Kyungsoo

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Al día siguiente, aparezco en la casa de JongIn a las siete en punto y entro sin llamar como hago de forma habitual. Antes de dirigirme arriba, meto la cabeza en el salón para saludar a Chen y los demás. Chen no está, pero Lah y Suho sí, y me lanzan una mirada de confusión al verme.
—Hola, Soosie. —Lay arruga la frente—. ¿Qué haces aquí?
—Darle clase a tu capitán ¿qué otra cosa podría ser? —Niego con la cabeza mientras empiezo a distanciarme de la puerta.
—Cielo, no quieres subir, créeme —dice Suho en voz alta.
Me detengo en seco.
—¿Por qué no?
Sus brillantes ojos verdes brillan divertidos.
—Eh… es posible que a JongIn se le haya olvidado.
—Bueno, pues entonces voy a recordárselo.
Un minuto más tarde, me arrepiento por completo de esta acción.
—Oye, JongIn, vamos a terminar con esto y así puedo… —Abro la puerta y me detengo a mitad de frase; me quedo congelado como un ciervo ante los faros de un coche.
La vergüenza me golpea cuando me doy cuenta de lo que estoy viendo. JongIn está tumbado en la cama con el torso desnudo en todo su esplendor mientras… un chico desnudo cabalga sobre sus muslos.
Sí, Mister Tanga está completamente desnudo y se gira en una nube de pelo rubio al oír el sonido de mi voz. Un pecho pulcro asalta mi visión, pero no tengo tiempo para juzgarlo en un sentido u otro porque su chillido perforador de tímpanos se abre camino.
—¡¡Pero qué narices…!!
—Mierda. Lo siento mucho —suelto.
Cierro la puerta de golpe y salgo corriendo a la planta baja como si me persiguiera un asesino en serie.
Cuando entro de sopetón en el salón un segundo después, dos caras sonrientes me dan la bienvenida.
—Te dijimos que no fueras allí —dice Lay tras un suspiro.
La sonrisa de Suho se ensancha.
—¿Qué tal el espectáculo? No podemos oír mucho desde aquí abajo, pero me da la sensación de que es de los que gritan.
Estoy tan avergonzado que siento mis mejillas arder de adentro afuera.
—¿Podéis decirle a vuestro amigo el zorrón que me llame cuando termine? Bueno, mira, en realidad, no. Dile que se le acabó la suerte. Mi tiempo es muy valioso, joder. Paso de darle más clases particulares cuando es evidente que él no se toma en serio mis horarios.
Dicho eso, me marcho de su casa; mis emociones van alternándose entre la vergüenza y la ira. Increíble. ¿Cómo puede ser que tirarse a un tío sea más importante para él que aprobar su parcial? ¿Y qué clase de idiota haría eso cuando SABE que voy a ir a su casa?
Estoy a mitad de camino llegando al coche de Doyoung cuando la puerta principal se abre de golpe y JongIn sale corriendo. Por lo menos ha tenido la decencia de ponerse unos vaqueros; pero sigue sin llevar camiseta. Ni zapatos. Viene corriendo hacia mí con una expresión que es una mezcla entre vergüenza y cabreo.
—¿Qué coño ha sido eso? —exige.
—¿Estás de broma? —le contesto—. Soy yo el que debería estar haciendo esa pregunta. ¡Sabías que venía a tu casa!
—¡Me dijiste a las nueve!
—Lo cambié a las siete y lo sabes de sobra. —Mis labios se tuercen en una mueca—. Quizás la próxima vez deberías prestarme más atención cuando te llamo.
Se pasa una mano por el pelo corto y sus bíceps aumentan con el movimiento. El aire frío hace que se le erice toda su suave piel dorada y mi mirada se siente inconscientemente atraída por la delgada línea de vello que apunta hacia la cintura del pantalón desabrochado.
Al ver eso, una extraña oleada de calor recorre el camino entre mi pecho y mis entrañas. Mi cuerpo se siente repentinamente tenso y lleno de deseo, mis dedos hormiguean de ganas de…, ah, mierda. ¡No! ¿Y qué más da si este tío está como esculpido en mármol? Eso no quiere decir que quiera subirme a horcajadas en sus piernas como un cowboy.
Él ya tiene otra persona haciéndole eso.
—Lo siento, ¿vale? —se queja—. La he cagado.
—No, ¡no vale! Para empezar, está claro que no respetas mi tiempo, y para terminar, está clarísimo que no quieres aprobar esta asignatura, de lo contrario tendrías los pantalones cerrados y el libro de texto abierto.
—Oh, ¿lo dices en serio? —me reta—. ¿Esperas que me crea que tú estudias veinticuatro horas al día, siete días a la semana y que nunca te enrollas con nadie?
El cabreo se revuelve en mi estómago y cuando no contesto, la sospecha inunda sus ojos.
—Porque tú te enrollas con gente, ¿no? Un resoplido enfadado se escapa de mis labios.
—Por supuesto que sí. Solo… solo que hace tiempo que no.
—¿Cuánto es «hace tiempo»?
—Un año. Y no es que sea de tu incumbencia. —Aprieto la mandíbula y
abro la puerta del conductor—. Vuelve con tu putito, JongIn. Me voy a casa.
—¿Putito? —repite—. Eso es una suposición bastante maleducada, ¿no crees? Por lo que tú sabes podría ser una erudita de la fraternidad Rodas.
Levanto una ceja.
—¿Lo es?
—Bueno, no —cede—. Pero Jae…
Resoplo. Ohhh, Jae. POR SUPUESTO, se llama Jae. —…es un chico muy inteligente —acaba.
—Ya, claro, estoy segurísimo de que lo es. En ese caso, vuelve con Mister Inteligencia. Yo me largo.
—¿Podemos quedar mañana?
Abro la puerta del coche.
—No.
—¿Ah, no? —Agarra con su mano el marco de la puerta—. En ese caso creo que nuestra cita para el sábado también queda cancelada.
Él me mira fijamente.
Le devuelvo la mirada.
Pero los dos sabemos que no será él quien dé marcha atrás.
De repente recuerdo la conversación que tuve con Yeol en el pasillo el otro día. Mis mejillas se calientan de nuevo, pero esta vez no tiene nada que ver con que acabo de pillar a JongIn con los pantalones bajados.
Literalmente. Por fin Yeol se ha dado cuenta de que existo y si no voy a esa fiesta, estaré dejando escapar la oportunidad de hablar con él fuera del contexto de la universidad. No es que pertenezcamos a los mismos círculos, así que si no quiero limitarme a un encuentro una vez a la semana en clase de Ética, tengo que ser proactivo y buscar el contacto con él fuera del aula.
—Va —le bufo a JongIn—. Te veo mañana. A las siete EN PUNTO.
Su boca se curva en una sonrisa de satisfacción.
—Eso me parecía a mí.

Un capítulo más, a nuestro Soo ya le está gustando  JongIn 😏.

Nos leemos mañana.

💋

Enamorarse no es opción (Kaisoo)Where stories live. Discover now