Capítulo 31- Primer homicidio

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Cojo las fotos de las pobres personas a las que tengo que matar, si Marcus quiere matarlos es porque han hecho algo malo, pero nadie se merece morir, y menos como suele obligarme a hacerlo Marcus, pero por suerte no me ha dicho que haga algo raro o macabro, así que les pegare un tiro, que mueran rápido y no sufran, hare cualquier cosa con los alambres. Daemon se acerca a mí, preocupado.

- ¿Qué ha pasado?

-Tengo que matar... a tres personas... si no lo hago, Claire muere...

-Lo hago yo, ¿Vale?

-No, lo tengo que hacer yo, no me voy a arriesgar a que Marcus se dé cuenta y mate a mi prima.

-Pero...

-Nada de peros, voy a vestirme y a ver lo que pone en las fotos.-subo a al cuarto de invitados y abro el cajón del fondo del armario, compre esto en el centro comercial por si tenía que volver a hacer esto, y viéndolo ahora, me parece que fue una buena idea, solo es un vaquero negro elástico, una camiseta negra de manga corta y una chaqueta de chándal con capucha, también negra, también hay unos guantes negros que me dio Marcus cuando empecé a matar, entonces me quedaban enormes, pero ahora me quedan medianamente bien, me lo pongo todo y me siento en la cama.

Cojo las fotos y empiezo a mirarlas, les doy la vuelta, Marcus suele escribir cosas sobre ellos ahí, y esta vez no es la excepción, dos de los tres hombres son familia, hermanos, creo que el otro no tiene nada que ver con ellos, vive en la otra punta de la ciudad y se mueve en círculos completamente opuestos. Me fijo en los hermanos, Howard y Joseph Williams, deben dinero, pero no especifica porque, así que cuando vaya, les preguntare, espero que estén ellos dos solos, si hay más gente tendré que amenazarles para que no cuenten nada, y ya me voy a sentir suficientemente mal solo matando a dos personas, no quiero tener que amenazar a gente también.

Miro la dirección de los hermanos, parece que van a estar en la misma casa, mas fácil para mi, quemo las dos fotos y me guardo la del tercer hombre en un bolsillo de la chaqueta, cierro la cremallera y bajo a la cocina. Abro el cajón en el que Marcus ha metido antes la pistola y miro el cargador, como esperaba, solo tres balas, o lo hago bien o sufren.

Salgo de casa ignorando a Daemon, estoy demasiado mal como para ponerme a hablar con él, le gritaría, y no quiero eso.

Llego a la casa, es grande, pero están en el salón, y por desgracia no solos, ya que oigo tres voces, dos de hombre y una de mujer, calculo que ella tendrá entre dieciocho y veinte años. Me pongo la capucha para entrar, se me ha olvidado coger algo para taparme el resto de la cara, pero con suerte tendrán tanto miedo que no se acordara de mi cara, espero que solo estén esos tres.

Entro por una ventana abierta y me dirijo al salón, por el reflejo de un espejo puedo ver que hay tres hombres y la adolescente, cojo la pistola y entro en el salón, los cuatro se giran a verme y yo respiro profundamente para poder hablar sin que me tiemble la voz.

-¡El que se mueva se lleva como premio una bala en la cabeza!-todos levantan los brazos menos la chica, la miro amenazadoramente para que los levante y veo que tiene los ojos llenos de lagrimas, pero aun así levanta los brazos, despacio, y con un tembleque propio de cuando quieres llorar, es el eslabón débil de los cuatro, si la interrogo a ella, me contara lo que pasa, y si no lo sabe, cuento con que alguno de los tres se haga el héroe y lo cuente, o de los dos en el caso de que lo hayan mantenido en secreto.

Me acerco lentamente a la chica y veo un cuchillo cerca de una manzana a medio comer, apunto con la pistola a los tres hombres y cojo el cuchillo para amenazar a la chica en el caso de que no hable.

-Me han mandado matar a esos dos. -los señalo con la pistola y los ojos de la chica se cristalizan aun mas, tienen que ser parientes cercanos.

Yo soy la asesinaWhere stories live. Discover now