IV. La cazadora cazada

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DENEA

Su estancia en Invernalia se había tornado tranquila y calmada a pesar de todo. Lo único que no la agradaba era el excesivo frío que azotaba las tierras del Norte, y Denea, acostumbrada a las cálidas temperaturas de Pentos, sufría adaptándose a ese clima invernal y siempre se veía obligada a llevar gruesas pieles para poder entrar en calor. 

Habían pasado dos días desde la audiencia con Robb Stark, y Denea no había vuelto a saber nada de aquel que se convertiría en su esposo, aunque lo había visto en alguna ocasión desde la distancia. Siempre había algún asunto que requiriese de su atención, ese era el principal motivo por el que lo excusaba delante de Viserys, que estaba realmente enfadado por esa falta de respeto del Rey del Norte. "No le has gustado lo suficiente, lo has hecho mal hermanita" la acusaba continuamente, pero Denea ignoraba sus comentarios, los verdaderos motivos por los cuales Robb Stark no la había vuelto a ver no le interesaban.

También podría ser ella la que diera el primer paso, pero no había reunido el valor suficiente para tomar la iniciativa, tenía demasiadas dudas en su corazón. En realidad, no sabía si quería conocerlo o no, se veía obligada a casarse con un hombre al que ni siquiera conocía, y según había escuchado en las múltiples historias que contaban de Poniente, todos los señores nobles eran iguales: se casaban por la dote que les ofrecía la familia de la esposa, y después se olvidaban de ellas buscándose amantes. ¿Merecería la pena conocer a un hombre así?. Denea no hallaba la respuesta a sus dudas, y allí, en el patio del castillo, mirando su reflejo las aguas congeladas de la fuente central, seguía tratando de encajar las piezas del rompecabezas de su vida. Estaba demasiado concentrada en eso, y no escuchó los pasos que se le aproximaban por detrás, solo cuando tuvo la mano de la recién llegada en su hombro, la princesa Targaryen reaccionó descubrió que tenía visita.

-Saludos mi señora.-dijo la joven pelirroja que la miraba.-Sois vos la joven prometida de mi hermano, ¿no es así?

-Sois vos la joven prometida de mi hermano, ¿no es así?

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-Si vuestro hermano es Robb Stark, entonces sí.-respondió Denea con cautela. Viserys le contó que los Stark eran cinco hermanos, esa joven debía ser uno de ellos.

-Encantada entonces, Lady Denea Targaryen.-respondió con una sonrisa.-Yo soy Sansa Stark, vuestra futura cuñada.

Denea solo asintió por cortesía, estaba encerrada en una prisión de hielo, aunque ésta se trata de un castillo. Estaba enfadada, con los Stark y con su propio hermano. La obligaban a hacer algo que no quería, pero nadie la escuchaba. Se produjo entonces un tenso silencio entre ambas, pero Sansa no se daría por vencida, había venido a conocerla y no se iría hasta conseguirlo.

-Espero que estéis teniendo una estancia cómoda.-continuó ella.-Los visitantes suelen quejarse por el frío, pero veo que vos lo lleváis muy bien.

-Todos han sido muy gentiles conmigo, y tengo una habitación para mí sola, es más de lo que nunca he tenido.-le respondió Denea, y entonces descubrió que había hablado más de la cuenta, pero ya no había marcha atrás, se estaba produciendo una conversación entre ellas. Quizás Viserys se equivocaba con respecto a los Stark,  quizás Sansa no fuera tan mala.

The Dragon of WinterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora