XXIV. Melisandre

3.4K 176 13
                                    

KAETLYN (I)

La despertaron los intensos rayos de sol que entraban por la ventana. Kaetlyn se escondió de ellos en el pecho de Jon, que dormía plácidamente a su lado, aunque ya era inútil, estaba tan despierta como un búho. 

Suspiró fastidiada, y se puso a meditar sobre los sueños que había tenido esa noche. Las torturas de Ramsay ya no la atormentaban, habían dejado paso a un sueño extraño e inquietante, como aquel que le persiguió días antes de conocer a Denea.

En esta ocasión, caminaba por la nieve blanca e inmaculada del Norte, sintiendo la brisa helada acariciar sus mejillas sonrojadas. Sobre su cabeza volaban las tres siluetas de los dragones, enormes y poderosos. Adoraba a esas criaturas, y sabía que tendrían un papel fundamental en el futuro. De pronto, los dragones rugían, escupían fuego y se marchaban en direcciones distintas, dejándola a solas, sumida en una extraña oscuridad. 

-¡Ayuda!.-Gritaba desconsolada.-¡No sé dónde estoy, ayuda! ¡Jon! ¡Denea!

Pero nadie le respondía. Solo el eco le devolvía sus gritos desconsolados. Obligada a buscar una salida, empezaba a correr, pero solo la oscuridad le acompañaba, hasta que de pronto llegaba frente a una enorme hoguera, y tras ella, una mujer vestida de rojo la miraba, examinándola.

 Obligada a buscar una salida, empezaba a correr, pero solo la oscuridad le acompañaba, hasta que de pronto llegaba frente a una enorme hoguera, y tras ella, una mujer vestida de rojo la miraba, examinándola

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-El Señor de Luz puede salvarle...

Kaetlyn la miraba extrañada, sin entender.

-¿Salvarle? ¿A quién?

Miró hacia atrás, y ante ella se dibujaba la figura de su amiga Denea, llorando al lado del lecho de Robb, que seguía sin despertar.

-¿Puedes salvar al rey?.-Preguntó Kaetlyn

-La fe en el Señor de Luz...

De pronto las llamas se hacían cada vez más brillantes, la deslumbraron, cegándola... y entonces se despertó, cegada por la luz del sol. ¿Casualidad? No podía saberlo... Pero llevaba varias noches soñando con esa mujer roja, y la inquietaba. Empezaba a sospechar que, tal y como ocurrió con Denea, acabaría encontrándose con ella.

Tratando de olvidarse de todo, Kaetlyn se sentó sobre la cama y se frotó los ojos. Miró hacia Jon, y sonrió. Las cosas iban cada día mejor entre ellos, y se sentía plenamente enamorada de él. Poco a poco iban consiguiendo pasar más tiempo juntos, y ya permitían que ella entrara en la alcoba real, de manera que lo acompañaba cuando Jon iba a velar por su hermano.

Llevó la mano a su pelo rizado y lo acarició, buscando despertarlo. El joven no tardó en abrir los ojos y encontrar su mirada azul.

The Dragon of WinterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora