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CAMILA
Lauren se sentía tan confudida, el dolor que sentía no era por perder a su hermano sino por haber perdido la oportunidad de ser alguien en la vida de el, la única pieza que mantenía a su familia marchando. Yo también temia por ella, no queria verla sufrir y no quería alejarme de ella nunca.
-Lauren, ellos te quieren solo que estan más preocupados por otras cosas ahora...tardara un tiempo a que ellos se acostumbren a estar solo contigo, tu debes ser fuerte y tratar de comprenderlos...y yo estare contigo, Judith.
La abraze y ella hundió su cara en mi cuello, respirando con dificultad por el llanto.
-Tu hermano también te quería de eso estoy segura, si no fuera así nunca hubiera cuidado de ti, su actitud hacía ti no era intencional tus padres fueron quien le dieron su ejemplo y algo malo, pero no quiero que te sientas como si no fueras nada, Lauren tu eres su hija claro que te quieren y se preocupan, quizás es que jamás supieron como manejar tu situación y se equivocaron, no quiero que vivas con eso cariño debes hablar con ellos.
Sus brazos rodearon mi cuerpo con fuerza y se sostuvo de mi todo lo que pudo.

-Gracias Camila, no quiero que te alejes de mi, eres muy importante.

-No lo haré jamás Lauren, ni Judith ni tampoco Ki. Hice una caricia con mi dedo para hacerla feliz, su media sonrisa me hizo sentir satisfecha y correspondí el abrazo con la misma fuerza, para reconfontarla y hacerle saber todo lo que la quería, por que la quería, ese corto tiempo y con solo vernos en pocas ocasiones sentia que flotaba, al mirarla y sostenerla, después de besarla sentía que no queria estar en otros brazos solo en los de ella, sus ojos tenían un efecto en mi,  superior.
Claro que no me aleje de ella, después de eso siempre trate de mantenerme cerca, pero claro que el no alejarme núnca fue algo sano yo no lo hice pero ella de mi si.

LAUREN
Tras varias semanas de la muerte de mi hermano las cosas en casa estaban muy tensas, mamá y papá discutían todo el tiempo, ambos solían pasarla en soledad y yo como era costumbre igual. Me encerré en mi habitación por días y solo mantenía contacto con Judith y Camila, su presencia en mi vida eran un impulso para soportar esos difíciles días pero no eran suficiente. Algo crecía en mi, unas inmesas ganas de huir, de alejarme de mis padres y olvidar todo, solo una cosa me detenía, una maldita cosa que odiaba de mi, mis ojos, mi ceguera, como saldría de ahí si era una persona inservible, deje el instituto y deje de tener contacto con el mundo, me perdí en mi oscuridad.
Una tarde mientrás trataba de encontrar uno de mis zapatos, escuché una discusión en el pasillo.
Me incorporé de donde estaba apoyandome con pasos sigilosos, escuché lo que decían.
-Es algo que quiero hacer no puedes evitarlo...

-No puedes irte ¿Qué voy hacer? Además esta tu hija...

-No lo sé pero no puedo permanecer más en esta casa...
Ambos entraron a su habitación para volver a hablar y se me hizo imposible seguir escuchando, sus palabras solo clavaban más la daga en mi pecho, me dolía mucho no saber que hacer con mi vida, ser solo una decepción para ellos y no poder ser como mi hermano.
Horas después en la cena se sentía una terrible tensión y eso me impedia comer lo que mamá me habia servido.

-Comé. Dijo mi padre cuando moví mi silla para levantarme de la mesa. Su exigencia solo me hizo negar y seguir con mi tarea.
-Lauren, sientaté al menos.
Lo hice cerrando mis ojos y recargando mi cabeza en el respaldo de la silla.
Comieron ambos en silencio y mamá se levanto un par de veces para retirar los platos.
-Debemos avisarte algo. Dijo nuevamente mi padre, sinceramente sus palabras me sorprendian jamás tenía contacto conmigo, jamás me dirigía la palabra solo gruñía cuando yo topaba con algo, haciendo ruido aunque fuera imperceptible.
Asentí para que continuara y agache mi cabeza.
-Nos iremos a vivir a otra casa. Sus palabras me sorprendieron de nuevo, aunque lo que esperaba era que mamá nos abandonaba por las palabras que habían compartido anteriormente en el pasillo.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora