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CAMILA
Era por fin sábado y ahora trataba de limpiar la casa, me sorprendía la capacidad que tenía Ki para ensuciar todo y sacarme de mis casillas. Recordé a Judith decirme de vez en cuando ~el no será ordenado hasta que te vea a ti serlo~ sonreí, era verdad, siempre mantenía el desorden y ahora el seguía mis pasos.
Entre a la sala buscando el teléfono que sonaba en alguna parte pero me tropecé, miré al piso y lo vi.
-Ki, ven a recoger uno de tus patines cariño.

-Si. Gritó desde donde estaba.
Tomé el teléfono algo apresurada.

-¿Diga?

-Hola Cami.
Reconocí su voz de inmediato.

-Hola Ed ¿Cómo estas?

-Muy bien, oye llamaba para saber si tendré que cuidar al diablillo ese fin de semana.
Cierto ya no recordaba la reunión de trabajo, que desafortunadamente había cambiado para una cena formal en un restaurante caro de la ciudad, no tenía donde dejar a mi hijo.

-Si, ya te lo había pedido.

-Lo sé, es que no podré.
¿Qué? Grité mentalmente.

-Vaya eso complica algo las cosas, Ed no te preocupes ya lo solucionaré ¿Si?
Pasó los siguiente minutos tratando de disculparse pero no debía hacerlo, en ese momento llamaron al timbre
Todos se ponían de acuerdo para complicar mi día. Noté el otro patín de Ki frente a la puerta principal.
-Ki, suficiente ven aquí.
Abrí al momento en que intente hacer a un lado el patín.

-Hola vecina.
Su voz me hizo levantar la vista.

-¿Lauren? Dije sorprendida mientras ella esbozaba una de sus sonrisas.

-Si, soy yo.

-¿Espera que has dicho antes?

-¿Hola? Contestó graciosa, yo levante ambas cejas. -Vecina.

-¿Pero que haces aquí? Le pregunté de nuevo algo insegura.

-Vine a pedirte azúcar.
Me extendió la típica taza para el azúcar, sin embargo, no era eso lo que miraba todavía no entendía eso de vecina.

-Claro...yo. Dije tonta.

-Llegué hace unas horas y bueno aún me estoy instalando así que no tengo comida solo un poco de café pero no azúcar.
Me dió otra sonrisa y se encogió de hombros para extender de nuevo la taza, fijé mi vista al objeto y enseguida la tomé, llegué a la cocina mientras con manos temblorosas trataba de poner algo dentro.

LAUREN
Debo admitir que la cara de Camila al verme en su puerta fue muy divertida, la sorprendí y me sentía satisfecha.
Entre al notar que ella no me invitaría a pasar.
Ki salió por el pasillo en ese momento y su sonrisa brillo al verme.
-¡Lauren! Gritó estusiasmado.
Me pusé a su altura y sin pensarlo el corrió a mis brazos.
-¿Cuando has llegado? me dijo mamá que estabas fuera de la ciudad.
Preguntaba entusiasmado.

-Si, pero ya he regresado y bueno...estaré justo en la casa de a lado.
Ki tomó mi mano más que feliz y me enseñó como habían decorado la sala, ahora los muebles de Judith están acompañados por otros más.

-Sientate. Dijo por fin cuando regresamos a la sala y finalizando el pequeño tour por toda la casa, Camila solo se mantuvo al margen y comprendió que la taza de azúcar no iba a ser necesaria.
El pequeño entró a la cocina donde Camila horneaba galletas.

-¿Ya están listas mamá?
Escuché la charla en la cocina y me reí cuando Camila respondió reprendiendolo. -Me asustaste Ki.
Ambos soltaron una carcajada y en segundos ambos se encaminaban con dos tazas y una bandeja llena de galletas.

-Gracias por invitarme Ki. Le dije al niño lanzando una indirecta a Camila, quien solo asintió a Ki cuando le dijo que me había invitado a cenar.

-No es nada. El comía distraído mirando algo en la televisión, justo en medio de ambas, Camila parecía hacer lo mismo pero en cuanto sentía su mirada yo volteaba a propósito y ella fingía mirar algo más.
Al final de una película, se habían acabado las galletas y mi café así que me pusé de pie.
-Bueno creo que es hora de que me vaya.

-Quedate un rato más podemos usar el videojuego. Insistía Kilian pero me bastaba con mirar la cara de Camila y negar la invitación.

-Ya es tarde, quizás mañana te vea ¿Te parece?

-Bueno. Dijo triste y salió de la salas. 
Camila comenzó a limpiar la estancia y sin dudar le ayudé a llevar las tazas vacías a la cocina.

-Yo ya me voy. Dije mientras ella lavaba y me miró segundos después.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora