Después de que esa persona se fuera de su vida estaba sola.
Pasó toda su adolescencia con ese hecho, y es que su condición la obligaba a no entablar relaciones tan íntimas, haciendo que esa soledad creciera hasta hacerla una chica fría y dura ante...
─ ¿Se va a sentar con ellos? ¿Pero no me has dicho que ni se hablaban? ─ Escuché preguntar Isabella a Jessica.
─ Y...y así era. Nunca se han hablado, mucho menos abrazado...─ Le respondió estupefacta.
─ Me alegro por Gala, así ya no está sola ─ Se metió en la conversación la dulce de Ángela.
Sonreí encantada por esa chica. Si no tuviera que mantenerme alejada de las personas me gustaría ser su amiga. Pero ya tenía suficiente con los Black y Clearwater, además de Charlie y los Cullen.
Demasiada gente, pero tenía que mantenerme en el presente, y dejar de lado al pasado.
Disfrutar del ahora, y si ocurría algo en el futuro, ya sería problema de la Gala de esos días, no de la Gala de hoy.
Me senté en la silla que me tendía Emmett, al lado de Edward.
─ Bueno, ¿dejarás de tirarme cuchillas por los ojos? ─ Le pregunté divertida al cobrizo.
Este rió y negó la cabeza.
─ Es tu culpa por tantos misterios. Sí lo ibas a aceptar haberlo hecho con nosotros delante.
─ Déjala. ─ Me defendió Emmett ─ Eres rara...me gusta. No lo cambies Gala, aunque el pelo escoba te diga cosas ─ Siguió bromeando abrazando a Rosalie. ─ Además, Carlisle seguro que le habrá hecho algo para que lo acepte ─ Dijo divertido con doble sentido.
Lo miré igual divertida cruzándome de brazos.
─ ¡Emmett! ─ Le regañó Alice. Me reí
─ Me convenció con unos buenos besos. No he podido negarme con eso y sus manos acari-
─ ¡Bueno, vale! ─ Me interrumpió Edward ─ No hace falta decirlo.
Puso una cara de disgusto haciéndonos reír a Emmett y a mí, nos levantamos de nuestro asiento para chocar puños divertidos
En realidad sólo habían sido unos besos y palabras bonitas, pero era mas divertido seguirle la corriente a Emmett
Miré a Rosalie que me miraba sería.
─ Rubia ¿No me vas a regalar tu preciosa sonrisa? Venga, Rosalie ─ Le pregunté mirándola apenada ─ Lo siento en verdad, esos... pensamientos de que no conocéis todo de mí me siguen cada vez que me rio con vosotros
Rosalie suspiró dejando de lado su rictus serio
─ Tú tampoco conoces nuestras historias, Gala. No se porqué creas una bola tan grande sobre eso ─ Dijo la rubia.
─ Sí... supongo ─ Le sonreí apenada.
No era lo mismo, no era para nada igual.
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Las horas del día fueron pasando hasta la noche.
Salí de casa y caminé las dos casas hasta llegar a la puerta de la casa Swan. Toqué la puerta y a los segundos Charlie me abrió.
