Capítulo 50

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Allí estaba yo, en medio de la nada. Sabía que, como había muerto, tendría que ver otra vez a Irathel, por lo que ya estaba preparado... pero esa vez todo fue distinto.
A pesar de que estaba en un lugar similar al que ya conocía, había varios detalles que los diferenciaban: para empezar, mi alrededor no era blanco, si no que era de un color gris oscuro con unas extrañas marcas rojas que se extendían hasta donde llegaba mi vista y que le daban a aquel lugar la apariencia de estar agrietado. Pero la diferencia principal era que no se encontraba totalmente vacío, ya que a lo lejos podía ver una puerta colocada en medio de la nada.

Como no sabía muy bien qué hacer, decidí acercarme a investigar aquella puerta. Corrí en línea recta durante varios minutos hasta que me encontré frente a ella y pude observarla bien: estaba hecha de madera, parecía bastante vieja y no estaba colocada en ningún tipo de pared… Eso me sorprendió, así que decidí abrirla para ver si conectaba con algún otro lugar.
Al hacerlo me encontré con lo que parecía una especie de salón: era una habitación no demasiado grande, con las paredes rojas y llena de estanterías repletas de libros. También había una mesa baja llena de aperitivos y bebidas, rodeada por dos sillones y un sofá, pero lo que más me llamó la atención fue que había un hombre tumbado en el sofá.
   

Era un hombre rondaría los dieciocho años, con el pelo y los ojos negros, y llevaba puesta ropa casual. Como estaba tumbado no podía apreciarlo bien, pero se notaba que era alto, delgado y musculoso. Estaba tumbado mirando hacia el techo, con las manos colocadas debajo de la nuca.

    — Por fin nos vemos —dijo.

    — ¿Quién eres tú? —pregunté extrañado.

Entonces él se incorporó ligeramente y extendió un brazo para coger una galleta de una caja que estaba sobre la mesa.

    — Soy Belfegor, Capital de la Pereza —respondió tan tranquilamente.

Su respuesta me sorprendió bastante. Para empezar, él era la persona que había creado el parásito y lo había colocado en mi interior; y por otro lado, se trataba además de un Capital, lo cual según mis pobres conocimientos sobre demonios significaba que se encontraba en lo más alto del inframundo, habiendo muy pocos que pudieran hacerle frente.
    En ese momento sentí miedo por unos instantes, ya que no creía ser capaz de hacer algo contra la persona que tenía delante si ésta decidía atacarme. No obstante, me tranquilicé al recordar que ya estaba muerto y que simplemente estaba esperando a volver a despertarme en mi cuerpo.

    — No tienes que tenerme miedo —me dijo él, como si estuviese leyendo mis pensamientos—. Si te he ayudado hasta el momento sería una estupidez atacarte ahora, ¿no crees?

    — ¿Por qué estoy aquí? —le pregunté—. Normalmente cuando muero aparezco delante de Irathel y se activa el parásito

    —Pues lo cierto es que no lo sé, yo estoy tan sorprendido como tú—me respondió mientras se comía otra galleta—. Es posible que hayas tocado algún objeto con mi energía y el parásito que hay en tu interior haya reaccionado trayéndote aquí esta vez. La verdad es que es la primera vez que recibo a alguien en este lugar, pero supongo que a partir de ahora esto será lo normal cada vez que se active el parásito.

    — Hace unos minutos he tocado un cristal que, al parecer, contenía mana de un demonio… Creo que esa es la causa —deduje rápidamente.

    — Probablemente —afirmó.

Después de eso se hizo el silencio durante algunos minutos, solo interrumpido por los sonidos de Belfegor mientras comía galletas.

— Por cierto, no sé si sabes que El Palacio aparecerá pronto —me dijo de la nada—.  Creo que deberías ir, seguro que consigues algo interesante allí.

I'm (Not) A Hero (Pausada Hasta Nuevo Aviso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora