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LAUREN
Camila se debatía entre ir a golpear a Sofía o no dañar los sentimientos de Kilian. El pobre parecía resentido.
Me miró a mi por segundos pero luego se fijo en el vientre de su madre.
-Ki ven aquí.
Con un esfuerzo enorme llegó hasta nosotras suspirando pesado.
-Pensé que estabas interesado en tener un hermano.
Dijo Camila a su altura, acariciaba su cabello como si aún fuera el pequeño que cargaba en brazos.
-Si lo estoy solo que no sabía que se sentía así. Terminó.
Me agache hacia su frente para dejar un beso.
-Ki, tener un hermano no es tampoco fácil, todos pasamos por algo así, tu mamá lo vivió cuando nació Sofía te lo aseguro y bueno aunque a lo mejor sientas alguna emoción interna cambiará, serás el hermano mayor y te aseguro que de los mejores, antes de que saques conclusiones te amamos por igual y siempre será así.
La hermosa mujer a mi lado limpiaba sus lágrimas con rapidez para luego abrazarse a Kilian.
Comenzó a reír como tonto.
-¿Ahora que?
-Parezco un bebé. Susurró para que nadie más le escuchara.
-Lo eres mi amor, mío.
Entre risas salimos al jardín donde todos nos prestaron atención por un rato, Alejandro con algo de pena se acercó a mi para felicitar y me dirigió una mirada penetrante, como diciendo: pobre de ti si algo les pasa.
Sinu en cambio sonrió tranquila y luego me abrazó.
El postre esta vez fue servido por Sofía quien bromeó diciendo que si iba de nuevo su hermana terminaría arrojando la vajilla completa al piso y me contaría que tendría gemelos. Me reí forzada, de por si tener un bebé me estaba enloqueciendo no quería saber que se sentía con dos.
Cuando al fin todos se fueron sólo Camila y yo permanecimos abrazadas y sentadas en los escalones hacia el patio, se estaba ocultando el sol así que el viento pegaba en momentos fresco.
Con Camila en mi regazo y de espaldas a mi trató de cubrirse con mis brazos.
-¿Lau?
-¿Hmmm?
Besé su nuca.
-Ahora que lo sabes tendrás que ayudarme en varias cosas.
-¿Como que? Le dije curiosa.
-Deberás soportar que quiera vomitar cada vez que como y cuando tenga antojos tendrás que conseguirlo para mi, sin importar la hora.
Carraspié la garganta.
-¿Así que esos son los privilegios de estar embarazada?
Asintió con un movimiento de cabeza.
-¿Porque no me dejaste a mi intentarlo entonces?
Se rió.
-Eres tan nena que no te atreverías.
Era verdad, tenia mucho miedo a todo lo que se relacionaba con bebes y seres indefensos. El miedo a dañarlos mientras no veía estaba aún conmigo.
Mis padres pensé, debía decirles cuanto antes. Se llevarían una sorpresa más grande y ni hablar de mi mejor amigo. Jamás lo imaginaba, yo habría casi jurado ante el que a partir de la cirugía y recuperar mi independencia sólo me dedicaría a salir con chicas, escribir y disfrutar la vida. Casi era igual sólo que lo de chicas lo cambiaba por un chica realmente hermosa y madre de mis futuros hijos. Recargue mi frente en su espalda cuando use el plural. Hijos.
Sin duda en algún momento debía aceptar lo que Camila me decía e intentar convertirme en madre.
Mientras cerré los ojos un sueño enorme me invadió. Así que me acurruque en su cuerpo.
Cuando desperté minutos después Camila seguía recargada en mi, esta vez su cabeza en mi hombro, estaba dulcemente dormida. Con cuidado de no despertarla y con fuerzas que jamás pensé tener la metí a la casa y después a la cama arropandola.
Al pasar frente a la habitación de Ki lo miré muy pensativo. Solo miraba al techo y lanzaba una pelota pequeña al aire, tratando de atraparla de regreso.
-¿Ki?
Lo asusté, la pelota golpeó su frente.
-Lolo. Quejandose.
Entre a su habitación cerrando la puerta. Aun estaba decorada con dibujos animados pero todos los juguetes y pinturas comenzaban a sobrar ahí. Estaba más que segura que todo estaría diferente en unos años, tal vez sus grupos favoritos y estampillas adornarian la pared.
-¿Estás bien?
Negó.
-No sé, quiero un hermano pero no se que deba cambiar ahora.
-Nada Ki, te diré la verdad también me tomo por sorpresa, pero no sabes cuanto lo espero ¿Puedes imaginar una pequeña niña igual que tu madre? Con coletitas y llevando un osito de peluche a todas partes.
El rió imaginando.
-O tal vez un pequeño siguiendote a ti para que lo enseñes a andar en la Skate, claro sin que se de cuenta la chica gruñona.
Asintió con un brillo especial en sus ojos. Me abrazó por un costado.
-Ki sigues siendo nuestro bebé cariño, no cambiará nada te lo aseguro y bueno precisamente te estaba buscando para hacer ronda de vigilancia a tu mamá, ya sabes mientras yo no esté y si fuera el caso, lo haré yo si tu no estas.
Me guiñó y confiado hizo un saludo de soldado.
-¿Quieres que te lea un cuento?
Le pregunté en juego, para mi sorpresa el asintió. De pronto lo tenía a mi lado dormido. Sus cabellos castaños y casi ondulados brillaban con la luz de la luna. La ventana estaba abierta y un viento entraba causando que se erizará mi piel. Después de arrullar un poco más a Ki me acerqué para bloquear la ventana. Sonreí como tonta al reconocer que el seguía siendo pequeño aunque tratará de demostrar lo contrario. Era importante en su vida y el en la mía.
Besé su mejilla al salir.
Cuando regresé a la cama Camila no estaba. El baño parecía estar con la luz encendida así que supuse que estaba ahí, pasaron los minutos y con pijama puesta decidí acercarme y mirar por que tardaba tanto.
Apenas la miré en el piso me quede petrificada. Fue un quejido bajo que salio de sus labios lo que me hizo reaccionar. Estaba ahí en el piso del baño inconsciente o al menos eso parecía. Nerviosa la intenté levantar pero fallé.
-Cami, por favor mi amor, despierta.
Di golpecitos en sus mejillas como miré alguna vez en la televisión. Las manos me sudaban y los latidos en mi pecho eran rápidos.
-Me estas asustando Cami, despierta.
Miré hacia todas partes del baño buscando algo para ayudarla.
Justo cuando intente apoyarme en pie para buscar el teléfono y llamar a una ambulancia despertó.
-Hmmm...
-¿Cami? ¿Amor?
La llamé desesperada, necesitaba que me hablara o hiciera algo para indicarme que estaba ahí.
-¿Cami? Mis lágrimas brotaban sin parar de mis ojos. Exhausta las limpié molesta y esta vez logré volverla en si.
-Lauren. Se quejó.
Con cuidado la llevé hacia la cama.
Estando ya en un lugar más cómodo me miró apenada.
-Tenía náuseas así que fui al baño, justo cuando me hinque me sentí mareada ¿Que me paso?
-Estabas inconsciente. Mi voz sonó débil. Me sentía morir al verla así de mal. -Te llevaré al hospital.
-¡No! Gritó sorprendiéndome. -Lau, ya me he sentido así antes, es el embarazo te lo aseguro, estoy mucho mejor.
Me resigné a obedecer lo que me dijo, para asegurarme de que estaba bien no dormí, cuide sus sueños toda la noche.
El fin de semana terminó, un golpe llegó a ni cara obligándome a despertar.
-Lolo, amor, Lau.
Empujó esta vez mi brazo. -Lolo, despierta cariño Ki necesita ir al colegio.
No quería desperezarme y entre sueños le contesté algo. Por fin me dejaron dormir. De pronto ella gritó. 
-¡Lau el bebé!
La sangre había bombeado en todo mi cuerpo, tanto que me puse de pie como flash. Corrí al otro lado de la cama buscándola. 
Su risa a carcajadas me obligó a comprender que pasaba. Ingenua creí que se trataba del bebé en serio. Mis sueños habían sido pesados y el bebé, una boda y un parto me hicieron creer que era realidad. 
Me dejé caer otra vez sobre la cama.
-Lauren voy a pedirle a Maní que te despierte. 
Me amenazó. Era desagradable ese pequeño perro amaba lamer la cara de cuánta persona se le pusiera en frente así que me dejará la cara toda llena de baba no era opción. 
Gruñí pero me levante, con los ojos aún cerrados llegué al armario y me vestí con lo primero que encontré. 
-Lau, al baño.
Lo había olvidado, debía ducharme antes. 
Siendo casi las 8 am Ki y yo ya tomábamos el desayuno.
Camila en cambio comía una extraña mezcla de panquecitos con crema batida y salsa de tomate.
Kilian la miraba raro, los disfrutaba al comer que me entró curiosidad de probar. Sintió las miradas sobre ella.
-¿Que? Dijo a la defensiva. 
Entonces el pequeño y yo comenzamos a reír. 
-¿Les parece gracioso no?
Bufó enfadada y salió del comedor con su panquecito en mano.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora