Capítulo 34

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La muerte conlleva la pérdida repentina de un ser. Aun siendo un ser no cercano, la muerte siempre va a producir un vacío en la gente. La muerte siempre afecta. A unos más que otros, pero derrota a todos.

La tratamos como la mala, ¿Es de verdad tan mala? Nombramos lo malo a lo que no da un regalo. La muerte nos quita todo, pero la vida nos lo da todo. Ese todo que se nos quita a la vez. ¿Es la vida la que de verdad agradece? Díselo a quien no tenga riquezas, a quien no tienen privilegios. Díselo a quien está al margen, apartado de la sociedad, y díselo a quien la vida lo único que le hace es darle patadas. Aquellos a los que la vida les sonríe, claramente dirán que es agradecida. En mi caso la muerte me es más agradecida.

La muerte me desprende de las personas que una vez me rompieron en pedazos. En mi caso es una ayuda para que yo pueda vivir. Es egoísta, ¿Y qué? ¿No está el mundo lleno de egoísmo?

He sufrido por la muerte, pero he sufrido más por los vivos. Y como muchas personas sabias dicen: hazte amigo de los muertos, son los únicos que escuchan y respeta. El veneno más puro que te puedes encontrar reside en las palabras de los vivos.

Esto ha hecho que sus muertes ya no me afecten. La ciudad puede morirse y yo seguiré sin entristecerme por sus muertes. Como no me causó nada la muerte de mi padre.

Arcanía de vuelta en la devastación de una pérdida. Banderas colgadas sobre las azoteas mostrando el luto de la ciudad. Silencio sepulcral en cada rincón. Banderas a media asta en el castillo. Y el cuerpo del rey en las cuatro paredes del ataúd. Un entierro solitario y privado para su familia. Una única asistente: su mujer. ¿Cómo iba a haber hueco para el monstruo de su "hijo"? Yo me enteré de su entierro días más tarde.

Tocaron a la puerta de la cabaña.

-Buenos días, alteza- saludó un hombre vestido de negro.

Era claramente del castillo. Lo conocía y el a mí también. Pero toda relación con el castillo, la quise olvidad el día que mataron a mi Trace.

El hombre siguió hablando:

-Lamento comentarles que anoche se celebró el funeral de su majestad- ¿Mi majestad de qué? - Como dictan las normas debe ser el progenitor quien tome el trono.

-Progenitora- le corregí y le dejé hablar.

-Acompáñeme al castillo y la prepararemos para su coronación.

-¿Por qué iba a querer ser coronada frente a una ciudad en la que lo único que soy es un monstruo?

-Son las normas, alteza- extendió su mano -. Su madre la envía esto para convencerla.

No podía esperar nada bueno de sus manos, pero por cortesía cogí el objeto. Su anillo de matrimonio, ¿Por qué?

-No me convence.

-Lo siento... se me olvidaba- sacó un papel de su bolsillo -. Su madre dejó esto para la explicación del anillo.

Abrí la nota escrita a mano, con la caligrafía fina y pulcra de mi madre.

¿Necesitabas confianza? Pues aquí la tienes. Mi anillo de matrimonio. Estaba previsto mandártelo ayer a mediodía, pero tu padre enfermó y obligó la clausura del castillo.

La nota que te escribo es de hace unas horas, tras la muerte de tu padre. Me divorcié de él mucho antes de que enfermara. Puse fin al terror que le tenía. Le hablé de ti y de lo guapa que estás ahora. Se enfureció, pero le callé la boca. No quería seguir viviendo sobre el techo de alguien que no aceptara a nuestra hija. Y ahora que está muerto, podemos reformar la ciudad de la mano. Quiero que seas tú quien lo haga, y yo puedo acompañarte en el camino. Quiero estar a tu lado.

La Fantasía de un SoñadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora