Capítulo 2

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Comencé a correr en dirección contraria, hacia el bosque de Gerburg: un lugar muy peligroso, tan frondoso que al poco tiempo ya estabas perdido... Por suerte, yo tenía la ventaja de haber sido criado en esa zona y conocía ese bosque como la palma de mi mano.

Lo primero que hice al adentrarme en la espesura fue buscar una cueva en la que jugaba de niño. Cuando al fin di con ella, me senté en el frío suelo de piedra y comencé a planear mi venganza.

Lo único que tenía claro era que debía acabar con todos los héroes que no se unieran a mí, y que lo primordialmente necesario para lograr mis objetivos sería el dinero... Con una considerable suma podría controlar a cualquier persona.

Decidí rebuscar en la bolsa que le robé al cadáver de Vidmes para ver si tenía algo que me fuera útil. No encontré gran cosa; tan sólo un pequeño libro, unas pocas monedas y mapas... No obstante, el libro llamó mi atención: era un manual sobre el comportamiento que debía tener un héroe y, a pesar de las muchas estupideces que decía, tras hojearlo un rato encontré un par de pasajes que me eran útiles:

"Al mismo instante en el que un héroe obtiene su título, se le otorga también el rango de sargento. Por lo tanto, un héroe poseerá cierta autoridad en las ciudades que visite. No obstante, no se debe abusar de tal privilegio, ya que esa manera de actuar chocaría directamente con la forma de vida honrada de las gentes, por lo que un abuso de poder podría volver al pueblo en contra de los héroes".

"Para evitar los conflictos de intereses, un héroe puede simplemente hacer desaparecer su marca de Irathiel de forma temporal y mostrarla cuando la situación lo requiera".

Esa información podría resultarme muy útil para ocultar mi identidad y hacerme más fuerte desde las sombras sin ser detectado por los demás héroes.

Una vez comprobé que el libro no decía más cosas interesantes que aquellas, decidí observar los mapas: mostraban la zona en la que me encontraba, pero al ya conocerla por mí mismo no me eran de utilidad... No obstante, me dieron una idea, y esa fue viajar a Sifan, una ciudad a unos cuantos kilómetros de la cueva y a la que nadie del pueblo se acercaba por las leyendas urbanas que decían que estaba llena de delincuentes... Recuerdo que de pequeño, la gente de mi pueblo me prohibía acercarme allí, pero las cosas habían cambiado y Sifan se había convertido en el lugar idóneo para empezar con mi plan.

Dado que estaba anocheciendo decidí dejar el trayecto para el día siguiente, así que me adentré en las entrañas de la cueva para tumbarme con la cabeza apoyada en una piedra y descansar el resto de la noche.

Cuando me desperté ni siquiera había amanecido. Estiré los brazos y tras bostezar un par de veces empecé a oír voces que se acercaban peligrosamente a la cueva, por lo que decidí salir a toda prisa para esconderme. Por desgracia, no había ningún escondite perfecto, así que tuve que conformarme con un arbusto que había cerca de la boca de la cueva.

Poco tiempo después aparecieron Astaroth y su grupo, quienes no tardaron en asaltar mi refugio nocturno y revisarlo a fondo. En esos momentos di las gracias al cielo por tener la habilidad de [Sigilo], ya que así les dificultaba la tarea de encontrarme. No obstante, como si el cielo se estuviera mofando de mí, el pie de Frea se paró frente a mí cara.

Respiré hondo: todo había acabado para mí incluso antes de empezar, me iban a descubrir y moriría en sus manos... Pero de repente, Astaroth empezó a llamar a su grupo para explorar otra zona y el pie de Frea se alejó de mi rostro.

Me había librado por los pelos de un destino fatal, así que decidí no arriesgarme a salir inmediatamente y esperar un tiempo para asegurarme de que nadie se quedaba por allí cerca. Aproximadamente media hora después, salí del arbusto y comencé a caminar en dirección a Sifan.

I'm (Not) A Hero (Pausada Hasta Nuevo Aviso) Where stories live. Discover now