XXIII. Cuando vuelvas a mí

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KAETLYN

Las últimas semanas habían sido un caos en Invernalia. Desde el intento de asesinato al rey y la huida de Ramsay Bolton, había reinado el descontrol en la ciudadela. Robb estaba moribundo y Denea no se separaba de él ni un instante, de manera que no había quien gobernara en el Norte.  Solo aquellos hombres con influencia como Rodrick Cassel o Theon Greyjoy habían conseguido organizar una buena guardia que velara por la seguridad y el orden entre los ciudadanos.

Sin embargo, Kaetlyn no sentía ese caos e inseguridad que embriagaba a todos los norteños, y en cierta manera eso le hacía sentirse culpable, puesto que cuando su mejor amiga pasaba sus mejores momentos... Ella se sentía bien. Pero su vida había cambiado desde el día en que Jon le confesó su amor cuando la rescató de ese horrible destino y  ahora veía las cosas de manera diferente. Miraba al futuro con esperanza e ilusión. Y nunca antes se había sentido de esa manera.

Sus sentimientos chocaban contra el ambiente tenso y preocupado del Norte, y ella trataba de disimularlo, adoptando talante serio y ayudando a todo aquel que solicitaba su ayuda o comprensión. Pasaba poco tiempo con Jon durante el día, el joven acudía a velar a su hermano muchas horas, y el resto del tiempo se dedicaba a patrullar por las calles o ayudar a solucionar incidentes que el miedo colectivo generaba en Invernalia. También se dedicaba a alimentar y cuidar a los dragones, pues Denea le había confiado la responsabilidad al creer ciegamente en él. Sin embargo, se veían todas las noches. Desde su secuestro, Kaetlyn tenía pesadillas horribles que le recordaban una y otra vez las torturas que llegó a hacerle Ramsay, y no podía dormir sola. Jon la había llevado a su alcoba y desde entonces dormían juntos, y eso le bastaba a Kaeltyn, al menos hasta que todo volviese a la normalidad. Los dos hablaban largo y tendido sobre cómo les había ido el día, y luego se abrazaban y pasaban la noche juntos. Y estando en sus brazos, Kaetlyn podía dormir, y esas pesadillas se alejaban de ella, puesto que tenía algo mejor con lo que soñar, y era con el hombre al que amaba. Durante esas semanas, la relación entre ambos se fue haciendo cada vez más estrecha.

Esa mañana, Kaetlyn se encontraba ayudando en las cocinas de Invernalia. Catelyn había ordenado que se diera comida a aquellos ciudadanos necesitados, que llevaba días y días abarrotando el castillo, pidiendo ayuda a los reyes. La situación era delicada, el invierno se acercaba, y había pocas provisiones para todos. Si no organizaban una buena partida de caza para abastecer los víveres y almacenes de la ciudad, pasarían un duro inverno y muchos inocentes no sobrevivirían a la llegada del próximo verano. Kaetlyn se esforzaba por ayudar, repartía viandas y platos calientes, incluso a veces cogía mantas del castillo y se las daba a familias con niños pequeños. Ella podía leer la desesperación en el rostro de aquellos ciudadanos, y comprendió que necesitaban a  sus reyes. Sin ellos, Invernalia estaba perdida.

De manera que después de una jornada agotadora, justo cuando empezaba a anochecer, se dirigió a buscar a Denea. Había tratado de verla cientos de veces, pero jamás la habían dejado pasar a la alcoba real, solo tenían acceso a ella personas de sangre noble, y no era su caso. Pero estaba decidida, iba a pasar, no importaba cómo. Al ver de nuevo a cinco guardias plantados delante de la puerta de la Torre del Rey, se quedó escondida detrás de una columna y examinó el terreno. Entonces, se le ocurrió un plan.


DENEA

Llevaba tres semanas apostada al lado del lecho de Robb, velando por él y rezando a los dioses para que le devolvieran a su marido. El maestre consiguió coserle la herida del costado y detuvo la hemorragia, y con el paso de los días acabó sanando. Sin embargo, el joven había perdido mucha sangre y por ese motivo pensaban que tardaría en volver a despertar, pero de eso ya hacía mucho tiempo. Robb permanecía en una especie de estado de hibernación, en el cual dormitaba día tras días. No estaba muerto, pero tampoco abría los ojos.

The Dragon of WinterOù les histoires vivent. Découvrez maintenant