XXII. Promesa

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ROBB

La silueta de Ramsay se iba haciendo cada vez más borrosa, se le nublaba la visión y solo escuchaba aquellos versos de la canción de "Las Lluvias de Castamere" tarareados por la voz de su enemigo. Robb se apretaba la herida, justo en el costado, que no dejaba de sangrar y debilitarle más a cada segundo. No sabía qué es lo que pretendía hacer ese malnacido con él, pero no tardaría en acabar con su vida. Robb apretó los dientes, reprimiendo el grito de dolor que  le provocaba sacar la daga de su cuerpo, y cuando lo consiguió la lanzó lejos de él, creando un camino de sangre que  recorría la estancia hasta el punto donde el afilado metal cayó.

-¿Es que no vas a morir?.-Le preguntó Ramsay mirándolo desde arriba, con superioridad. En su pálido rostro estaba dibujada una malévola y siniestra sonrisa.-Tienen razón en lo que dicen. Los Stark son duros de matar. Sin embargo, en pocos minutos abandonarás este mundo... Acabarás desangrado por esa herida, y aunque consiguieras detener la hemorragia, el veneno paralizador actuaría pasadas un par de horas... y no volverás a abrir los ojos a menos que te dieran el antídoto... Sería divertido, ¿no crees? Tu propia gente enterrándote vivo en las frías criptas de Invernalia.

Le habría gustado poder levantarse y abofetear a Ramsay allí mismo, para borrarle esa estúpida sonrisa de la cara

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Le habría gustado poder levantarse y abofetear a Ramsay allí mismo, para borrarle esa estúpida sonrisa de la cara. Se arrepentía tanto de no haber escuchado a Jon, de no poder disculparse con él... pero lo que más le dolía era sin duda no poder volver a ver el rostro de Denea una última vez antes de morir... Los Dioses habían sido crueles, querían que los últimos recuerdos de ambos juntos fueran amargos, una discusión entre los dos.

-Lo siento....-Musitó Robb en voz tan baja que Ramsay solo escuchó un gruñido inaudible.

-¿Qué dices?. ¿Que me regalas Invernalia por las molestias?.-Se burló Ramsay riendo con maldad. Sus carcajadas rebotaban entre las paredes del despacho real.

Robb luchaba por ser fuerte, por no perder el conocimiento, se resistía a perder, se resistía a aceptar ese cruel destino. Había sido traicionado, tal y como lo fue su padre en Desembarco del Rey, y él no quería sufrir su mismo destino, lucharía hasta su último aliento. Las risas de Ramsay le taladraban los oídos una y otra vez, pero él no se rendía. No dejaría que un Bolton le ganase. 

De pronto, un sonido extraño se mezcló con las carcajadas de Ramsay, uno que creyó reconocer, aunque eso era imposible... Debía estar empezando a delirar. Sin embargo, pareció que Ramsay también lo escuchaba, porque dejó de reír en el acto y su rostro se tornó blanco como el mármol, y comenzó a mirar hacia la ventana con cierto nerviosismo. Corrió hacia la puerta, la había atrancado justo después de entrar para que nadie pudiera fastidiarle su plan, pero ahora, con las prisas y el miedo que sentía, le costaba apartar el bloque de madera. Una sombra cubrió la ventana, y entró de manera veloz, sin poder ser reconocida, plantándose justo delante de Ramsay y alejándole de su única manera de escapar.

El dragón negro rugió con furia, amenazándolo, haciendo que Ramsay retrocediera hasta la pared.

El dragón negro rugió con furia, amenazándolo, haciendo que Ramsay retrocediera hasta la pared

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The Dragon of WinterWo Geschichten leben. Entdecke jetzt