Kyungsoo

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—No puedo creer que esto esté pasando —anuncia Minho, por millonésima vez, desde el asiento trasero del Jeep de JongIn.
Junto a Minho,  Lisa suspira y dice en alto, también por millonésima vez:
—Qué fuerte ¿verdad? Estamos en el coche de Kim JongIn. Una parte de mí se siente tentada a hacer lo que dice Carrie Underwood en su tema Before He Cheats y grabar mi nombre en sus asientos de cuero.
—¡Ni se te ocurra! —le ordeno desde el asiento del conductor.
—Relax, Kyungsoo, no voy a hacerlo. Pero tengo la sensación de que si no dejo mi huella en este coche, nadie se va a creer que he estado en él.
Jo, ni yo mismo me puedo creer que estoy aquí. No me chocó cuando Baek abrazó corriendo la oportunidad de ir a Cambridge conmigo; continúa en la búsqueda de detalles sobre JongIn; pero me sorprendió que Lisa y Minho insistiesen en venir.
Durante este viaje, me han preguntado por lo menos dos veces cada uno si JongIn y yo estamos saliendo. Y aún no hemos llegado a nuestro destino. He respondido con mi respuesta estándar: «a veces pasamos el
rato juntos». Pero cada vez es más difícil convencer a los demás, e incluso a mí mismo, de eso.
Durante el resto del trayecto ponemos música a tope. Minho y yo cantamos
y nuestras armonías son absolutamente increíbles. ¿Por qué no le pedí cantar un dueto conmigo? ¡Joder! Baek y Lisa no pueden afinar ni aunque su vida dependa de ello, pero se unen a nosotros en los estribillos y para cuando llegamos al parking del estadio de hockey, estamos todos de muy buen humor.
Yo nunca había estado en Harvard antes y me gustaría tener más tiempo para explorar el campus, pero ya llegamos tarde, así que conduzco a mis amigos dentro porque no quiero que perdamos la oportunidad de
encontrar asientos libres. Estoy flipando con lo grande y moderno que es el campo y por la cantidad de personas que hay aquí esta noche. Por suerte, encontramos cuatro asientos vacíos cerca de la zona del equipo de Briar. No nos molestamos en ir a por comida, porque en el coche ya nos hemos puesto gochos de tortillas de maíz.
—Vale, entonces ¿cómo va el juego este otra vez? —pregunta Minho.
Sonrío.
—¿Lo dices en serio?
—Sí, en serio. Soy un chico de Biloxi, Soo. ¿Qué coño sabré yo de qué va el hockey?
—Vale, tienes razón.
Mientras Baek y Lisa charlan sobre una de sus clases de interpretación, le hago un rápido resumen a Minho de lo que se puede esperar del partido.
Sin embargo, cuando los jugadores llegan al hielo, me doy cuenta de que mi explicación no le hace justicia. Este es el primer partido de hockey que veo en directo y me sorprende el rugido de la multitud, el estruendo ensordecedor de la megafonía, la rapidez infinita de los jugadores.
La camiseta de JongIn es la 44, pero no es necesario mirar el número para saber qué jugador vestido de negro y plata es él. Está en el centro de la línea de salida y, un segundo después de que el árbitro deje caer el disco, JongIn gana la puesta en juego y le pasa el disco a Suho, quien yo pensaba que era un extremo, pero al parecer es defensa.
Estoy demasiado ocupado viendo a JongIn como para centrarme en cualquiera de los demás jugadores. Él es… fascinante. Ya es alto sin patines, así que los centímetros extra le hacen parecer enorme. Y es tan
rápido que me cuesta bastante seguirle con la mirada. JongIn vuela por el hielo, persiguiendo el disco que Harvard nos acaba de robar y carga contra el jugador rival, arrebatándoselo como un campeón. Briar se pone pronto por delante en el marcador gracias al gol de un jugador al que el locutor llama Jacob Berderon; tardo un segundo en darme cuenta de que se refiere a Birdie, el chico moreno y alto que conocí en el Malone’s.
