Capítulo 9

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Los años pasaron y la familia se recomponía poco a poco. Ya con 18 años, Fillo había superado la muerte de su padre. Pero, al contrario, su madre todavía encontraba su imagen en sueños, imaginaba el recuerdo de su andar, su olor y su ser en la casa. Imaginaba su espíritu rondar por las habitaciones, pero no era real.

La granja estaba repleta de maíz. Fillo los hozaba con suavidad para no romper el grano. La acción le llevaba al recuerdo con su padre de cuando este le enseñaba a blandir la hoz. Ahora era el quien lo hacía. En su memoria, algo hubo que le distrajo. Una luz parecía llamarle y sin pensarlo anduvo hacía ella. 

Cinco minutos después se encontraba entre los grandes árboles. La luz que dejaban pasar era muy débil, aunque con la luz que lo llamaba le cegaba. La imagen de un hombre se distinguía entre los rayos de luz. 

- Fillo, no tengas miedo. Acércate - dijo la luz

Con temor Fillo se acercó paso a paso. Las manos le temblaban, las piernas le fallaban y los ojos se achinaban por la reluciente luz traspasando su retina. El dulce hablar de aquel ente fue lo que le atrajo hacia él. 

La luz se movía a cada paso que Fillo daba. Era como los arcoíris, que cuanto más ansias su encuentro más se aleja. En este caso Fillo encontró el final del arcoíris. Encontró al duende subido al caldero de oro. 

Un hombre alto, joven y musculoso era rodeado por aquella luz. Una cabeza remarcada por la mandíbula y un rostro reluciente por el color verde amatista de los ojos. Una barba castaña recortada marcaba una sonrisa blanquecina.

- No te preocupes, Fillo. Vengo ha ayudarte - habló el hombre -. Esta luz que me rodea es mi alma. Como ves no soy como tú

- ¿Cómo que "no soy como tu"? - preguntó confuso. 

- ¿Recuerdas la voz que escuchaste cuando tu padre murió?

- Si

- No era tu padre, era yo. Te avisaba de nuestro futuro encuentro - siguió hablando sin darle oportunidad de contestar -. Te avisé que tenías que acompañarme. 

- Pero, ¿Quién cuidará de mi madre? - preguntó preocupado y evitando las primeras palabras. No quería conocer la mentira que le había vendido aquel arcángel. 

- Tu madre está protegida - respondió el hombre

La mirada de Fillo fue un corte en la confianza

- ¿Quién me asegura que pueda fiarme de ti?

- No debes fiarte de mí, debes fiarte de ti - respondió sin matices -. Debes abandonar el campo y venirte conmigo

Fillo no tenía escapatoria, debía irse con ese hombre por las buenas o por las malas. No se lo pensó mucho, aunque fuera difícil la decisión, tuvo que verla fácil. No podía enfrentarse a aquel hombre que le superaba dos cabezas y algo que notaba extraño en su ser. Estaba claro quien ganaría. 

- ¿Puedo despedirme antes de mi madre? - preguntó

- Te concedo media hora, nada más 

Antes de que Fillo fuera de vuelta a casa, el hombre le puso una condición. 

- Tu madre no puede saber nada. No debes decirla que te vas. Es un secreto nuestro. 

Fillo asintió y se escopeta camino a la granja. Corría con la rapidez de las gacelas. Ya había perdido tres minutos de su tiempo. Entró corriendo a casa. Su madre que estaba como zombi por la casa, se asustó y cayó al suelo. 

- Cariño - levantándose -. ¿Estás bien? - preguntó. 

- Sí, no te preocupes - le miró a los ojos y empezó a rebuscar en el salón -. Tengo que ir a por leña al bosque y busco la lámpara de queroseno, ¿Sabes dónde está?

- En la cocina junto a la tetera

- Muchas gracias mamá

Corrió a por ella, la cogió y al volver se encontró de frente a su madre en la entrada. 

- Te quiero mamá, no me olvides - le propinó un beso en la mejilla y salió corriendo con los ojos llorosos. 

A la madre no le dio tiempo a responder, Fillo ya corría por el campo a una gran velocidad. Estaba bastante lejos de la casa, pero mientras corría una voz confundida y a la vez agradadecida le gritó

- ¡Yo también te quiero!

A las orillas del bosque, Fillo dejó la lámpara. La madre necesitaría iluminarse y en su falta iría a buscar al último lugar donde fue su hijo. Estaba calculado para que encontrara el último utensilio que su hijo utilizó en su vida. O eso creería su madre, su hijo seguiría vivo. 

Ya en los adentros del bosque, el hombre cogió al muchacho y partieron hacia la oscuridad más profunda. 

Un repentino vuelco sorprendió a Fillo. En un abrir y cerrar de ojos se encontraban en un templo construido sobre nubes. El gran templo se apoyaba por columnas de piedra al estilo grecolatino. Estas sujetaban en sus finales una enorme cúpula. Todo estaba adornado con objetos de oro puro. 

En el centro de aquel templo había una única cama, sábanas de seda blanca y con hilo de oro estaban bordadas las hazañas de aquel hombre (el Dios Sol), al cual Fillo no conocía todavía de verdad. 

- No te preocupes chico, puedo dormir en el suelo - dijo el hombre al ver la cara de Fillo

- No me importa, si me importa saber donde estamos - contestó

- Estás en mi olimpo, arriba en los cielos de los dioses - respondió con un tono propio de una persona creída

-¿ Y qué se supone que hago aquí?

- Vi algo especial en ti, Fillo. Quiero que seas mi aprendiz. Te enseñaré a gobernar y dominar a un pueblo

- No se a quien quieres que domine si la única que esta en la tierra es mi madre

- Te construiré tu imperio - respondió

- Aceptare con una condición

- Dime

- Podré ver a mi madre una vez a la semana - replicó

- Pero en ningún momento podrás desvelarle donde estás y que estás haciendo

- Trato hecho - contestó dándole la mano y concluyendo la conversación

Fillo se quitó la ropa que tenía, se quedo en ropa interior y se metió en las suaves sábanas. El día se había convertido en noche mientras ellos conversaban. El hombre le siguió y se tumbó al otro lado. Se daban la espalda.

- No me has dicho tu nombre - susurró Fillo

- Soy conocido como el Dios Sol, pero puedes llamarme Pollithios

Hubo un silencio. No era nada incomodo, ambos se colocaron en la cama para estar a gusto. 

- Buenas noches Pollithios - dijo en un bostezo

- Buenas noches Fillo - entonó con voz dulce

El bostezo se contagió y al momento ambos cayeron en el sueño.  

La Fantasía de un SoñadorWhere stories live. Discover now