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LAUREN
Si alguien me preguntará que hacía en estos momentos no lo comprendería, pasar exactamente una hora y 15 minutos de mi vida mirando a alguien era bastante raro.
Todo era gracias a la buena noticia sobre la boda. Camila había fijado fecha y faltaban 3 meses, pero seguía sin creerlo.
En primero por que durante mis últimos años estaba muy segura de jamás casarme ni tener hijos, ni siquiera dos perros llamados Lolito y Maní. Ese nombre puesto por Kilian sólo era en respuesta al odio que tenía su tía Sofía al maní, por una reacción de hipersensibilidad que le provocaba apenas tocarlo, para el era muy gracioso. Así que durante la cena siempre jugábamos ambos a pasarnos la crema de maní, yo pasaba el frasco y el pasaba al perro. Camila odiaba que lo hiciéramos pero era divertido molestarla.
En fin, todo estaba cambiado demasiado rápido y por ejemplo hoy, en fin de semana Camila había invitado a mis casi suegros a una comida en el jardín, mientras preparaban todo ahí afuera yo observaba todos los movimientos de mi prometida por la ventana.
Marcus se reía de mi por que estaba muy nerviosa, me preocupaba por hacer la mejor ceremonia para Camila y sobre todo con la presión de escribir el mejor libro de mi carrera. Kilian se mostraba estusiasmado pero a la vez algo distante, yo lo relacionaba con un forma extraña de iniciar su pubertad.
Mi chica se movía de un lado a otro sonriendo, estaba feliz y eso me hacia serlo a mi, y me hundía más, era tan perfecta que yo sólo quería lo mejor para ella.
Solté un suspiró profundo. Por otra parte mis padres se negaban a venir y aunque sea sólo para mí boda dudaban al momento de ceder. La muerte de mi hermano aún les hacia daño. Mi madre insistía en que esa casa sólo le recordaba a alguien que no quería volver a ser. Mi perdón y mi cariño ahora lo tenían pero no se animaban a enfrentar el pasado. Mi amigo estaba muy decidido a visitarme antes de la boda y quedarse un tiempo.
Un sonido en la puerta me interrumpió.
-¿Lauren?
Era Sofía, normalmente hablaba mucho con ella y nos uníamos para molestar a Ki.
-Pasa.
Sus ojos tan parecidos a Cami se asomaron por un pequeño espacio en la puerta.
-Mila me dijo que te llamara, ya casi esta listo todo para comer.
Con una sonrisa le indiqué que entrará.
-Iremos enseguida.
Sin problemas me di la vuelta para mirar una vez más a Camila y luego me concentré en guardar los pequeños renglones que había escrito.
-¿Que tanto haces?
Preguntó intrigada.
-Lo sabrás cuando este impreso y bueno observar a tu hermana ¿No es linda?
Ella rió.
-Es horrible.
Fruncí el ceño. Era mentira, era como un ángel.
-Sofía ¿Y si te dijera que tienen mucho parecido?
La miré levantando ambas cejas y esperando su gesto de molesta.
-Te diría que fue dios tratando de mejorarla un poco. Esta vez no contuve una carcajada. -Solo estas enamorada Lauren y no ves sus defectos y lo fea que es.
Cuando intenté hablar de nuevo ella me lo impidió.
-Solo estoy feliz por ustedes, me refiero a que han pasado muchas cosas en tan poco tiempo y aún están juntas, ella esta radiante Lauren como nunca.
Con una sonrisa sincera me dió un beso en la mejilla. Ambas salimos de mi santuario después de contar otros chistes.
Casi por salir al jardín me habló de nuevo.
-Quiero un sobrino más.
Exigió.
-¿Puedes tranquilizarte?
Se cruzó de brazos.
No entendía por que tanta presión al pedirnos eso, es decir, los niños no nacían de la nada y para nosotras era un poco más difícil, buscar un clínica e iniciar un tratamiento de inseminación artificial que podría llevar más tiempo y ver si funcionaba.
-Muy bien Lauren, solo quita esa cara de espanto.
Salió antes que yo con una mirada sospechosa.
Al llegar a la mesa y tener a Cami frente a mi sirviendo platos y dando una charla entretenido no pude contenerme así que la tomé de la cintura y besé su mejilla.
-Hola cariño. Adoré su voz de niña pequeña.
-Te quiero. Dije en su oído.
Mientras comimos todo me miraban extraño o tal vez era una sensación propia, traté de recordar que había hecho mal, con mi prometida o con Kilian, tal vez sólo era una mancha en mi cara. Usé la servilleta para cubrir mi boca y limpiar.
Ki tocó mi brazo.
-¿Que pasa?
-Mamá no está comiendo bien. Dijo en susurro.
Estaba bastante claro que todos habían escuchado en la mesa. Cami por supuesto negó de inmediato y comenzó a comer. Ya lo había notado, no sólo esa tarde sino en días previos. Perdía el apetito y se levantaba al baño por las noches.
-¿Pasa algo?
Pregunté a su costado.
-No, estoy bien.
Todos se movieron incómodos en sus sillas, algo pasaba y era evidente que lo sabían menos Ki y yo.
La tos de Alejandro se escuchó demasiado fuerte, la carne no estaba muy blanda, debía relacionarse con eso.
Camila decidió por fin ir por el postre. Mientras ella iba a la cocina aproveche el momento.
-¿Alguien me contará que esta pasando?
Solo silencio y muchas miradas.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora