solo sexo. Puedo intentar juntar de nuevo las piezas de mi sexualidad sin preocuparme de poder decepcionar a alguien a quien quiero.
Pero primero, necesito que esté de acuerdo con el plan.
—JongIn —murmuro.
Él no se mueve.
Yo me arrimo a su cuerpo aún más y le acaricio la mejilla. Sus párpados se mueven, pero no se despierta.
—JongIn—digo de nuevo.
—¿Mmmmfhrhghd?
Sus galimatías me hacen sonreír. Me inclino sobre él y presiono mis labios contra los suyos.
Sus ojos se abren.
—Buenos días —digo con inocencia.
Parpadea rápidamente.
—¿Acabo de soñarlo o acabas de darme un beso? —pregunta aturdido.
—No lo has soñado.
La confusión empaña sus ojos, pero cada vez va estando más alerta.
—¿Por qué?
—Porque me apetece. —Me siento y cojo aire—. ¿Estás cien por cien despierto? Porque hay algo muy importante que tengo que preguntarte.
Un enorme bostezo eclipsa su rostro mientras se coloca en posición vertical. El edredón cae hasta la cintura, su pecho desnudo aparece y mi boca se seca de inmediato. Su pecho está esculpido como un diamante.
Bordes angulosos, piel brillante y masculinidad pura.
—¿Qué pasa? —dice con voz ronca medio dormida.
No existe manera en el mundo de expresar lo que voy a decir sin parecer desesperado y patético, así que simplemente dejo escapar las palabras para que se queden colgando en el aire.
—¿Te quieres acostar conmigo?
Después de la pausa más larga que uno se pueda imaginar, JongIn arruga la frente.
—¿Ahora?
A pesar de que la vergüenza me estruja el estómago, no puedo parar la risa que me sale.
—Mmm, no. Ahora no. —Llámame superficial, pero me niego a mantener relaciones sexuales con alguien si tengo aliento mañanero, la mente poco despejada y no me he depilado las zonas oportunas—. Pero, ¿tal vez esta noche? La expresión de JongIn es como La rueda de la fortuna en pleno giro; pasa de estado de shock a incredulidad y después a perplejidad; sigue avanzando a intriga antes de, finalmente, quedarse parada en sospecha.
—Creo que esto podría ser una broma, pero no puedo adivinar qué es lo que pretendes.
—No es una broma. —Le miro fijamente, sin rodeos—. Quiero que te acuestes conmigo. —Oh, vale, eso puede haber sonado un poco raro—. Lo que quiero decir, es que YO quiero acostarme contigo. Quiero que nos acostemos el uno con el otro, vaya.
Sus labios se tensan.
Genial. Está intentando aguantarse la risa.
—¿Todavía estás borracho? —pregunta—. Porque si es así, me comprometo a ser un caballero y no volver a sacar jamás esta
conversación.
—No estoy borracho. Lo digo en serio. —Me encojo de hombros—.
¿Quieres o no?
JongIn me mira fijamente.
—¿Y bien? —le suelto.
Sus cejas oscuras se juntan cuando frunce el ceño. Es bastante obvio que no tiene ni idea de qué hacer con mi pregunta.
—La respuesta es muy simple, JongIn.  ¿Sí o no?
—¿Simple? —estalla—. ¿Me estás tomando el pelo? No hay nada simple en lo que planteas. —Se pasa la mano por el pelo—. ¿Te has olvidado de lo que me dijiste en la fiesta de Beau Maxwell? El beso no significa nada, solo somos amigos, bla, bla, bla.
—Yo no he dicho «bla, bla, bla» —gruño.
—Pero dijiste todo lo demás. —Su mandíbula se tensa—. ¿Qué leches ha cambiado desde entonces?
Yo trago saliva.
—No lo sé. Acabo de cambiar de opinión.
—¿Por qué?
—Porque sí. —El cabreo pellizca mi pecho—. ¿Qué más da? ¿Desde cuándo los chicos interrogan a un doncel sobre sus motivos para querer desnudarse?
—¡Desde que tú no eres el tipo de doncel que se desnuda! —grita.
Aprieto los dientes.
—No soy virgen, JongIn. —Pero tampoco eres un «conejito».
—¿Y eso significa que no se me permite acostarme con un chico que me atrae?
Se pasa ambas manos por el cuero cabelludo; parece igual de irritado que yo. A continuación coge aire, exhala lentamente y me mira a los ojos.
—Muy bien, esta es la cuestión. Te creo cuando dices que te sientes atraído por mí. A ver, por un lado, ¿quién no? Y por otro, gimes como un loco cada vez que te meto la lengua en la boca.
—Yo no hago eso —respondo enfurecido.
—Cada uno lo ve de una manera. —Cruza sus musculosos y pulidos brazos sobre su musculoso y pulido pecho—. Pero no me creo que hayas sufrido una transformación así, mágica, y de repente quieras echarme un polvo solo por el mero placer de hacerlo. Ya sabes, por pasar un buen rato en la cama. —Su cabeza se inclina pensativa—. Venga, dime, ¿por qué?
¿Quieres vengarte de tu ex o algo así? ¿Poner celoso otra vez a Loverboy?
—No —le digo tenso—. Yo solo… —La frustración me golpea—. Yo solo quiero hacerlo, ¿vale? Quiero hacerlo contigo.
Su expresión es una combinación peculiar de diversión y enfado.
—¿Por qué? —pregunta de nuevo.
—Porque QUIERO y ya está, joder. ¿Por qué es necesario que haya alguna razón profunda y filosófica detrás de todo esto? —Pero puedo ver en su cara que no le he convencido, y soy lo suficientemente inteligente como para saber cuándo hay que admitir una derrota—. ¿Sabes qué? Mira, olvídalo. Olvida que te lo he pedido.
Sujeta mi brazo antes de que pueda saltar de la cama.
—¿Qué narices está pasando, Soosie?
La preocupación que veo en sus ojos duele más que su rechazo.
Prácticamente le he suplicado que se acostara conmigo y parece preocupado por mí. Dios, ni siquiera puedo hacerle proposiciones sexuales a un chico de la
manera correcta.
—Olvídalo —murmuro de nuevo.
—No.
Suelto un leve grito cuando de repente tira de mí hacia su regazo.
—No vamos a hablar de esto nunca más —protesto mientras intento escaparme de sus brazos.
Sujeta mi cintura con sus manos para que no me mueva. —Sí que vamos a hablarlo.
Sus ojos se clavan en mi cara, buscando, indagando… Y me aterroriza sentir cómo las lágrimas me irritan los párpados.
—¿Qué pasa? —pregunta con voz ronca—. Dime cuál es el problema e intentaré ayudarte.
Una risita histérica se escapa de mi boca.
—No, ¡no quieres ayudarme! ¡Acabo de pedirte ayuda y me has rechazado!
Ahora parece aún más desconcertado que antes.
—No me has pedido ayuda, Kyungsoo. Me has pedido que te folle.
—Es lo mismo, joder —murmuro.
—Por el amor de Dios, ¡no tengo ni puta idea de lo que estás diciendo!
—Coge aire lentamente como si tratara de calmarse—. Juro por Dios que si no me dices de qué coño estás hablando en los próximos dos segundos, voy a estallar del cabreo.
Una inmensa tristeza se asienta en mi garganta. Ojalá nunca hubiese abierto la boca para proponerle eso. Debería haberme escapado de su habitación mientras dormía y haber fingido que no le había entrado a saco la noche anterior.
Pero entonces JongIn se acerca y me acaricia la mejilla con una ternura infinita y algo dentro de mí se abre de par en par.
Dejo escapar un suspiro tembloroso.
—Estoy roto y quería que me arreglaras.
Abre los ojos, asustado.
—Yo… sigo sin entender.
No mucha gente sabe lo que me pasó. Lo que quiero decir es que no voy por ahí soltándole a la gente que acabo de conocer que me violaron. Para confesar algo tan brutal, tengo que confiar, de verdad, en esa persona.
Si alguien me hubiera dicho hace unas semanas que iba a confiar a Kim JongIn  la experiencia más traumática de mi vida, me habría meado de la risa en los pantalones.
Y ahora, aquí estoy, haciendo precisamente ESO.
—En la fiesta de Beau… te mentí —admito.
Su mano se aparta de mi cara, pero su mirada sigue sin moverse de la mía.
—Vale…
—No drogaron a ninguna amiga en el instituto. —Mi garganta se cierra —. Fue a mí a quien drogaron.
El cuerpo de JongIn se pone rígido.
—¿Qué?
—Cuando yo tenía quince años, un chico que iba a clase conmigo me drogó. —Trago el ácido que cubre mi tráquea—. Y después me violó.
Conmocionado, respira lenta y silenciosamente. Aunque no dice nada,
puedo ver claramente cómo su mandíbula se tensa y la rabia calienta sus ojos.
—Fue… es… bueno, joder, estoy seguro de que te puedes imaginar lo horrible que fue. —Trago de nuevo—. Pero…, por favor, no sientas pena por mí, ¿vale? Fue horrible y aterrador y me destruyó por completo en el momento, pero lo he trabajado y estoy bien. No tengo miedo de los hombres, ni estoy cabreado con el mundo, ni nada de eso JongIn no dice nada, pero su expresión contiene más rabia de la que le he visto nunca.
—Lo he superado. En serio. Pero se rompió algo dentro de mí, ¿vale?
No puedo… no puedo… Ya sabes. —Mis mejillas están tan calientes que me siento como si acabara de tener una insolación.
Por fin, abre la boca. Su voz sale a bajo volumen y distorsionada.
—No, no lo sé.
He llegado ya hasta este punto, así que me obligo a explicarme mejor.
—No puedo tener un orgasmo con un chico.
JongIn traga saliva.
—Oh.
Aprieto los labios, tratando de aplacar la vergüenza que sube por mi garganta.
—Pensé que tal vez si tú y yo… si… ya sabes, nos enrolláramos un poco, podría ser capaz de… no sé… reprogramar mi cuerpo para… eh, ¿responder?
Oh, Dios. Las palabras salen titubeantes de mi boca antes de que mi cerebro pueda revisarlas, y mi cara arde en llamas cuando me doy cuenta de lo lamentable que suena todo. El darme cuenta de que oficialmente he tocado fondo en lo que a humillación se refiere, desata mis lágrimas.
Cuando un sollozo ahogado sale de mi boca, intento de forma frenética escaparme del regazo de JongIn, pero sus brazos me rodean con fuerza.
Enreda una mano en mi pelo y acerca mi cabeza a la suya. Entierro mi cara en su cuello, temblando violentamente mientras las lágrimas se deslizan por mis mejillas en un torrente salado.
—Ey, vamos, no llores —suplica—. Me rompe el puto corazón verte llorar.
Pero yo no puedo parar. Cojo una bocanada de aire y me acurruco en sus brazos; JongIn me acaricia el pelo y emite sonidos roncos y tranquilizadores que solo consiguen hacerme llorar más fuerte.
—Estoy ROTO.
Mi voz se amortigua contra su cuello, pero oigo su voz fuerte y clara cuando dice: —No estás roto, pequeño. Te lo prometo.
—Pues ayúdame a demostrármelo —le susurro—. Por favor.
Él tira suavemente de mi cabeza. Me encuentro con su mirada y no encuentro más que pura emoción y sinceridad.
—Está bien —me susurra. Después deja escapar un largo suspiro tembloroso—. Está bien. Lo haré.

😭 Pobre Kyungie lo que tuvo que pasar.

Gracias por sus estrellitas y comentarios.

Ya casi acabamos el maratón un capítulo más y ya.

Nos leemos en un ratito.

💋

Enamorarse no es opción (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora