Kyungsoo

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Un capítulo más, gracias por sus votos y sus comentarios 🥰.

Estoy funcionando con cuatro horas de sueño. ¡Quiero morir! La parte positiva es que nadie ha visto a JongIn dejarme en la residencia temprano y, al menos, mi honor está intacto.
Las clases de la mañana parecen no terminar nunca. Tengo una clase de Teoría, seguida de un seminario de Historia de la Música, y ambas asignaturas son de las que hay que prestar atención, algo dificilísimo cuando apenas puedo mantener mis ojos abiertos. Ya me he enchufado tres cafés, pero en vez de darme un chute de energía, la cafeína ha consumido la escasa energía que tenía.
Tomo el almuerzo tarde, en uno de los comedores del campus, eligiendo una mesa en la esquina de la parte de atrás y me preocupo de irradiar vibraciones de «déjame en paz», porque estoy demasiado cansado como para entablar una conversación con alguien. La comida consigue despertarme un poco y llego pronto a la enorme puerta de roble del edificio de Filosofía.
Me acerco al auditorio de Ética y me paro en seco. Chanyeol —sí, Chanyeol— deambula por el amplio pasillo. Sus oscuras cejas se fruncen mientras escribe un mensaje en el móvil.
Me he duchado y cambiado de ropa en mi residencia, pero aun así me siento un zarrapastroso. Mi look consiste en un pantalón de yoga, un jersey de capucha verde y unas botas rojas. La previsión meteorológica decía que iba a llover y no lo ha hecho, así que ahora me siento imbécil por haber elegido esas botas.
Chanyeol, en cambio, es la absoluta perfección. Unos vaqueros oscuros abrazan sus largas y musculosas piernas, y su jersey negro se estira en su espalda ancha de una forma deliciosa que me hace temblar.
Mi corazón late más rápido a medida que me acerco. Intento decidirme entre decir «hola» o simplemente saludar con un gesto con la cabeza, pero es él quien resuelve mi duda al hablar primero.
—Hola. —Su boca se tuerce en una media sonrisa—. Bonitas botas.
Suspiro.
—Teóricamente iba a llover.
—No lo decía sarcástico. Me molan mucho tus botas. Me recuerdan a casa. —Se da cuenta de mi mirada de duda y enseguida es más concreto—.
Soy de Seattle.
—Ah. ¿Vienes de la uni de allí? —Sí, y créeme, si no está lloviendo es que algo va mal. Las botas son necesarias para la supervivencia si vives en Seattle. —Se mete el móvil en el bolsillo y su tono se vuelve casual—. Y ¿qué pasó contigo el miércoles?
Frunzo el ceño.
—¿Qué quieres decir?
—En la fiesta Sigma. Te estuve buscando cuando terminé la partida de billar, pero ya te habías ido.
Ay, Dios. ¡¿Me estuvo buscando?!
—Sí, me fui pronto —le respondo esperando sonar tan casual como él.
Tenía una clase a las nueve la mañana siguiente.
Chanyeol inclina la cabeza.
—He oído que te fuiste con Kim JongIn.
Eso me pilla desprevenido. No pensé que nadie me viera irme con JongIn, pero claramente estaba equivocado. Por lo que parece, las palabras corren como la pólvora en Briar.
—Me llevó a casa —contesto mientras encojo los hombros.
—No sabía que fuerais amigos.
Sonrío con picardía.
—Hay muchas cosas que no sabes sobre mí.
¡Ostras! Estoy flirteando con él.
Él también sonríe y el hoyito más sexy que he visto en la vida aparece en su barbilla.
—Supongo que tienes razón. —Hace una pausa dramática—. Quizá deberíamos cambiar eso.
¡Ostras! ¡ÉL está flirteando conmigo!
Y por mucho que deteste admitirlo, empiezo a pensar que la teoría de JongIn de hacerme el duro es válida. Chanyeol parece estar curiosamente obsesionado con el hecho de que me fui de la fiesta con JongIn.
—Y… —Sus ojos parpadean alegremente—. ¿Qué haces después de cl…?
—¡Soosie!
Reprimo un gruñido al oír la alegre interrupción de, ¿quién va a ser?, JongIn. Los labios de Chanyeol se fruncen ligeramente cuando JongIn se acerca a paso largo hacia nosotros, pero después sonríe y saluda con la cabeza al intruso no deseado.
JongIn lleva en la mano dos vasos de plástico y me da uno con una sonrisa.
—Te he pillado un café. Pensé que lo necesitarías.
La extraña mirada que Chanyeol dispara en nuestra dirección no me pasa desapercibida, ni el destello de enfado en sus ojos, pero yo acepto con gratitud el café. Abro la tapa y soplo el líquido caliente antes de darle un pequeño sorbo.
—Eres mi salvador —digo.
JongIn le hace un gesto de cabeza a Chanyeol.
Yeol —dice a modo de saludo.
Los dos se saludan dándose una especie de palmada muy masculina, no es un apretón de manos, pero tampoco un saludo con los puños.
—Qué tal, Kim —dice Chanyeol—. He oído que les disteis bien a los del St. Anthony este fin de semana. Enhorabuena por la victoria.
—Gracias. —JongIn se ríe—. He oído que a vosotros os dieron bien los de Brown. Ya lo siento.
—Adiós a nuestra temporada perfecta —dice Yeol con tristeza.
JongIn se encoge de hombros.
—Ya recuperaréis. El brazo de Maxwell es increíble.
—Ya ves.
Dado que pongo las conversaciones sobre deportes en el mismo puesto del ranking de aburrimiento que la política y la jardinería, doy un paso hacia la puerta.
—Me meto dentro. Gracias por el café, JongIn.
Mi pulso sigue yendo a mil cuando entro en el auditorio. Es curioso, pero de repente, mi vida parece estar moviéndose a gran velocidad. Antes de la fiesta de Sigma, el mayor contacto que había tenido con Yeol había sido un triste saludo con la cabeza a distancia, y eso en dos meses. Ahora, en menos de una semana, hemos tenido dos conversaciones y, o son imaginaciones mías, o estaba a punto de proponerme una cita antes de que JongIn nos interrumpiera.
Me siento en mi silla habitual junto a Luhan, que me saluda con una sonrisa. —Hola —dice.
—Hola. —Abro la cremallera de mi mochila y cojo un cuaderno y un bolígrafo—. ¿Qué tal tu fin de semana?
—Inhumano. He tenido un examen de química supertocho esta mañana y me he quedado toda la noche estudiando.
—¿Qué tal te ha salido? —Ah, saco un 10 seguro. —Sonríe con felicidad, pero su alegría se desvanece rápidamente—. Ahora solo tengo que hacerlo mejor en la recu del viernes y todo volverá a brillar en el mundo.
—Te llegó mi email, ¿verdad? —Le había enviado a Luhan una copia de mi examen a principios de semana, pero no me había respondido.
—Sí. Siento no haberte respondido. Estaba concentrado en la química.
Mi plan es leer tus respuestas esta noche.
Una sombra cae sobre nosotros y lo siguiente que sé es que JongIn se sienta en la silla a mi otro lado.
—Soosie, ¿tienes un boli de sobra?
Las cejas de Luhan casi se dan con el techo. A continuación me mira como si me hubiera brotado perilla en los últimos tres segundos. Y no lo culpo. Nos hemos sentado juntos desde que empezamos y no he mirado ni una sola vez en dirección a Kim JongIn, y mucho menos se me ha ocurrido hablar con él.
Luhan no es el único que está fascinado por esta nueva disposición de sillas. Cuando miro hacia otro lado de la sala, me encuentro con Chanyeol que nos mira con una expresión indescifrable en su rostro.
—¿Soosie? ¿Un boli?
Cambio mi mirada hacia JongIn.
—¿Has venido a clase sin estar preparado? Desastre. —Meto la mano otra vez en mi mochila y busco un boli. Cuando lo encuentro se lo doy con una palmada en su mano.
—Gracias. —Me ofrece esa sonrisa arrogante antes de abrir su cuaderno en una página en blanco. Luego se inclina hacia adelante y se gira hacia Luhan—. Soy JongIn.
El mira boquiabierto la mano que sobresale frente a sus narices antes de darle la suya
Luhan —responde—. Encantado de conocerte.
Sandara  llega justo en ese momento y cuando JongIn pone su atención en el podio, Luhan me lanza una mirada de «¿qué coño es esto?». Llevo mis labios a su oreja y le susurro:
—Ahora somos más o menos amigos.
—Lo he oído —salta JongIn—. Y nada de «más o menos». Somos mejores amigos,Luhan. No permitas que Soosie te diga lo contrario.
Luhan se ríe en voz baja.
Yo solo suspiro.

Enamorarse no es opción (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora