Capítulo 17

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Así ocurrió. Los años pasaron en segundos y la tierra se recomponía. La traición de un amor afectó, pero la promesa se había cumplido. El reino -Pifel- llenó de paz los lugares más recovecos del universo. La felicidad relucía en cada calle y esquina. Las montañas crecidas abundaban con nieve y los bosques de alrededor poblaban los vacíos del reino y en las copas de los árboles la nieve forraba el ambiente.

En la ciudad -Arcanía- las calles estaban repletas de gente en sus pequeñas casas de madera de roble oscura. En la taberna rodaban barriles y barriles de cerveza. Había un vaivén de gente que producía un gran estruendo. Las mesas estaban completas y los taberneros llenos de trabajo. La música sonaba en altas frecuencias y la gente bailaba acorde con el ritmo. No se podía decir que la ciudad fuera pobre, al contrario, en ese entonces las familias constaban de riquezas para comprar tierras, locales y más de una casa para sus hijos. Quien tenía la mayor parte de las riquezas, era Fillo, rey de Arcanía, Pifel.

En el castillo, Fillo dormía y despertaba por las pesadillas causadas por la pérdida de Pollithios. Aunque ante Arcanía debía conservarse cuerdo, los barriles de la taberna eran mandados a sus aposentos, donde ahogaba sus penas en alcohol. La causa del abandono -será lo mejor para tu pueblo y para los dos en un futuro- le dijo el día que le echó del Olimpo. En el momento sus palabras resultaban ciertas, pero tenían un tono de pena y miedo. ¿Fue la debilidad lo que hizo perder el control de la relación? ¿Fue las diferencias entre ambos? ¿Fueron las mentiras y los secretos? ¿La desconfianza? No estaba claro, pero jugaba una buena carta en su relación.


En una noche oscura y fría donde la luz de la luna abría la puerta de la total oscuridad, mostraba en el cielo una luz sobrenatural para las noches de invierno. La luz reflejaba en el gran ventanal de la habitación del enorme castillo. Un castillo hecho totalmente de hielo de las montañas del norte, construido placa por placa y decorado a los gustos del rey. La luz le daba directa a Fillo. Desorientado, este se despertó. Divisó la luz y entre aquello una figura.

-Pollithios- susurró deseando que fuera él.

Pero ningún Pollithios esperaba tras esa esfera de luz.

La figura se atenuaba a la par que se acercaba, y entre los pequeños brotes de luz aquel arcángel que había transportado el alma de su familia, llevaba ahora un alma nueva.

-Vuelvo a verte otra vez- dijo el arcángel con una voz que erizó el vello de Fillo -. Esta vez no me llevo nada de ti, esta vez te brindo una vida.

-¿Cómo?- dijo Fillo aun despertándose.

-Pollithios me ha enviado- le ofreció la mano para coger las suyas -. Como bien dice vuestra profecía, el arcángel servidor deberá brindar al pueblo con la más hermosa niña de todo el reino. Esa niña que brindará de luz y llevara el futuro de la ciudad al más alto de los pilares.

Fillo se acababa de incorporar, ahora ya más mayor, desmejorado, con barba medio larga color marrón, ojeras bajo los ojos provocadas por la falta de sueño y el mejunje de alcoholes en sus venas. Los músculos que de joven alardeaba ahora estaban flácidos. La tripa le había crecido por las cervezas, aunque aun conservaba marcas de sus abdominales. Tenia el pelo despeinado, un pelo largo castaño matizado por las canas blancas de raíz.

El arcángel volvió a ofrecer las manos para que Fillo las cogiera.

-Llámala como quieras- sonrió -. Es el único deseo de Pollithios, que tenga un nombre que hayas elegido tú.

-Antes de irte, ¿Puedes comunicarle unas palabras a Pollithios?

-Encantado

-Dile que la niña más hermosa se llamará Halia, que significa mar. Más allá del mar me gustaría que te quedaras- Fillo miró con asco las manos del arcángel -. Dile que no me vuelva a hablar en su vida, que no necesito de su presencia en mi vida.

-Así haré, Fillo- el arcángel seguía órdenes -. Te deseo lo mejor.

Atrás en aquella habitación, a izquierdas de la cama una cuna había aparecido. Una cuna de oro que recordaba al Olimpo de Pollithios. Como colchón, tenía una nube real. Entre ella había tumbada una pequeñaja y a su lado había una nota:

Lo siento mucho, Fillo. Esto será lo mejor. Nunca quise decir lo que sentía, pero no podré amar a nadie más. Tu corazón guarda cavidad en el mío, y es una sensación que no voy a cambiar. Parte de mi corazón se aguarda entre el pequeño corazón de la bebé, la otra parte deber ser tuya, y la última debe ser suya.

El amor nos destruyó, pero te deseo lo mejor y si necesitas ayuda, reza, estaré escuchándote en todo momento. Pero para nuestra seguridad y para la de la niña, no nos volveremos a ver.

Que la profecía no destroce el vínculo como nueva familia.

Te amo, Pollithios.

Fillo destruyó la carta entre lágrimas. Mojó el papel en la cerveza y lo tiró por la ventana. La bola de papel mojado cayó sobre la cabeza de un guarda. Tumbado en la cama y con la cuna a su lado, Fillo siguió bebiendo. El llanto de la bebé no le importaba.

La Fantasía de un SoñadorWhere stories live. Discover now