Kim JongIn

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Nunca me he hecho una paja delante de un doncel. A ver, sí que me he tocado un poco antes de poner mi polla en un lugar más deseable que mi mano, pero ¿tocarme de principio a fin? Es la primera vez que lo hago. Y estoy nervioso.

Pero también estaría mintiendo si dijera que no estoy cachondo a más no poder.

No puedo creer que Kyungsoo esté tumbado desnudo en mi cama. Está increíblemente bueno. Su cuerpo es suave y tiene curvas en todos los lugares donde tienen que estar.

Su pecho es la perfección absoluta y está rematado con unos pezones de color marrón rojizo. Mi mirada se dirige a la estrecha franja de pelo que hay entre sus piernas y me muero de ganas de que las abra. Quiero ver cada centímetro de su cuerpo.

Pero no quiero parecer un pervertido y no quiero asustarlo, así que mantengo la boca cerrada. Estoy duro como una roca, mi polla palpita en mi mano mientras intento no comerme con los ojos al doncel sexy que está desnudo en mi cama.

—No estás hablando —me acusa con tono provocador y nervioso al mismo tiempo.

—No quiero asustarte —le digo con voz ronca.

—Chaval, estás de pie desnudo delante de mí con la polla en la mano. Si eso no me asusta, no creo que lo que vayas a decir lo haga.

Tiene razón. Y puf, mi polla se estremece del hormigueo que provoca cuando me llama chaval. De hecho, cada palabra que sale de su boca me pone cachondo.

—Abre las piernas —le digo—. Quiero verte.

El duda.

Pero entonces lo hace y mi respiración se sale de mis pulmones. Es la pura perfección, joder. De color rojo y bonito y brillante y perfecto.

Me voy a correr demasiado rápido. Es un hecho. Pero hago lo imposible por prolongar lo inevitable. Me toco a un tiempo muy lento, evitando ejercer presión en la punta de mi polla, ignorando el punto especial debajo de el.

—Enséñame qué harías si yo no estuviera aquí —murmuro—.

Enséñame cómo te tocas.

Sus mejillas cambian al color rosa más dulce del mundo. Sus nalgas se separan, solo un poco, pero lo suficiente como para poder meterle mi lengua y llenarme de su sabor.

Me muero por darle un beso, pero resisto a la tentación. Este momento es demasiado delicado como para arriesgarme a que entre en pánico de nuevo.

Muy lentamente, Kyungsoo lleva su mano entre sus piernas.

Una ola de placer me hace estremecer.

—Eso es, Soosie. Tócate.

Un dedo roza su glande. Lo frota. Mide la forma de tocarse, explora, se toma su tiempo para averiguar lo que le gusta.

Yo me uno a su ritmo pausado. Mi cuerpo me implora descargar, pero esto es demasiado importante como para estallar ahora.

Literalmente estallar, porque estoy tan cerca de correrme que tengo que respirar por la nariz y apretar el culo para detener la explosión.

—¿Te gusta? —Mi voz suena baja y ahogada.

Kyungsoo asiente, sus ojos grandes están abiertos como platos. Un ruido entrecortado se escapa de su boca, y de repente me imagino esa boca rodeando mi polla y estoy peligrosamente cerca de perder el control.

Paso a modo emergencia en mi paja y aprieto mi polla con suficiente fuerza como para sentir una sacudida de dolor.

Kyungsoo se frota aún más rápido, su otra mano acariciando su cuerpo hasta rodear su pecho. Se pellizca el pezón con dos dedos y yo reprimo un gruñido. Quiero chupar ese botón rugoso más de lo que quiero mi próxima respiración.

Enamorarse no es opción (Kaisoo)Where stories live. Discover now