Capítulo 23

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Trace había vuelto a mi casa y ese día sí que estuvimos tumbados en mi cama. Ahora era ella la que no quería salir y no la culpaba. La noche anterior vio algo que la sorprendió tanto y me propuso que lo habláramos con mis padres. Me quiso acompañar en todo momento por su me resultaba incomodo hablar de ese tema. Trace era un ángel. Desde ese día supe que estaría en todo momento a mi lado y yo estaría a su lado en las buenas y en las malas.

Ya en la sala de estar donde la luz natural abría la puerta de la oscuridad, estaban dos sillones llenos de cojines amueblados sobre los respaldos. Sentados estaban mi madre y padre. Yo estaba por entrar de la mano de Trace. Mi familia pensaba que éramos novios, pero en ese entonces yo todavía no había comenzado con mi tratamiento, mi transición.

Entramos de la mano y mi padre nos sonrió, estaba feliz de ver a su "hijo" de la mano de una hermosa mujer. El quería descendencia. Nos sentamos, Trace más cercana a mi madre y yo a la par de mi padre. Era así como nos habían enseñado en la realeza. Las mujeres van con las mujeres y los hombres van con los hombres.

-¿Cómo estas Trace?- preguntó mi padre.

-Ohh, muy bien, mi majestad.

-Puedes llamarme Kil- mi padre estaba avergonzado. No quería que mi amiga se dirigiera hacía él tan formal.

-Estoy muy bien Kil- Trace volvió a decir.

-Me alegro. ¿Qué es lo que os viene por estos lares?- dijo mi madre. Ella sabía que estas allí presente no era para pasar el rato. Nosotras siempre estábamos en mi cuarto y unca con mi familia.

-Tenemos una objeción- saltó Trace sin dejarme hablar.

-¿Qué os come la cabeza?- preguntó mi madre.

-Ayer estuvimos pasando la tarde en el bosque y nos dio la noche- dije -. Cuando la luz cayó y subió la luna, mi piel empezó a iluminar la oscuridad del bosque. La luz de la luna era tenue en comparación con la que emanaba de mis poros.

-Fue raro señora- habló Trace.

-Tranquilo Etar- dijo mi madre. Etar era mi antiguo nombre. El nombre que estuvo presente en los labios de mi familia hasta su muerte -. Todo es normal.

-No es normal. Soy una linterna por las noches. Si eso lo ves normal entonces vamos por mal camino- objeté.

-Te pareces tanto a tu abuela...- dijo sin hacer caso a mis replicaciones- siempre con sus objeciones. Y por su poder.

-¿Qué poder, mama?

-Díselo tú, Kil- mi madre le dio la palabra a mi padre.

-Tu abuela era diferente, era especial- dijo Kil -. Nació de la mezcla de un Dios y un humano, más en concreto del Dios Sol, de ahí que pudiese relucir en la oscuridad, derrotarla - Tragó saliva fijándose en nuestras caras de asombro -. Mis genes llevan el poder, pero yo no puedo producirlo. El salto de generación que era necesario implica que tu sí puedas producirlo.

-Pero, ¿Por qué yo?

-Dicen las lenguas que el reino Pifel tiene una profecía- dijo -. Tu abuela se la sabía muy bien y me la contaba todas las noches antes de dormir - me miró a los ojos -. Tú eres parte de ella.

-¿Qué?- Trace estaba en un trance del que dudaba salir.

-Que es lo que dices, papá- replique yo.

-Etar, en un futuro deberás vencer a la oscuridad de la mano del elegido.

-¿Por eso me ilumino en la oscuridad?

-Parece ser que sí. La profecía no es ningún mito ni ninguna farsa, eres parte de ella y muy protagonista.

-Necesito descansar- me estaba mareado, mi cara era la de un fantasma. Si ya de por sí era de piel clara, el mareo me volvió blanca como la nieve.

De pie sobre el sillón estaba paralizado, pero pude abandonar el salón. Antes de abrir la puerta, mi familia habló. Trace entre ellos, un hermana para mí, una de sangre distinta, pero ¿Qué raro tiene eso, si yo me ilumino como una luciérnaga? Trace seguía sentada en el sillón al lado de mis padres, me miraba fijamente esperando las palabras de mi padre.

-Estamos para todo lo que necesites. No dudes en preguntar.

Dejé la sala de estar cerrando la puerta muy suavemente. Me quedé durante unos segundos en la puerta escuchando la conversación entre mis padres y Trace.

-¿Crees que se lo ha tomado bien?- preguntaba mi madre.

-Tiene que reposar lo que acaba de escuchar- contestó mi padre.

-Lo mejor sería escribir a Magna- dijo mi madre.

-Estoy de acuerdo, tiene que prepararse bien- parecía haber terminado la conversación -. Trace, te necesita en estos momentos.

-Lo sé mi señor, y allí estaré con él- Trace no cambiaba, lo único que le cambió fue la forma de llamarme.

La conversación se vio terminada por la salida de Trace al pasillo. Allí estaba yo, pegada a la puerta escuchando los pasos sobre el parqué. La puerta se abrió sin que yo me diera cuenta de que el pomo había girado, pero tuve tiempo para esconderme tras ella. No quería que me viera nadie, supuestamente estaba en la cama y no había escuchado su conversación. La puerta se no se cerró, pero Trace y mis padres ya no estaban. Dejé de esconderme y me fui a mi habitación. En el camino estuve pensando muchas cosas. ¿Quién era esa Magna de la que hablaban? ¿Por qué me lo iba a tomar mal? Lo hubiera hecho si no me hubieran contestado ¿Por qué tenía que ser yo una de las protagonistas de la profecía? Ninguna duda podía ser resuelta.

Me dormí muy rápido ese día, el trote de la aventura del día anterior me había dejado muerta y las noticias de mi presencia en una profecía llenaban el vaso de cansancio.

La Fantasía de un SoñadorWhere stories live. Discover now