109

6.4K 351 2
                                    

LAUREN
Pensé que no había peor sensación que estar sin poder ver, sin poder saber que está a tu alrededor, no identificar una cara de otra, no poder apreciar un amanecer, no poder mirar a quien más amas, pero eso no se comparaba con lo que sentía, lo peor de todo era no poder sentir a esa persona junto a ti, su presencia, su olor y su risa, ¿Tenia algo de malo extrañar más su risa que otra cosa? A estas alturas había más preguntas sin respuestas, algunas más tontas que otras.
La tarde en que Camila prácticamente me había lanzado a un lado por causas que aún no comprendía, no dude nada en dejarme convencer por Marcus y regresar a Vancouver, mi corazón no lo quería pero mi mente si.
Tomé un vuelo junto a mi amigo hace ya una semana y en resumen mi vida sólo se ha tratado en contar el número de hoyos que tiene mi techo y contar el número de veces que he visto salir y meterse el sol, todo era terrible, no tenía hambre ni ganas de bañarme, cambiar mi ropa y mucho menos de ponerme en pie, mis noches habían sido peor, sin poder dormir y cuando lo conseguía despertaba sudando después de mirar en medio del sueño como alguien dañaba a Camila y a Kilian en los peores escenarios y cuando no podia hacer nada para evitarlo. Temía tanto por ellos pero a la vez pensaba que Camila jamás permitiría que el pequeño sufriera, recordé eso y pensé que quizá no lo permitía para el pero para ella si, así que decidí concentrarme en algo más antes de querer azotar mi cabeza en la pared. Miré hacía mi mesa de noche donde una botella de whisky estaba a la mitad, en realidad era de lo único que no llevaba la cuenta, había tomado mucho en los últimos días aún no comprendía por que ni estar ebria me permitía dormir mejor.
Había momentos en los que reía como una loca, es decir, era una mujer con el corazón roto pero no me imaginaba aún como era posible que me embriagara pareciendo un hombre dolido, con pocas esperanzas y tampoco resistir tantos días con resaca, insomnio y hambre, peor aún oliendo horrible. Me reía y luego recordaba el motivo de mi estado, finalmente todo se acababa cuando comenzaba a llorar, no en silencio sino a gritos, los vecinos tal vez estaban cansados. Estaba actuando como una adolescente pero es que así me sentía, estaba triste y muy decepcionada, era mi primer relación seria y la primer ruptura, peor aún era darme cuenta que había perdido a Camila. La chica de la que había estado enamorada desde siempre. El dolor de cabeza por el llanto no mejoraba y el medicamento estaba contraindicado con el alcohol así que no podía hacer mucho, no lo tomé, mis ojos lastimaban por ratos y luego los cerraba cansada. Marcus había venido a sacarme de esta situación pero lo que había obtenido había sido un buen golpe en la mejilla, el se había atrevido a juzgar a Camila, sin conocerla y sin entender todavía que era mi vida entera, ella y Ki.
Dios, Ki era otro tema, necesitaba cuidar de él y escuchar sus interminables conversaciones acerca de cómics y vídeo juegos, quería hacerme a la idea de que me extrañaba como yo a él.
Alguien tocó la puerta de mi habitación un par de veces.
-¿Que quieres?
Le grité a Marcus.
-He traído un poco de Pizza, debes comer Lauren.
-No quiero. Dije derramando algunas lagrimas, lo único que quería era alcanzar la botella y darle un buen trago.
-Entrare. Dijo finalmente y miré su cara de asco al mirarme justo igual que ayer.
-Diablos Lauren debes darte una ducha y limpiar todo esto.
Mi maleta había sido abierta y la ropa lanzada a todas partes, estaba enfadada al principio, justo al llegar al departamento. Mi amigo me abrazo durante horas, ahora la ropa estaba tirada por toda la habitación, restos de comida y botellas vacías.
-No lo haré y será mejor que salgas. Mis palabras salieron en voz ronca, estaba cansada y lentamente me giré hacia otro lado de la cama donde no lo mirara.
-Lo harás o soy capaz de hablar con tus padres para informarles que estás en tu lecho de muerte.
-No te atreverías. Dije entre dientes y enterré mi cara en la almohada.
-Si lo haré, Lauren estas en la peor situación y no saldrás hasta que aceptes todo, la vida no acaba sólo por que hayas terminado algo.
-La amo, ¿Es tan difícil de entender?
-Bueno pues precisamente por eso debes recuperarte de esta y demostrarle que tu si eres capaz de enfrentar miedos y demás, venga métete al baño.
Sentí como se sentó en la cama a mi lado y dió algunas palmadas en mi espalda.
Suspiré cansada.
-¿Tu crees que ella me acepte de vuelta? Quiero decir me vine sin avisarle y siento que no debí hacerlo.
-Lo necesitaban ambas, deja que arregle las cosas y luego podrán estar juntas.
Quité las sábanas de mi cuerpo y con un poco de mareo me metí al baño.
-Venga bañate te espero en la sala, debo decirte algo sobre el libro.
Me dijo comprensivo Marcus al otro lado de la puerta.
Aún en la tina no pude evitar llorar, necesitaba el abrazo de alguien, pero ese alguien estaba muy lejos y ni siquiera estaba segura de que quisiera darmelo.
Lavé mi cuerpo con lentitud y terminé enrollandone en la toalla, caminé con cuidado por la habitación, un vaso se había roto por accidente, o eso creía así que no quería clavarme un cristal.
Cuando me vestí sólo tomé unos jeans azules y la primera playera que encontré, tomé unos deportivos que usaba cuando era más joven, aquellos que Judith me regaló en un cumpleaños. Cuando me miré en el espejo me asusté, las manchas oscuras bajo mis ojos hacían seña de las malas noches que había pasado. Lucía más delgada y mi cabello estaba completamente desordenado, sin brillo y parecía caerse con facilidad.
Mis ojos verdes estaban irritados y daban algunas latidos por el dolor, caí en cuenta de que beber y no dormir no le hacían bien a mis ojos.
Respiré hondo y bajé los escalones algo distraída, cuando Marcus me miró se sorprendió.
-Pensé que no funcionaría.
-Ya vez que si. Le dije para luego ir a la cocina y tomar casi dos litros de agua, me sentía deshidratada, con la garganta seca y un sabor terrible.
-Dios, te vez muy decaída amiga.
-No hace falta que me lo digas en voz alta.
-Lo siento, sólo quiero que te des cuenta de las estupideces que haces.
Se acercó a mí para darme un abrazo reconfortante, yo me acomodé en su cuello para soltar algunos sollozos.
-Tranquila, todo mejorará créeme cariño.
Asentí con la cabeza y permanecimos ahí juntos por minutos.
-Te prepararé algo decente de desayunar, limpiaremos el departamento y conseguirás comunicarte con ella.
-¿Que?
-Eso, que para que estés tranquila habla con ella y preguntale con esta.
-Es mala idea.
-Vale entonces contacta a su hermana.
Contactar a Sofía no parecía mala idea pero aún asi no estaba segura de tener su número registrado. No lo tenía, jamás se lo pedí, sólo le di el número de la oficina de Camila. Pensé por un buen rato mientras miraba como Marcus preparaba algo en la estufa.
Claro, lo mejor era llamar a Amy, preguntar por ella y luego lograr sacarle la información acerca del número de Sofía. Algo conseguiría, de lo que si estaba segura era de que no deseaba hablar con ella directamente. No me parecía algo bueno.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora