Capítulo 11

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Mientras tanto, en el Olimpo del Sol, Pollithios dormía en la gran cama. El día anterior estaba tan cansado que ni notó la falta de Fillo.

Al despertar notó el frío espacio, pero aun con lo ojos entrecerrados se levantó sin percatarse del vacío. Caminó al baño. Sentado en el váter, con los calzoncillos en los talones, soltó todo el líquido acumulado y procesado durante el transcurrir de la noche. Se levantó al terminar y se encaminó al lavabo. Lavó sus manos y después se aclaró la cara, y así despertarse del todo. Se miró al espejo a la par que cogía el agua con las manos en forma de bandeja. Se secó con la toalla a su costado izquierdo y al mirar otra vez al espejo, vio su pelo como la fregona de la casa. Parecía haber metido los dedos en un enchufe. Se lo peinó. Seguramente le guste mas peinado a Fillo, que sí parezco una fregona, se susurró para evitar que se escuchara en la habitación. 

Al abandonar el baño, Pollithios ya estaba despierto, sus enormes ojos verían cualquier cosa. Pero no había nada, la cama estaba deshecha tan solo por su lado. No tuvo reacción de sorpresa alguna, pensaba que Fillo habría querido escapar. Pero la inspiración le vino cuando comprendió que él habia hecho igual que su hermano. Así pues,  ¿Cómo se ha escapado? ¿Se ha escapado en realidad? ¿Está en peligro?, la angustia le corría en forma de gotas de sudor. Le sobrevino un viento de agobio. No puedo perderle, es mi única compañía, no quiero estar solo.  


Hellar estaba mirando a Fillo con deseos de dolor. Quería dañarle, pero Fillo no se mostraba asustado, sino burlón. El terror se le había evaporado como si del agua de la tetera se tratara. Imaginaba que si se mostraba prepotente y sin miedo, Hellar lo dejaría en paz. Pero tuvo la idea errónea. 

Hellar abandonó durante minutos la sala, pero lo que no sabía Fillo es que este, había abandonado para coger sus utensilios. Utensilios de tortura que utilizaba con los arcángeles que se atrevían a posar sus cuerpos sobre su Olimpo.

Los ojos de Hellar mostraba la idea de desgarrar aquella piel humana, hacerla sangras hasta la noche y antes de que se pudiera morir por la hemorragia revivir el cuerpo, curar la heridas y volver a desgarrar. Crear un ciclo de tortura, un juego con el que disfrutar. Haría eso hasta que los gritos alertaran a alguno de sus hermanos, más dirigido a Pollithios. Esperaba encontrar la ayuda de su hermano Raylack (el Dios Tormenta) por lo que de una forma extraña llamó con un silbido, lo llamó. De un segundo a otro Raylack se situaba ante la entrada del Olimpo.

En la habitación, Fillo se reotrcía en la silla donde se encontraba maniatado. Fue entrar Hellar y este cesó el inútil intento de escapar de los lazos mágicos. 

- Hola de nuevo, humano - dijo -. Te presento a mi heramno, Raylack

Al igual que sus heramnos, un cuerpo desarrollado para partir rocas de toneladas, músculo marcados incluso tras la tela de la camiseta. Pelo negro rizado con mechas de color azul y morado, que se mezclaban con sus ojos morado lavanda, extraño entre humanos, pero normal en un Dios. Los rayos que explayan sus colores morados azulados, eran el reflejo de sus ojos de ira. Llevaba una barba recortada y marcada por la mandíbula, que llegaba hasta las patillas. Fillo nunca había contemplado a un hombre como él. Se le revolvió el estómago hasta tener ganas de vomitar, en el mejor sentido posible. Las mariposas que se sienten al enamorarse fue lo que le hizo querer echar lo poco que tenía en la tripa. 

Pero a mi me gusta Pollithios, lo sé desde que me lo encontré en el bosque, por eso accedí a su propuesta, discutía en su mente. Aunque es verdad que no pasaría nada por tnener una noche loca sin llegar a nada más lejos. No creo que se enfade, al recitar estas palabras en su cabeza, le vino la imagen de él y Raylacj tumbados entre las sábanas, sin ningún tipo de ropa que cubriera sus cuerpos. 

La Fantasía de un SoñadorWhere stories live. Discover now