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CAMILA
Me quedé sin respirar y después de comprender busqué su mirada en la oscuridad. ¿Le gustaba? Supusé que así era, ya me había confesado que era importante para ella, sus celos y ahora esto. ~Haz algo, no te quedes callada~ me dije en la mente. Podíamos intentar acercarnos, yo también me sentía atraída por ella, como hace años, solo que la tenía aquí frente a mi en una faseta más completa. Por fin creí en lo que me había dicho ese día, le había hecho bien irse para regresar siendo ella ahora.

-Tu también me importas y...bueno ya no quiero discutir contigo, es tu vida y no tengo derecho a reclamarte nada.

-Puedes hacerlo a mi me gusta. Dijo y soltó otra risita, por fin me miró.
Necesitaba hacer algo, quería demostrarle que de verdad me importaba y que lo que había hecho por mi hoy era increíble, se lo agradecería siempre. Mordí mi labio inferior por instinto y ella comenzó a acercarse a mi desde donde estaba sentada en la cama. Ambas estabamos ya casi juntas, sus brazos se colocaron a un lado de mi cuerpo y acercó su boca a la mía. No dejamos de mirarnos fijamente.
Solo faltaban unos centímetros y podríamos juntar los labios, una pequeña distancia y podría volver a sentirla, lo anhelaba.
Soltó un suspiró y se inclinó para rozar levemente sus labios con los míos, yo intenté acercarme pero en ese momento alguien abrió la puerta de la habitación.

-¿Mamá?
Lauren se reincorporó de la cama al escuchar la voz indistinguible de Ki. Yo llevé mis manos al pecho y traté de actuar normal.

-Hola cariño. Lo saludé.
Buscó el apagador de luz y encendió la lámpara. Su sonrisa era demasiado grande y miró a ambas sospechando de algo. Tiempo atrás Ki y yo habíamos discutido el tema incomodo sobre una de sus compañeras de clase, la niña les contó que tenía dos padres, en un principio yo tuve una cara incomoda pero solo me basto recordar lo que había sentido por Lauren, una chica y tuve las palabras perfectas para explicarle que había personas especiales que no distinguían diferencia entre los sentimientos hacía una chica o un chico, así que el amor se presentaba de diferentes maneras, era normal que dos chicas o dos chicos se enamoraran y decidieran formar una familia, el desde luego sonrió y terminó confesando que a el le encantaría verme con alguien enamorada y que si fuera el caso no le importaría que fuera una chica. Él ahora lo entendía, me conocía muy bien y parecía leer mis sentimientos a la perfección, sabía que miraba a Lauren con distintos ojos y seguro notaba que suspiraba al verla. Era obvia la mayoría de las veces.

-¿Qué ocurré Kilian? Dijo Lauren con una voz nerviosa, la miré y sus mejillas estaban enrojecidas.
El solo la miró y sonrió más, le caía bien y para el representaba un nuevo prospecto para mi, quizás veía algo que yo no. Ahora sabía que estaba interesada en mi pero también que temía por la situación con mi hijo. Ambos se miraron por unos segundos, el trataba de descubrir un secreto o quizás ya lo sabía y necesitaba que Lauren estallara y confesará.

-Creo que Aiden esta en casa, esta su auto fuera. Ki dijo por fin.
Me incorporé de la cama y le hice una señal a Lauren esperando obtener una respuesta. Ella levantó sus cejas y asintió, ya podíamos ir a casa.

-Bien, quiero ir a casa para buscar algo que debo mostrarle a Lolo.
El apodo me hizo sonreír, aún recordaba que de pequeño intentaba llamarla así, cuando aún experimentaba los inicios de su habla.

-Muy bien, entonces vamos.
Tomé su mano y el me abrazo.

-¿Ya estás bien? Dijo dudoso y con preocupación en sus ojos.

-Si cariño, mucho mejor.
Los tres salíamos de la casa y nos dirigimos a la nuestra, mi corazón volvió a latir con fuerza al recordar los hechos de la tarde. Lauren pareció notarlo y pusó su mano en mi hombro para indicarme que aún estaba aquí.
Cuando entré mire como Aiden estaba sentado en el sofá, la mesa de centro ya no estaba y tampoco un jarrón, todas las fotos estaban en su lugar a excepción de una. El marco estaba roto ahora y suplicaba para que Ki no lo notará. Tendría que comprar uno nuevo para ponerla, a el le encataba.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora