XXXII. Puente de unión

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DENEA

La ejecución de Viserys delante del Pueblo Libre conmocionó a muchos, llegando a provocar serias dudas sobre su nueva alianza a Mance Rayder. Y eso no le gustaba para nada al Rey de Más Allá del Muro. La celebración se había detenido de golpe, y muchos salvajes volvían a sus tiendas, dejando solo a los dirigentes de Casa Austera cara a cara con los extranjeros. 

Robb había ordenado a Jon que se llevara a Denea a la cabaña que le habían acomodado para ellos, y que la cuidara hasta que él regresara, pues tenía la intención de hablar con Mance para solucionar la confusión que las últimas circunstancias hubieran podido acarrear. Jon obedeció a su hermano sin rechistar, tirando suavemente de su reina, que se oponía a marcharse con él, pues quería permanecer al lado de Robb.

-Es todo un experto en diplomacia, todo saldrá bien.-Dijo Jon, sin dejar de insistir en alejarla de allí.-Es bueno que te retires a descansar, y que no te vean, por el momento.

La mirada interrogante de Denea le hizo explicitar el por qué era bueno que ella permaneciera al margen, de modo que tomó aire, y continuó con sus palabras.

-Ahora que se sabe que estás encinta... muchos dudarán de ti. A ojos de los hombres, una mujer embarazada es débil Denea, y eso es una realidad.

-¡Puedo hacer lo que les prometí, combatiré a los Caminantes Blancos a lomos de mis dragones!.-Se quejó ella, que se había dado por vencida y caminaba al lado de Jon, en dirección a la cabaña.

-¿Y ese niño que llevas dentro de ti? ¿Vas a arriesgar su vida en una guerra en la que no es seguro que vayamos a ganar? Puede que condenes a tu propio hijo incluso antes de que nazca...

-Protegeré a mi hijo con mi vida.-Le respondió ella con seguridad en sus ojos.-No voy a hacer nada que atente contra su bienestar... Pero voy a luchar, es mi destino.

-No es así como lo ve toda esta gente, incluso los nuestros. Una guerra no es lugar para una mujer en tu estado. Pronto empezarás a sentirte cansada, mareada, te fallarán las fuerzas...

-Dime una cosa Jon.-Denea lo miró seriamente a los ojos.-¿Alguna vez has estado embarazado?

La cara de perplejidad de Jon le dio a entender a la joven que su pregunta le había desconcertado.

-¿A qué viene eso? ¡Claro que no, soy un hombre Denea!

-¿Entonces cómo puedes hablar con tanta seguridad de lo que se supone que me va a pasar o cómo me voy a sentir? ¡Dejadme a mí gestionar mi embarazo, solo debéis preocuparos de lo que yo vaya a hacer en la batalla!

Jon se quedó sin palabras ante aquella afirmación tan segura. Bajó la mirada un poco, avergonzado de sus palabras, y simplemente asintió mientras se aclaraba la garganta. Llegaban justo en ese momento a la cabaña, él corrió las telas que cubrían la entrada para dejarla pasar y rompió el silencio que se había generado entre ellos diciendo:

-Disculpas por mis palabras, mi señora. No soy quién para hablaros así.-El tono amistoso y cercano entre ellos quedó roto cuando Jon habló así.

-No tienes que llamarme así, Jon. Lo sabes. Seré tu señora, pero también soy tu cuñada. Agradezco los consejos que me das, y me halaga que quieras protegerme a mí y a tu futuro sobrino, pero puedo apañármelas sola. Me he hecho muy fuerte.

Jon sonrió de medio lado, y se apartó un poco para dejarla pasar. Denea entró en la cabaña y se sentó junto a una pequeña hoguera que Misandei había encendido para ella. Extendió las manos para calentárselas, las tenía heladas.

-Siéntate conmigo, al menos hasta que Robb regrese. No quiero estar sola.-Le rogó a Jon, que permanecía en la puerta inmóvil. Robb le había pedido que cuidara de ella, pero también podía cuidarla mientras le hacía compañía. Jon entró en la estancia y corrió de nuevo las telas de la entrada. Se dirigió a su lado, y se sentó entre las mantas tiradas en el suelo, que los protegían de la nieve.

The Dragon of WinterWhere stories live. Discover now