El tiempo corre en el marcador, pero justo cuando pienso que Briar va a ganar a Harvard en el primer tiempo, uno de los delanteros del equipo rival lanza un tiro amplio que sobrepasa a Simms y empata el partido.
Cuando acaba el primer tiempo y los jugadores desaparecen en sus respectivos túneles, Minho me toca en las costillas y me dice:
—¿Sabes qué? Esto no es tan malo como pensaba. Quizá debería empezar a jugar al hockey. —¿Sabes patinar? —pregunto.
—Naah. Pero no puede ser tan difícil, ¿verdad?
Resoplo.
—Céntrate en la música —le aconsejo—. O si de verdad estás decidido a introducirte en el deporte, juega al fútbol americano. A Briar le podrías venir muy bien. Por lo que he oído, nuestro equipo de fútbol está teniendo los peores resultados que la universidad ha visto en años; han ganado solo tres de los ocho partidos jugados hasta ahora. Pero Casper me dijo que todavía tienen la oportunidad de llegar a la postemporada si, y cito, «se centran en sus putos objetivos y empiezan a ganar algunos putos partidos».
Me hace sentir mal por Beau, con quien de verdad disfruté hablando en la fiesta.
Nada más pensar en Beau, la cara de Yeol pasa por mi cabeza como una ráfaga de viento.
Mierda.
Tenemos una cita para cenar el domingo.
¿Cómo leches me he podido olvidar de eso?
¿Porque estabas demasiado ocupado acostándote con JongIn?
Sí, por eso.
Me muerdo el labio mientras le doy vueltas a qué hacer. No he pensado en Yeol en toda la semana, pero eso no anula el hecho de que estuve pensando en él todo el SEMESTRE. Algo me atrajo a él en primer lugar y no lo puedo ignorar de buenas a primeras. Además, ni siquiera sé lo que
está pasando entre JongIn y yo. No ha sacado el tema «novios» y yo no sé si QUIERO ser su novio.
Cuando se trata de chicos, tengo un tipo claro: tranquilo, serio, emotivo…, creativo, si tengo suerte; que le dé a la música siempre es un plus; inteligente, sarcástico pero sin maldad; sin miedo a mostrar sus
emociones. Alguien que me haga sentir… en paz.
JongIn tiene algunas de esas cualidades, pero no todas. Y no estoy seguro de que «paz» sea la palabra exacta para describir lo que siento cuando estoy con él. Cuando estamos discutiendo o soltándonos pullas el uno al otro, es como si todo mi cuerpo estuviera conectado a una red eléctrica. Y cuando estamos desnudos… es como si todos los fuegos artificiales del 4 de julio se estuvieran lanzando dentro de mí.
Creo que eso se podría definir como positivo, ¿no?
Joder, no lo sé. Mi historial de chicos no es exactamente una serie de éxitos. ¿Qué sé yo acerca de las relaciones? ¿Y cómo puedo estar seguro de que Yeol NO es el chico con el que debería estar, si no salgo con él al
menos una vez?
—Entonces, ¿por qué al palo lo llaman stick? —pregunta Minho fascinado después de que empiece el segundo tiempo—. ¿Y por qué me suena tan guarro?
A mi otro costado, Baek se inclina para sonreír a Minho.
—Cariño, todo lo relacionado con el hockey suena guarro. ¿Quinto agujero? ¿Puerta de atrás? —Suspira—. Ven conmigo a mi casa un día a escuchar a mi padre gritar «¡mételo ahí!, ¡mételo ahí!» una y otra vez cuando ve el hockey por la tele; y después tú y yo podremos discutir lo que es guarro o no… y superincómodo.
Minho y yo nos reímos tanto que casi nos caemos de las sillas.

Porque siento que el que va a sufrir es JongIn.

Gracias por sus comentarios me hacen muy feliz jejeje.

Nos leemos antes de dormir.

💋

Enamorarse no es opción (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora