XXXVII. El Norte es uno

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DENEA

Después de la conversación con Melisandre, Denea tuvo unos minutos más para terminar su cena antes de que Robb volviera a aparecer en la cabaña, con gesto aún preocupado y protector.

-¿Cómo estás mi reina?.-Dijo arrodillándose ante ella y tomándole las manos entre las suyas.

-Ya estoy mucho mejor... Ya no tengo tanto frío y al fin he podido comer algo. Estoy lista para hablar con todos.-Su voz era serena y su rostro reflejaba confianza.

-¿Estás segura?.-Quiso asegurarse Robb, temiendo por el estado de su esposa en todo momento. Aún no se creía que pudiera tenerla de nuevo con él, y de que el peligro hubiera pasado.

-Sí que lo estoy. Vamos.

La joven se puso en pie, no había signos de cansancio en su rostro, aunque por dentro sí que su cuerpo exigía descansar un poco. "En unas horas" se decía ella misma, empeñada en cumplir con su deber y tranquilizar a las personas que esperaban expectantes fuera.

Robb le ofreció su brazo, de modo que ella lo tomó antes de avanzar hacia la puerta y salir al exterior, donde los brillantes rayos del sol invernal los cegó con su blanquecina e intensa luz. Era palpable la expectación que se había generado a raíz de su marcha a la cima de la montaña helada, y en ese instante pudo sentir todas las miradas interesadas clavadas en ella. Sin embargo, el Pueblo Libre estaba sentado en torno a un círculo que rodeaba a Mance Rayder justo a unos metros donde antes estuvo la cabaña del Rey Más Allá del Muro. El rey hablaba con su pueblo tratando de calmarlo, pero se detuvo en el momento en que se dio cuenta de que no era escuchado y de que todos los suyos miraban hacia otro lado. Entonces se giró y se encontró con que los Reyes del Norte se estaban acercando a ellos.

-Sois bienvenidos a esta reunión.-Dijo Mance, invitándolos a acudir a su lado. Robb y Denea se situaron en el centro, junto a él, aceptando su hospitalidad.-Narraba a mi pueblo lo que vi cuando llegamos a la cima de la montaña... Pero sin duda será mucho más grato escucharlo de vuestros labios.

Denea asintió entonces, tragó saliva y, soltándose del brazo de Robb, avanzó unos pasos para dirigirse a toda esa gente que esperaba unas palabras de ella.

-No tenéis nada más que temer, ahora las tierras nevadas de más allá del Muro son seguras. Mis dragones crearon una hoguera de fuego cuyo humo llegó al mismísimo cielo, y fue allí donde pereció el Rey de la Noche, consumido por las llamas, y cuyo corazón atravesé con una espada de luz. Ya no hay nada que os impida vivir en paz en vuestro hogar, podéis volver a ser libres y tener la vida que queráis. Gracias por vuestra ayuda, el Norte no olvida, y siempre contaréis con nuestra colaboración cuando así lo necesitéis. Esto es solo el comienzo de una gran alianza, sin precedentes, que puede agitar hasta el último cimiento de los Siete Reinos. El Norte está unido ahora, con fuego y sangre. Y esto es solo una advertencia a quien ose romper la nueva paz instaurada... todo aquel que nos haga sufrir, morirá gritando.

 todo aquel que nos haga sufrir, morirá gritando

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The Dragon of WinterWhere stories live. Discover now