XVII. Una buena Reina

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DENEA

Sobre la ciudadela de Invernalia ya no solo lucía el blasón del lobo huargo de la casa Stark, también lo hacía el dragón rojo de tres cabezas de la casa Targaryen, símbolo de la nueva alianza existente entre estas dos grandes familias. El viento soplaba con fuerza esa mañana, lo que hacía que las banderas ondearan con elegancia y fortaleza, deslumbrando con su belleza a aquel que las mirara.

La nieve había bañado la ciudad la noche anterior, y había dejado un paisaje blanco e inmaculado, que se iba estropeando a medida que los ciudadanos comenzaban a realizar sus obligaciones y mancillaban la capa de nieve con sus pisadas. Los reyes del norte permanecían ajenos a lo que ocurría fuera del castillo de Invernalia, se encontraban reunidos en el despacho real.

-Bastión Kar es el asentamiento de la casa Karstark, su blasón es un sol de plata sobre campo de sable.-le explicaba Robb pacientemente como cada mañana. Frente a ellos yacía el mapa de Poniente sobre la mesa de la sala de reuniones. Robb tenía una mano en la cadera de su joven esposa, y con la otra llevaba la mano de Denea justo a la localización de la que estaba hablando.-Justo aquí está Fuerte Terror, asentamiento de la casa Bolton, cuyo blasón es...

-Un hombre desollado de gules en un campo carnación de sangre.-terminó Denea, sonriendo satisfecha. Robb había mostrado interés en enseñarle las casas vasallas a la corona, así como el blasón de cada una de ellas y dónde se asentaban. "Una buena reina debe conocerlas todas" le había dicho su marido en innumerables ocasiones cuando ella se cansaba de tantos nombres. Y empezaba a aprenderlos, después de muchos días escuchando las charlas de Robb.

-Muy bien.-Aprobó él mirándola con una sonrisa.-¿Último hogar?

-Está justo aquí.-Se soltó de la mano de Robb y señaló un asentamiento entre los bosques, justo al lado del Lago Largo.-Asentamiento de la casa Umber.-Torció el gesto, ese hombre no le gustaba y la había tomado con ella desde el principio.-Su blasón es un gigante.

-Aprendes rápido Denea, y yo que pensaba que no me escuchabas...-Bromeó Robb abrazando a la joven por detrás.-Ahora que sabes el nombre de todas las casas vasallas podrás dirigirte a ellos correctamente, eso ayudará a que te respeten.

-Los hombres no respetan a las reinas, simplemente hincan la rodilla ante ellas por cortesía al rey.-dijo Denea, extrañando a Robb en esos instantes.

-¿Por qué dices eso?

-La única autoridad que se escucha en Poniente es la voz de un hombre, Robb. Lo sabes. Si hay reinas es porque los reyes necesitan una progenie que asegure la continuidad de su legado, si no... ni siquiera se molestarían en casarse, simplemente se acostarían con una mujer diferente cada noche.

-Estás muy negativa esta mañana...-Robb frunció el cejo.-¿Estás enfadada? Sabes que yo no soy como esos reyes de los que hablas.

-Sé que tú eres la excepción.-Denea suavizó el rostro y le miró con una sonrisa.-No estoy enfadada, solo pensaba en voz alta... Quiero estar a tu altura Robb, y eso implica que debo esforzarme y cambiar lo establecido. Seré una buena reina, que no es lo mismo que ser una reina buena. 

-¿Y qué diferencia hay entre esos dos términos exactamente?-Robb la miraba con atención, interesado en las palabras de su joven esposa. Le maravillaba cómo estaba aprendiendo, cómo estaba madurando. Había adquirido mucha confianza en ella misma. 

The Dragon of WinterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora