XL. El aliado Lannister

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DENEA

Las semanas siguientes a la llegada a Invernalia fueron muy ajetreadas para los recién llegados reyes. Había muchos asuntos que atender, señores vasallos que solicitaban audiencia, gastos que cubrir, campesinos hambrientos que a duras penas podían sobrevivir al invierno, y las peores noticias que llegaban de la Capital: Los Lannister se oponían al gobierno de los Stark en el Norte, y no tardarían en tomar medidas para impedirlo.

Aquella mañana, Robb había salido junto a varios hombres de su confianza a solucionar algunos asuntos pendientes con la casa Manderly, y no podía demorarlo más tiempo sin que su Señor, Lord Wyman, mostrase actitudes hostiles. Se despidió de su reina cuando apenas había amanecido, le dio un dulce beso de despedida en los labios y partió cuando el sol apenas había empezado a asomarse por el horizonte. Denea sabía que tardaría en volver, pero esperaba poder tenerlo de regreso antes de que la noche cayera. En cualquier caso, durante ese día las responsabilidades de la ciudadela recaerían en sus hombros, y durante la mañana le tocaría a recibir las audiencias de ciudadanos y campesinos que tuvieran alguna petición para los reyes.

La joven se levantó de la cama unas horas después, cuando su doncella le trajo el desayuno. Denea agradeció aquel gesto a su siempre atenta doncella, Misandei.

-Gracias por tus atenciones.-Le sonreía Denea, mientras acababa el tazón de leche caliente y el pan con queso.-Siempre te adelantas a mis necesidades, y es de agradecer.

-No es nada mi señora.-Respondió la doncella con una breve reverencia.-Vivo para serviros...

Cuando la reina terminó el desayuno, Misandei la ayudó a darse un baño, como hacía cada mañana. Sin embargo, Denea no se sentía especialmente bien, sufría de mareos y náuseas, y aún le quedaba un largo día por delante. Su embarazo seguía siendo un secreto para todos, a excepción de la familia Stark. No sabía cuánto tiempo podría mantenerlo así, pronto su cuerpo comenzaría a delatarla, empezarían los rumores, y lo peor de todo... su pequeño empezaría a ser un blanco fácil para cualquier enemigo de la corona. Denea dejaba que Misandei trenzara su pelo mientras se perdía en sus pensamientos, preocupándose por lo que podría suceder cuando todo saliera a la luz.

Se miraba al espejo sin verse, su pelo quedaba recogido en unas preciosas trenzas casi sin darse cuenta, cuando de pronto unos golpecitos en la puerta la devolvió a la realidad

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Se miraba al espejo sin verse, su pelo quedaba recogido en unas preciosas trenzas casi sin darse cuenta, cuando de pronto unos golpecitos en la puerta la devolvió a la realidad. Denea se sobresaltó un poco y miró hacia atrás, recuperando el habla.

-Adelante.-Permitió que pasara aquel que la llamaba. Tras la puerta apareció Vayon Poole, el mayordomo de palacio. El hombre, de cierta edad ya, hizo una reverencia con la cabeza, en señal de saludo a su reina.-Sed bienvenido.-Lo saludó ella, con una sonrisa.-¿A qué habéis venido, señor Poole?

-Mi reina, me temo que tendréis que aplazar las audiencias de los campesinos... Hay una visita más importante que desea hablar con vos en persona.

-¿De quién se trata?.-Quiso saber ella, incorporándose, ya totalmente vestida y peinada para poder salir a donde quiera que estuviese su obligación.

The Dragon of WinterWhere stories live. Discover now