Capítulo 3

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Me sumía en el estado de concentración al que me tenía atraído Magna. Sus manos se colocaban elevadas sobre mi cabeza, apoyadas sobre mi sien con la intención de trasmitir alguna honda que explicara lo que estaba ocurriendo. Y algo pasó, un impulso de información recorrió la cavidad de mi cerebro, tras haber recitado un hechizo.  Me sumí en un sueño. 

Me encontraba en una habitación totalmente blanca. A lo lejos había una figura sentada en una mecedora, era mi yo físico en estado vegetal. A su lado se construían burbujas de cristal que reflejaban diferentes vivencias de mi infancia. Representaban desde el momento del parto hasta mi decimoctavo cumpleaños. Por cada año que pasaba, la luz se desgastaba hasta llegar al más reciente, mis dieciocho, la burbuja reflejaba una oscuridad que ni las más mínima linterna iluminaria. ¿Por qué estoy aquí?, pensé.

- Concéntrate y busca tu ser, así lograrás ver más allá - retumbaba en la sala. 

Me tranquilicé, respiré hondo y exhalé el aire de los pulmones. Había encontrado un poco de calma y pude poner la mente en blanco. Al instante una metralla de imágenes apareció en lo más adentro de mis pensamientos: dioses, orcos, duendes, brujas, brujos, reinas, reyes, ciudades, pueblos y lo que más me impactó; estaba yo en todas estas imágenes.  Ostentaba un cetro en mano y acompañado de Magna viajaba por pueblos destruidos y consumidos por la oscuridad. A mi paso devolvía la vida a las criaturas y el color de los parajes más recónditos, pero que antes de pisar sobre ellos les sumía el caos y la pérdida. Les recuperaba. A lo lejos flotaba una gran bola negra acompañada por un brujo vestido de grandes mantos negros, un gorro de pico sobre la cabeza y un bastón que emanaba luz negra por su piedra rodeada por dos serpientes vivas que alargaban el bastón hasta el suelo. El movimiento del bastón desprendía polvo de ceniza, provocado por la madera quemada de la que estaba hecha el bastón.  El caminar de estos personajes hacía lo contrario a mis pisadas, destruían y consumían las ciudades, pueblos y la naturaleza que después reviviría yo. 

Las imágenes pasaron más rápido que antes, querían llegar a un punto en la historia. Pararon cuando me encontraba enfrentado con el brujo oscuro. Magna había desaparecido de mi lado, estaba solo frente aquel hombre. Sentí un pinchazo en el pecho, todas las imágenes se desvanecieron y el control de mi alma y cuerpo volvieron a mi posesión. 

Con la vista borrosa logre distinguir el salón del hongo, a mi lado Magna me ofrecía un vaso con lo que parecía ser agua, un líquido transparente. 

- Tómalo, te sentirás mejor - me dio el vaso. 

No era agua, no sabía a el néctar transparente. Tenía un tono agrio y ácido destacable en el sabor de los medicamentos.  Confié en sus palabras (algo propio de mi que no sale siempre bien) y esperé recuperarme del mareo. Al minuto estaba perfectamente, podía ver con lucidez la sala al completo y el agarre de Magna que me lanzó al sofá. 

- Debes prometer que no escaparás después de aclararte lo que acabas de ver.

- ¿Dónde voy a escapar?

- ¡Promételo! - graznó con rabia.

- Lo prometo, lo prometo - concernido de la rabia que podía caer sobre mí, mi promesa no se rompería. 

- Lo que acabas de ver se trata de tu futuro. Desde generaciones nuestro mundo te ha estado esperando. Eres el elegido que erradicará la oscuridad y derrotará al Perturbado, llamado así por su pasado y oscuro futuro, nadie conoce su verdadero nombre - me miró fijamente -. Eres tú el que podrá derrotar y restaurar el mal de nuestro mundo

- ¿Cómo que soy el elegido? - estaba confuso, haciéndome a la idea de sus locas palabras. 

- Has sido bendecido con los poderes de los tres dioses más grandes de nuestra mitología - tragó saliva -. Tienes el poder de dar vida, al igual que arrebatarla. A parte de poder conjurar los hechizos básicos de los brujos, tienes poderes extraños que solo el elegido puede conjurar. Por último, eres el único posible de producir la luz magistral que derrotará al Perturbado.

- ¿Te pasa algo en la cabeza? ¿Te has tomado la mediación adecuada? - la expresión de Magna hizo replantear mi pregunta -. ¿Y cómo voy a saber hacer todo eso, si solo soy un adolescente que acaba de pasar a la edad "adulta"? - pregunté con temblores en mi voz. 

- Lo antes posible, no tenemos mucho tiempo.

Tomó un respiro. 

- Mañana al alba empezaré a enseñarte.

Abandoné la sala en dirección a mi cama. Magna revolvía entre las estanterías libros y papeles buscando algo con lo que ayudarme. Me acosté y el día tan movido hizo su efecto, caí rendido ante el sueño. 

La Fantasía de un SoñadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora