L. El príncipe de Invernalia

5.2K 225 69
                                    

DENEA

-Mi niño... has elegido un mal momento para venir al mundo...-Musitaba Denea, temblando por tanto dolor, aterrada por la situación que estaba viviendo.-Espera a que llegue papá por favor...-Gritó de pronto, sin poder reprimirlo.

La joven reina estaba asustada, le habían hablado del parto, pero vivirlo era muy diferente a las historias. Tumbada en la cama y agarrada a las mantas del lecho, su cuerpo se agarrotaba y tensaba, advirtiéndole del esfuerzo que estaba por venir. Gritaba sin poder evitarlo cada vez que sentía una contracción, aunque de momento tan solo era eso, el bebé aún no había comenzado a salir.

Viento Gris, que había estado velando por ella junto a la chimenea, ladraba nervioso, y era la primera vez que se había puesto en pie y daba saltos con ansiedad desde que sufriera el ataque de Ramsay hacía ya un mes. Denea miró hacia el lobo, y extendió la mano hacia él, llamándolo, mientras hacía el esfuerzo de no gritar para no asustarlo más.

-No pasa nada amigo mío, esto es bueno... Viene el bebé.-Le decía ella, apretando los dientes, mientras sentía cómo sus ojos se empañaban y por su espalda comenzaban a caer unas gotas de sudor.-Necesito que hagas algo por mí... Avisa a Robb por favor... Tráelo conmigo...

Ese instante entre ambos fue interrumpido por la llegada del maestre, acompañado de Misandei, que irrumpieron en la alcoba con prisas, dirigiéndose hacia el lecho y alejando al lobo de ella.

-Hazlo Viento Gris...-Pidió débilmente antes de que su doncella echara al lobo de la alcoba y cerrara la puerta, impidiendo que el animal permaneciera en la estancia.

-Estoy aquí mi señora, voy a ayudarla no se preocupe.-Le dijo el maestre Luwin colocándose frente a sus piernas, subiéndole el camisón y abriéndoselas, para comprobar el estado de dilatación de la joven.-Pronto podréis empezar a empujar para traer al bebé mi señora, estáis casi lista para el parto...

Denea gritó de nuevo, sintiendo otra contracción intensa, mientras apretaba más fuerte las sábanas. Su frente ya estaba perlada de sudor, y aún no había comenzado a empujar. Misandei preparaba un barreño con agua tibia para el bebé, y en él bañó un paño de agua, para secar el sudor de la frente de Denea. 

-Tengo miedo.-Lloriqueó ella, sintiéndose débil e indefensa, y ante todo... sola. No había rostros conocidos para ella en aquel momento tan doloroso y decisivo, y eso la hacía sentirse aún peor.-Quiero a Robb... por favor... traedme a mi marido...-Suplicaba ella, al borde del llanto y la desesperación.

-No es posible mi reina, vuestro marido está en una misión ahora, no podemos interrumpirle.-Le explicó el maestre con suavidad.

-A Kay... a Jon... a Sansa... a Lady Catelyn... Quiero a mi familia... no quiero estar sola.-Suplicaba ella, pero no le hicieron caso.

-Concentraos en esto mi señora, vamos... Tenéis que dilatar aún un poco más, aún no puede salir el bebé... Esforzaros por traer al mundo a vuestro hijo...

Denea, impotente y sin poder hacer nada, tuvo que limitarse a seguir las instrucciones que le daban. Cuando el maestre le dio la orden, empezó a empujar con las pocas fuerzas que le quedaban, sintiendo cómo su hijo se movía dentro de ella, cómo luchaba por venir al mundo.

KAETLYN

Kaetlyn empezó a correr en el momento en que escuchó a Mencía llamar al maestre. Por los pasillos ya se corría la voz de que la reina se había puesto de parto, y todo eran nervios y carreras de un lado para otro.

The Dragon of WinterWhere stories live. Discover now