XXXV. Hielo y Fuego

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DENEA

Apenas era consciente de lo que hacía. Desde que se subiera a lomos de Erserion y abandonara el campamento de Casa Austera, su cuerpo se había dejado llevar por un impulso desconocido, como si ella no fuera la dueña de sus movimientos. 

El dragón negro la había llevado a la cima de la Montaña Nevada. Una vez allí, había aterrizado bruscamente y liberó de sus fauces con violencia al Rey de la Noche, que no tuvo dificultad alguna para ponerse en pie. Las heridas causadas por los dientes de Erserion parecían como grietas en su cuerpo, que se regeneraron casi al instante. 

-No tienes nada que hacer contra el poder de la larga noche.-Su voz era oscura, inhumana, venida desde el mismísimo infierno.-No te resistas, solo así te daré la oportunidad de volver a la vida con un poder que no puedes imaginar.

Denea sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras escuchaba esa tenebrosa voz por primera vez, pero aun así, seguía impasible a todo, parecía como si no tuviera sentimientos, como si estuviese siendo controlada por alguien, para cumplir con su destino.

-Ya tengo poder ahora.-Respondió ella con seguridad.-Mucho más fuerte que el tuyo. Tanto es así, que puedo matarte, y eso te asusta. Por eso quieres acabar conmigo antes que con cualquiera de los que abajo os combaten.

El Rey de la Noche dio una carcajada irónica y cruel, intimidante, como si se estuviera escuchando reír al demonio a través de él. Pero Denea, lejos de asustarse o rendirse, mantuvo su postura erguida, segura de sí.

-Nadie antes pudo acabar con los Caminantes Blancos... una mujer sola no podrá frenar lo que el mundo intentó antes que ella.

-No estoy sola, ¿o es que ya los has olvidado?

Erserion rugió, haciendo que sus hermanos Tánatos y Rhaegar lo imitaran y rugieran tres veces al unísono. Volaban sobre sus cabezas, como si estuvieran entablando una danza de dragones en el cielo. Denea miró unos instantes hacia ellos, y luego devolvió la mirada al Rey de la Noche.

 Denea miró unos instantes hacia ellos, y luego devolvió la mirada al Rey de la Noche

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-El destino está escrito... Acabaremos con ese muro de hielo que construisteis para detenernos, lo haremos escarcha, y entonces conquistaremos cada rincón de Poniente... Tenemos un poder que no se puede frenar.

-Tenéis un poder que sólo el fuego puede frenar.-Corrigió Denea. Ante esas palabras, Erserion aterrizó a su lado y rugió con fuerza, tratando de proteger a su madre.-Y como bien sabes, mis dragones son fuego hecho carne.

-Y como bien sabes, mis dragones son fuego hecho carne

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The Dragon of WinterWhere stories live. Discover now