XIX. Destino

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DENEA

Buscaba en su cabeza las palabras adecuadas, navegaba en sus pensamientos meditando qué hacer. Se les avecinaba la misión más importante de sus vidas, la que ella mismo había promocionado y defendido, y ahora se encontraba indefensa, asustada. Todo había cambiado. Las puertas del Muro se abrirían mañana para dejarlos pasar al otro lado. Denea alzó la cabeza en cuanto escuchó la voz de Robb pronunciar su nombre.

-Denea, cariño...-La llamó él con voz suave, sonaba tan dulce cuando salía de sus labios... Ella contempló su llegada con sus resplandecientes ojos verdes.-¿Te encuentras bien?

La joven se levantó de la cama y esbozó una sonrisa, dirigiéndose con paso firme hacia su marido. Se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla, y luego le acarició los rizos, enredando los dedos en ellos.

-Me encuentro muy bien, no te preocupes.-Le dijo al fin. Robb suspiró tranquilo, le había asustado encontrarla en ese estado ausente a su llegada.-¿Enviaste el cuervo a Invernalia?

-Sí, el maestre de la Guardia de la Noche me facilitó uno.-Denea comenzó a quitarle la pesada capa de piel que pesaba sobre sus hombros, para colgarla en el perchero que se encontraba justo detrás de la puerta.-Aprovechemos para descansar esta noche... Solo los dioses saben cuándo volveremos a dormir sobre un buen colchón...

Denea asintió mientras sacudía de la capa los restos de nieve, para después colgarla en el perchero, con cuidado de que no arrastrase.

-Cámbiate, tienes en la cama ropa cómoda.-Le recomendó ella, sentándose en el lado libre del lecho, y contemplando cómo Robb, siguiendo su consejo, empezó a cambiar sus vestimentas de cuero por unas de algodón y lana más holgadas.

-¿De verdad te encuentras bien?.-Insistió Robb, al tiempo que se iba poniendo la nueva blusa para dormir.-Puedo hacer que el maestre te examine, o que nos de algunas medicinas por si las necesitas durante el viaje.

-El maestre no puede hacer nada por mí ahora, dudo que tenga algún remedio para aliviar los síntomas del embarazo en un lugar donde solo viven hombres...-Insinuó con cierta timidez, atreviéndose a mirar a Robb para ver su reacción.

-Insinuó con cierta timidez, atreviéndose a mirar a Robb para ver su reacción

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-Ya, eso es evidente...-Robb se abrochó los botones de la blusa, cuando de pronto se quedó paralizado, entendiendo el verdadero significado de las palabras de Denea. Trató de hablar, pero se le trababa la lengua.-¿Qué has dicho?.-Parecía tartamudo cuando consiguió pronunciar esa ridícula frase.

-Has oído bien, estoy embarazada. Llevo dentro de mí a tu heredero, Robb...-Denea sonrió tímida, mirándole con cautela y cariño al mismo tiempo. Al ver que el joven seguía conmocionado, mirándola atónito, se temió lo peor.-¿Estás enfadado?

The Dragon of WinterWhere stories live. Discover now