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LAUREN
Después de la cena Camila y yo volvimos a la recámara. Era muy probable que yo tuviera una sonrisa boba en los labios mientras miraba su silueta moverse de un lado a otro al hablar por teléfono.
-Sofía, solo pásame a mamá, necesito hablar con ella.
Soltó una risa graciosa.
-Por fin, bien mamá, ahora esta mucho mejor recuperándose.
-Te manda saludos mi mamá. Dijo para mi y asentí.
-Dice que igualmente, no lo sé tal vez por la noche.
Cuando pronunció eso mi corazón se hundió. No quería que se fuera y me dejara. La necesitaba tanto. Recargué mi cabeza en la cama.
-Listo, dice que Ki esta bien, viendo películas con Sofía y buscando algo que hacer.
-Es un niño de cuidado, quizá debiste traerlo, lo extraño mucho.
Hice un puchero o al menos un intento.
-Dios, lo extrañas más a el que a mi.
Renegó.
-Ahora Lauren dime la verdad acerca de esta pijama tan fea ¿La usas desde hace semanas?
Me reí sin poder evitarlo, el color amarillo no le gustaba mucho pero para mi resultaba práctico, por que reconocía el color con facilidad.
-Me la pusé ayer te lo juro.
Levanté la mano a modo de juramento.
-Bien, iré a traerte otra.
Minutos después me ayudo a cambiarme, sus dedos me hicieron cosquillas en mi abdomen.
-Ya basta, no quiero ir al baño de nuevo.
Se río para luego separarse.
Estaba ahí frente a mi quitándose la ropa y yo no podía admirarla, no al menos de forma clara, solo borrosa y su silueta perfecta.
-Necesito dormir.
Bostezo, me guió al baño para lavarme los dientes al igual que ella.
Al finalizar me dió un tierno beso en la mejilla.
-Venga, quiero que me abraces.
Los pequeños y pocos pasos hacia la cama me parecían eternos.
Me recosté de lado para poder abrazarla.
-Dios, te extrañaba tanto aquí, Cami por favor no te vayas tan rápido.
Le supliqué besando su cuello.
Un suspiro salió de sus labios.
-Mmmhh vamos a dormir y mañana hablamos sobre esto.
Estaba quedando dormida. Minutos después su respiración se hizo lenta y tranquila, acaricié su cara por un rato hasta que sin poder evitarlo caí dormida también.
Algo me estaba haciendo cosquillas sobre la nariz y en un intento por quitarlo golpie a Camila con mi mano.
-Auch. Se quejó.
-Lo siento bebé es que tu cabello me hace cosquillas.
Se removió para darme espacio.
-Debemos levantarnos. Su voz me parecia demasiado linda al despertar.
-No, quiero quedarme aquí por siempre. Le dije.
No era posible. Me senté para restregar mi ojo libre.
Mi visión cercana había mejorado, tal vez dormir me ayudaba bastante.
Me giré para mirarla. Sin dudar un segundo me lancé sobre ella.
-Wow ¿Que pasa? Preguntó riendo.
-Puedo verte un poco más, tu cara, tus ojos y tus labios, eres perfecta amor.
Me incliné para besar sus suaves labios
-Te amo. Dijo ella.
Comencé a besar sus labios con desesperación, tomé sus mejillas y traté de unirnos más, casi recuperando las dos semanas sin ella. Sostenía mi cabello con fuerza mientras yo me enrede en su piernas. Gimió.
-Lau. Pidió mi atención cuando adore su cuello. -No es buena idea, tus padres deben estar despiertos.
-Shhh. La callé con un beso.
Con seguridad levanté su pijama por su cabeza hasta quitarla. Estaba mirando su piel, no podía desperdiciar ese tiempo y necesitaba hacerla mía de nuevo. Mirar su boca mientras la hacia venirse.
Estaba sin sostén y fue el regalo más maravilloso de la mañana. Tomé sus pechos con ambas manos, para acariciar suavemente su punto más sensible. Mordía su labio inferior reprimiendo un gemido más alto.
Con cuidado llevé mis labios hasta su pecho y lo metí en mi boca, pasando mi lengua por el, sabía a algo dulce y parecía que se derretia en mi boca.
Mi mano se dirigió hacia abajo rozando su ombligo y entrando en su pequeña prenda para dormir. Luego toqué un par de rizos que estaban creciendo de a poco, un calor intenso invadió mi nuca cuando sentí sus pliegues sobre mis dedos, estaban húmedos y calientes.
Seguí besando su otro pecho, mi mano tocó su clitoris con insistencia, tanto que la hizo tener un primer orgasmo. Su frente estaba también húmeda y respiraba con dificultad.
-Hermosa. Llegué hasta sus labios para besarla.
Mis dedos encontraron su entrada, realmente húmeda. Introduje dos de ellos en su interior, haciéndola gemir en mis labios.
-Shh...
-Lau, no me hagas esto, no podré resistir y no quiero gritar. Susurró cansada.
Seguí con mi trabajo.
-Esta bien amor.
La hice callar, mientras comencé un ritmo rápido al penetrarla. El sonido era excitante. Su respiración entre cortada y el sonido que hacían mis dedos con los movimientos me pusieron bastante. Tanto que cuando ella llegó yo también lo hice, por que sin querer había estado rozando mi centro en su pierna.
-Mmmhh.
-Eso es, esta bien dejalo ir bebé.
Besé su mejilla con cariño y aún con sus ojos cerrados me sonrió. La besé como si no hubiera un mañana y me acosté a su lado para atraerla a mi pecho.
-Lo necesitaba, necesitaba hacerte el amor Cami. Susurré en su oído, un toqué en la puerta nos hizo saltar.
-¿Hija? Era de nuevo mi madre.
Cuando iba a gritar que me dejará en paz, Camila cubrió mi boca.
-Hola Clara, Lauren aún esta dormida. Gritó, aunque su voz salía con dificultad no fue notable que acababa de tener un orgasmo.
-Muy bien, solo no la dejes dormir demasiado y las espero para desayunar.
Retiré su mano de mi boca al darle una pequeña mordida. -¿Porque me hace esto? Dije fastidiada por la interrupción.
-Debemos estar en la cocina ahora, anda debes tomar un baño.
Al meterme en la ducha, pensé en invitar a mi novia un rato pero sabía que se negaría, por que no ibamos a estar a tiempo para desayunar.
Minutos más tarde caminamos como ayer hasta el comedor, pero esta vez hubo una silla más ocupada.
-Camila. Marcus la saludó encantado.
-Hola ¿Como estas? Le preguntó mi chica.
-Ahora mucho mejor, así como Lauren gracias a ti.
Solté una risa sarcástica y la alejé de mi amigo. A veces resultaban muy apegados y sentía celos.
-Tranquila Lau, tu sabes que respeto mucho nuestra amistad pero en cuanto termine contigo ire por ella.
Esta vez los dos rieron bajo.
-Ja ja, venga, tu a mi lado amor. Jale a Camila hacia una silla a mi costado. Haciendo reír a todos con mi actitud de protección.
Mis padres compartían una platica con Marcus acerca de lugares cercanos para esquiar, mientras Camila sonreía cuando mencionaron que a Kilian le encantaría conocer esos sitios. Aunque me esforzaba demasiado no podía dejar de verla. Su perfil era simplemente hermoso y más cuando sonreía.
Una voz cerca a mi oído me sorprendió.
-Mierda. Grité.
Marcus comenzó a reír por mi expresión.
-Eres muy fácil de asustar querida o quizás es la distracción.
Me dí la vuelta en mi lugar para golpearlo.
-Dejame en paz Marcus. Reclamé.
Estaba tan embodada mirando a mi novia que no me dí cuenta cuando mi amigo se pusó de pie y tomó el tiempo para sorprenderme. Me estaba enfandando en serio pero sentí un beso en la mejilla.
-Ya amor.
Camila me susurró y con su nariz me acarició la mejilla. Marcus rió de mi durante todo el desayuno.
Para la tarde el peso de saber que Camila se iría esa noche me aplastaba. Mi pecho dolía en serio, no quería que se alejará de nuevo de mi lado, no, menos cuando pude saber que se sentía al no tenerla unas semanas.
Permanecí quieta en la sala junto a Marcus, yo descansaba mi cabeza en el sofá y mi amigo veía algo en la televisión.
-Venga, debes animarte. Dijo Marcus.
Escuché la voz de mi madre y Camila en la cocina, mamá compartía con mi chica algunas recetas.
Gruñí bajo por el comentario de mi amigo.
-Camila no va a tolerar mucho tu mal humor, además no entiendo por que en vez de lamentarte tanto mejor vas a preparar tus maletas y consigues tu vuelo.
-No quiero molestar tanto y además Camila no lo ha ofrecido, soy como un bebe, casi dependiente de alguien totalmente.
-Pues de Camila. Soltó en burla.
-Hablo en serio Marcus, me siento como una tonta.
-Lo eres. Se burló más alto.
Tomé uno de los cojines en el sofá y se lo lancé a la cara.
-Vale, amor y paz, solo es un consejo Lau.
Quería irme, claro que lo deseaba, casi tanto como se quedará, pero a la vez pensaba que no era muy útil y resultaría un obstáculo en la rutina diaria de trabajo con Camila y más si tenía que llevar al colegio a Ki.
Recordé como había sido que conocí un poco más a Camila hace años. Mis padres solían dejarme sola por el fin de semana completo en casa y sobrevivia, pensar en estar de nuevo así me hizo sentir escalofrío.
Hacía tanto de eso pero el miedo a estar sola se sentía igual, sin ella.
Me ergui para ponerme de pie. Cuando iba a dar un paso Marcus me detuvo.
-Casi chocas con la mesita.
Sin más, tomó mi mano para ponerla en su hombro y ayudarme a caminar. Sonreí.
-Solo necesito el teléfono.
La llamada había sido un poco tardada pero finalmente obtuve lo que quise. Tenía dos boletos para el vuelo, aunque un poco más tarde de lo esperado. Solo faltaba un cosa. Platicar con Camila y mis padres sobre lo que quería hacer.
Desde luego alguno de ellos se iba a oponer, sobre todo por que el doctor había dado indicación de reposo y estar en su clínica en dos semanas. Pero yo no quería eso.
Marcus me miró asustado.
-Ammm supongo que es mejor primero hacer tu maleta.
Asentí, mi padre no estaba en casa así que esperaría a que llegara para contarles todo.
Marcus y yo entramos a mi habitación en silencio, con su ayuda hice mi equipaje. Todo marcho bastante bien, hasta que Camila entró a la habitación sorprendiendo a ambos.
Mis manos comenzaron a sudar, su cara demostraba un desconcierto tratando de descubrir el significado de la maleta junto a la puerta. Por segundos miró a Marcus buscando una respuesta pero al no encontrarla se centro en mi, sus ojos café me miraron fijamente.
-¿Que es todo esto?
Su voz no sabía que significaba, asombro, enojo o interés.
Mi amigo aclaró la garganta para solo salir de la habitación sin decir nada.
~Maldito cobarde~ dije en mi mente. Primero me ayudaba a convencerme de ir junto a ella sin consultarla y luego me dejaba sola en medio del lío. Había sido mucho más fácil la etapa uno del plan, solo llamar y conseguir el vuelo pero ahora todo se complicaba con la segunda parte.
Respiré profundo.
-IrecontigoCami. Dije con voz débil y apresurada.
Su ceño comenzó a adoptar una situación en la que podía leerse su desconcierto.
-¿Como? Preguntó de nuevo poniéndose nerviosa.
-Ire contigo.
Sus ojos fueron de mi hacia la maleta y luego regresaron a los míos.
Caminó hacia la cama para sentarse y siguió negando con la cabeza.
-Lauren, yo sé que no tomamos el tiempo de hablar...pero aún así las cosas estan demasiado claras, tu no puedes viajar ahora y yo no tendré el tiempo para estar contigo todo el día, no puedo permitirme descuidarte, estaría más tranquila si te quedas con tus padres hasta tu recuperación o al menos para la visita al doctor en unas semanas.
Esta vez fui yo quién negué.
-Camila, es que cuando te digo que iré contigo no es pregunta es una afirmación.
Traté de sonar muy segura de lo que decía.
-Esta bien, si te pondrás en ese plan no queda opción.
Se pusó de pie hasta llegar a mi. -Lau si no haces caso en lo que te pido entonces dejaré de venir a verte ¿Lo entiendes?
Quise reírme de su expresión, trataba de hacer parecer que me amenazaba o ponía una sentencia.
De cualquier forma ya los pasajes estaban para ambas y yo no cambiaría de opinión.
-Y a mi no me dejas otra opción más que de obligarte a llevarme contigo.
Esta vez le dí la espalda y quise acercar la maleta más a la puerta.
-Lau. Dijo con voz suplicante.
-Cami. Hice lo mismo.
Un suspiro cansado salió de sus labios.
-Camila, esto es un hecho por que....yo...
No sabía como decir que todo estaba arreglado para que me llevará.
Levantó ambas cejas y se cruzó de brazos esperando a que yo terminara la frase.
-Yo...bueno. Toqué mi cabello un par de veces.
-Conseguílosboletosparaelvuelo ytuvequecambiareltuyo.
-¿Que? Soltó preocupada.
-Salimosencincohoras. Dije temerosa y bajando la mirada a mis pies.
-¡Deja de hablar así! Gritó en lo alto sorprendiendo a mi cuerpo.
Comenzó a dar vueltas por toda la habitación mordiendo sus uñas. Por fin se detuvo para mirarme una vez más.
-Eres increíble, decides de nuevo sin mi, sin preguntar que pienso de todo esto y menos en que la hora de mi vuelo era muy importante para estar a buena hora en casa.
Salió del sitio dando un portazo.

CAMILA
Pero que increíblemente que era, al salir me topé con Clara observando preocupada hacia la puerta.
No sabía que hacer, si dejarle el camino libre o hablar con ella.
Apenada por los gritos me disculpe.
-Lo siento Clara.
Ella negó para luego tomar mis manos.
-Esta bien, supongo que alguien debe poner en su lugar a esa cabezota.
Me sonrió de manera comprensiva para luego reír. Con algo de pena la seguí.
-¿Que hizo ahora? Preguntó rodando los ojos.
-Dice que irá conmigo y ha cambiado los boletos del vuelo sin consultar antes ni preocuparse por su salud.
Mi voz aún era muy tensa.
-Siempre lo hace, hablaré con ella creo que estoy más acostumbrada a verlas felices.
Asentí para soltar sus manos, Clara entró a la habitación dejándome intranquila ahí afuera. Lauren definitivamente era idiota. Luego negué cuando pensé que eso la hacía insultarla y no me gustaba hacerlo.
-Pero es que si lo es. Susurré para mi. Apenas y llevábamos horas después de la reconciliación y ya había hecho algo para hacerme enfadar.
Claro que quería que se fuera conmigo pero no ahorita, no cuando aún faltaba que estuviera mejor, después de asegurarme de que no corría ningún riesgo.
Me estremecí cuando Lauren levantó la voz al discutir con su madre. Algunos gritos después y el pomo de la puerta se giró. Esperaba ver a Clara salir de ahí muy enojada y hechado humo. Pero me sorprendí, era Lauren, salió casi tropezando por la puerta y de prisa. Al verme ahí se detuvo.
Nos miramos por un rato sin decir nada hasta que sentí sus brazos en mi cuerpo.
-Llévame contigo Cami.
Suplicó con lágrimas.
-Hey no llores, no creo que sea bueno para tus ojos.
La abracé contra mi como si fuera una niña pequeña, así la sentía, indefensa y sin saber que hacer. Me dolía mucho verla tan vulnerable, siendo la vieja Lauren, llena de inseguridad como lo había temido.
-No te trató tan mal Lauren. Dijo Clara a nuestra espalda. Yo reí bajo, a la vez resultaba gracioso que actuara así, como si ahí alguien la tratara mal, pero era todo lo contrario jamás había visto a sus padres tan preocupados por ella, por su hija de 30 años que actuaba como una de 15.
-No quiero hablar contigo.
Sollozo. Hice una cara tierna hacía Clara.  Con dificultad pude caminar con Lauren hacía la sala y ayudarle a sentarnos.
Estaba sufriendo con ella, con seguridad tomé el teléfono.
-Esta bien, hablemos con el doctor y escuchar que opina.
-Iré contigo. Dijo una vez más enfadada.
-Lauren, solo quiero saber que opina.
Clara me pidió el teléfono y yo se lo dí. Marcó el número escuchandose el primer timbre y luego la contestación del doctor.
Ella escuchó atentamente lo que el doctor decía al teléfono.
~Lauren quiere salir de la ciudad~ fue lo primero que le dijo.
Fue bastante entretenido hablar a Clara con el doctor y a Lauren tratando de seguirla para que le comunicará al doctor. Michael entro en ese momento a la cada y se asustó al instante, sabía que algo le pasaba. Llegó hasta mi saludando con un movimiento leve de la cabeza.
-¿Me podrías decir lo que pasa?
-Lauren compró un boleto para viajar conmigo.
Se cruzó de brazos esperando igual que yo.
Colgó Clara el teléfono.
-¿Y? ¿Porque no me dejaste hablar con el?
-Ha dicho que esta bien, que te pondrá en contacto con un colega que puede revisar tus ojos estando alla y que debes reposar, nada de intentar descubrir tu ojo.
Una sonrisa se extendió en la cara de Lauren. Casi como una niña pequeña.

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