Kim JongIn 1/4

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Él la maltrata.

El hijo de puta la maltrata.

Solo me lleva media hora en compañía de Cindy llegar a esa conclusión. Darme cuenta de las señales. Lo veo en la forma en que se estremece cada vez que la toca.

Es solo un poco y probablemente imperceptible para cualquier otra persona, pero es la misma forma en la que mi madre respondía cada vez que él se le acercaba.

Era casi como si estuviera anticipando el siguiente golpe de su puño o de su mano, o de su puto pie.

Pero esa no es la única señal de advertencia que transmite Cindy. La cosa esa de encaje de manga larga sobre el vestido rojo es una señal reveladora inequívoca…

Me he tirado a suficientes chicas de fraternidad como para saber que las mujeres no conjuntan zapatos de tacón blancos con una chaqueta negra. Y luego está la chispa de miedo que se enciende en sus ojos ante cualquier movimiento de mi padre, por leve que sea.

La triste caída de sus hombros cuando él le dice que la salsa está demasiado aguada. Los numerosos elogios que le regala intentando, obviamente, que esté contento. No, contento no; que esté tranquilo.

Estamos a mitad de la cena, mi corbata me está ahogando que flipas, y no estoy seguro de poder controlar mi rabia ni un minuto más. No creo que pueda llegar al postre sin atacar al viejo y obligarle a que me diga cómo es posible que pueda hacer eso con otra mujer.

Cindy y Kyungsoo están charlando sobre algo. Ni idea de lo que es. Mis dedos agarran el tenedor con tanta fuerza que me sorprende que no se parta por la mitad.

Antes, cuando Kyungsoo y Cindy estaban en la cocina, intentó hablar conmigo de hockey. Intenté seguir la conversación.

Estoy seguro de que incluso conseguí formar frases correctas, con sus sujetos y predicados y toda esa mierda. Pero desde el mismo instante en que Kyungsoo y yo entramos en esta horrible casa, mi cabeza ha estado en otro lugar. Cada habitación evoca un recuerdo que hace que me suba la bilis a la garganta.

La cocina es donde me rompió la nariz por primera vez.

Arriba es donde me llevé la peor parte, por lo general en mi dormitorio, donde no me atrevo a entrar esta noche por miedo a que las paredes se me vengan encima.

El salón es donde me estampó contra la pared después de que mi liga de octavo curso no llegara a los playoffs. He visto que ha colgado un cuadro sobre el agujero que hay en el yeso.

—Así que sí —está diciendo Kyungsoo—. Ahora voy a cantar en solitario, que es lo que debería haber hecho en primer lugar.

Cindy hace un chasquido compasivo con la lengua.

—Ese chico parece ser un capullo egoísta.

—Cynthia —dice bruscamente mi padre—. Esa lengua.

Ahí está otra vez: el estremecimiento. Un débil «lo siento» debería venir después, pero para mi sorpresa, ella no se disculpa.

—No estás de acuerdo, ¿Seonho? Imagínate que aún estás jugando para los Rangers y el portero os deja plantados justo antes del primer partido de la Copa Stanley.

La mandíbula de mi padre se pone rígida.

—Las dos situaciones no son comparables.

Ella se retracta rápidamente.

—No, supongo que no.

Me meto un tenedor con puré de patatas y relleno en la boca.

La fría mirada de mi padre se mueve hacia Kyungsoo.

Enamorarse no es opción (Kaisoo)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz