Capítulo 38

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Las horas de sol se habían acabado. EL silencio de los bosques era inundado por los ululados de los búhos.  De madrugada en el castillo, estaban todos dormidos excepto yo. No conseguía olvidar los prados negros, las flores marchitas y los paisajes áridos, donde antes estaban los ríos caudalosos. No había llegado a los bosques del castillo por la ayuda de la protección mágica de Magna, pero no tardaría en caer.  Sabíamos que estaba muy pero que muy cerca. 

No podía dormir, el futuro pesaba sobre mi conciencia. La muerte era inevitable, mis poderes eran pésimos e inútiles. Me debatía con el ser más desalmado que me he topado durante mis años de existencia, aun sin saber si es verdad. ¿Existo o es una imaginación? El problema es que se siente tan real...

Comienzo a sudar. Tiemblo por culpa del contraste de frío. Me pongo a tiritar llegando a caerme. Me chirrían los dientes, me tiemblan las piernas y caigo al suelo. El golpe despierta a Escarcha que corre a mi habitación. Me coge de las manos y las aprieta. 

-Tranquilo. Respira profundo y suéltalo todo por la boca - ella me acompaña en el camino. 

La imito. Inspiro... expiro, inspiro... expiro. Noto más control sobre mi cuerpo, pero la angustia persiste. De sorpresa Escarcha me abraza. No me puedo mover, estoy enterrado en sus brazos. Estoy a gusto en su calor corporal. Estoy arropado y se siente lleno. Se me han olvidado todos mis pensamientos. Su abrazo los ha esfumado y ella lo nota. 

-¿Mejor?

-Si... - me quedo embobado en sus ojos. 

-¿Te ocurre algo?

Responder es difícil. Me había dejado de abrazar, pero estaba en el limbo entre la realidad dolorosa y la ficción acogedora. 

-No... - dejé un tiempo de silencio pensando lo que responder -. Estoy bien, solo necesitaba un abrazo - sonrío -. Gracias. 

- Muchas de nadas, novato - me acarició los mofletes con suavidad y se fue. 

Antes de cerrar la puerta, me dio las buenas noches. 

Caí rendido en la cama y las sábanas me ahogaron en el sueño. 


El día siguiente no fue muy apacible  a decir verdad. Los bosques se silenciaban por la presencia de algo. La presencia del mal camuflado entre las sombras. Unas sombras que aportaban a su felicidad, basada en la destrucción y corrupción. Una corrupción a la que me siento atraído. Me aportaría fuerza y valor. Lo necesito para vencerle, me dije. El único impedimento, la conciencia de mantener mi alma pura, no decepcionar a Magna. ¿Qué había hecho ella para mecer mi traición? Me ha ayudado, me ha salvado del hoyo sin fondo. 

Me fio tanto, que no me concentro en mis labores. Y de eso se da cuenta Magna, que me golpea fuerte en la cabeza para despertar de mi sueño inalcanzable. 

-¿Quieres concentrarte? - rabia, a lo que yo no contesto, sino que sonrío. 

No se lo toma bien. 

-Cuando te culpes de mi muerte y la de Pifel entero, háblale al Perturbado para recomponerte. 

-En el caso que me culpe - estoy de coña, pero Magna no está de humor. 

Magna fija sus ojos a mi cuello y hace un gesto con el dedo. Se pasa la uña por su yugular, mostrando como me cortaría el cuello.

-Cuidado con lo que sale por esa boca, todavía estás por debajo de mi poder- volvió a repetir el gesto. 

Salió del salón, y cuando estuvo en el pasillo gritó mi nombre para que la siguiera. 

La Fantasía de un SoñadorTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon