Kim JongIn Maratón 2/3

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Beau Maxwell vive fuera del campus con cuatro de sus compañeros de equipo. Su casa está solo a unas pocas manzanas de la mía, pero es muuuuucho más grande, y está llena hasta los topes cuando Kyungsoo y yo entramos por la puerta, como un estadio de hockey en un partido nocturno. Un ensordecedor tema de hip-hop sale de los altavoces, y varios cuerpos sudorosos y calientes nos empujan mientras nos adentramos más y más en la casa. Todo lo que huelo es alcohol, sudor y colonia.

Me doy palmaditas en la espalda a mí mismo por convencer a Kyungsoo de que se cambiara al jersey rojo; le queda de flipar. El material es tan fino que define cada dulce curva de su pecho; y el escote… Ay, Dios.

Varias personas se acercan a saludarme y veo mogollón de miradas curiosas que se dirigen a Kyungsoo. El se mueve inquieto a mi lado; claramente se siente fuera de lugar. Mi pecho se ablanda como la mantequilla cuando veo la mirada de cervatillo en sus ojos.

Le cojo la mano, lo que hace que su mirada vuele hasta la mía con sorpresa.

Llevo mis labios a su oreja y le digo:

—Relax.

Inclinarme hacia el ha sido un gran error, porque huele maravillosamente bien. Es esa familiar fragancia dulce a cereza, mezclada con un leve toque a lavanda y algo único. Se necesita una fuerza de voluntad de caballo para no meter la nariz en su cuello y olisquearlo. O saborearlo con mi lengua. Lamer y besar la carne caliente de su garganta hasta hacerlo gemir.

Joder. Me he metido en un buen lío. No me puedo quitar ese beso de la cabeza. Cada vez que el recuerdo flota en mi cerebro, mi pulso se acelera y mis huevos se tensan, y lo único que quiero hacer es besarlo hasta desgastarlo otra vez.

Sin embargo, este irresistible deseo va acompañado de una sensación de rechazo. Porque, claro, yo he sido el único al que ha afectado ese dichoso beso. Si Kyungsoo hubiera sentido algo, incluso lo más mínimo, no le habría metido la lengua en la garganta a Suho dos segundos más tarde. Suho. Uno de mis mejores amigos.

Pero el no está aquí con Suho esta noche, ¿verdad? No, es mi cita, y estamos aquí para darle celos a otro tío. ¿Por qué no ceder a la tentación?

Esta podría ser la única oportunidad que tenga.

Así que le planto un beso suave en el lateral del cuello antes de susurrar: —Vas a ser el centro de atención esta noche, pequeño. Sonríe y finge que estás disfrutando.

Le robo otro beso, esta vez en el borde de la mandíbula, y se le corta la respiración. Sus ojos se abren y, o es fruto de m imaginación, o he visto un destello de calor en ellos.

Antes de que pueda interpretar lo que estoy viendo, un defensa del equipo nos interrumpe.

—¡JongIn! ¡Qué bueno verte, tronco! —Ollie Jankowitz se mueve con pesadez hacia nosotros y me da un par de golpes en la espalda que provocan que todo mi cuerpo se sacuda. Tiene el tamaño de un gigante.

—Eh, Ollie —digo antes de hacer un gesto hacia Kyungsoo—. ¿Conoces a Kyungsoo?

Por un momento su mirada es inexpresiva, pero a continuación sus ojos bajan hasta su pecho , y una lenta sonrisa se va expandiendo por su barbudo rostro.

—Ahora ya sí que lo conozco. —Extiende una mano rolliza—. Hola, soy Oliver.

El le da la mano con torpeza.

—Hola. Encantado de conocerte.

—¿Tenéis algo de beber en esta casa? —le pregunto a Ollie. —Hay barriles de birra en la cocina. Y hay cosas más divertidas por ahí también.

—Genial. Gracias, tío. Te veo en un rato.

Enredo mis dedos con los de Kyungsoo y lo llevo a la cocina, que está hasta los topes de hermanos de fraternidad borrachos. No he visto a Beau todavía, pero sé que en algún momento nos encontraremos con él.

Enamorarse no es opción (Kaisoo)Where stories live. Discover now