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LAUREN
-¿Mama esta grave entonces?
Casi escupo todo lo que había tomado sobre la mesa. Kilian siempre hacía preguntas extrañas.
Desde mi silla podía observar como Camila daba vueltas de la cocina al baño.
Cocinar ya no era una buena opción. Todo o la mayoría de las cosas que usaba para cocinar le hacían sentir náuseas.
-Ki tu mamá no esta tan mal, se le pasará pronto.
-¿Te platiqué que peleó con la directora el otro día?
Esta vez le puse más atención a lo que decía el pequeño.
-No ¿Que ocurrió?
-Bueno pues a mi se me olvidó que debía llevar ropa deportiva y en la puerta del colegio lo estaban pidiendo, cuando mamá se enteró de que no me dejarían entrar, enfureció y comenzó a discutir con la directora sobre cosas que no entendí, al final me dejaron entrar y luego ella se despidió de todos como si no hubiera sucedido nada.
Kilian se encogió de hombros pero a mi me entraron unas ganas de reír muy grandes. Era un dolor en el culo cuando se ponía de mal humor. Teníamos que hacer algo para mejorarla.
-Oye ve a con tu mamá y dale un beso en la mejilla de mi parte, tengo que salir a comprar algo.
Asintió y yo usé la salida trasera para no levantar sospechas.
Esta vez tomé un taxi en la avenida y le pedí que fuera al sitio donde vendían los pastelillos más deliciosos de la ciudad.
Cuando llegué le pedí al taxi que me esperará, entré a la tienda con prisa y sonreí a la chica que atendía.
-Buenas noches señorita ¿Que va a llevar?
-¿Esta Aiden?
Le dije en voz alta, al momento el chico apareció en mi vista y sonrió.
-Lauren, por dios que guapa estas últimamente.
Lo abracé, aunque tenía ya un tiempo sin mirarlo siempre nos mandabamos algunos mensajes para saber un poco de la vida del otro. También mantenía la comunicación con Camila. Sabía que estábamos comprometidas y también del embarazo.
-Tu te ves muy bien, cambiando de tema, ¿tienes de los favoritos de mi chica?
Sonrió como nunca y aparto más panecillos de la cuenta. Recordé con nostalgia como su pastelería había sido el sitio donde conocí más a Camila.
Entre platica y saludos pasaron casi 40 minutos. Todo lo interrumpí cuando mi móvil sonó.
Era ella.
Aiden me guiñó y le dí un beso en la mejilla.
-¿Lauren?
-¿Que paso mi amor?
-¿A donde fuiste?
Subí al taxi y le indiqué que arrancara.
-Llego en unos minutos corazón.
Colgué sin esperar su respuesta, sabía que se enfadaria.
El camino de regreso fue más corto y sin poder evitarlo comí un pastelito. Le regalé otro al señor del taxi, prometiendo que regresaría a la pastelería uno de estos días.
Cuando pusé pie en la casa nadie me recibió. La sala estaba vacía y la cocina también.
-¿Donde están?
Kilian salió del baño con cara de espanto.
-Mamá esta vomitando otra vez. Le entregué la bolsa que tenía en las manos y caminé para auxiliar a Camila.
Al entrar ella permanecía frente al espejo.
-¿Estas bien amor?
-Un poco supongo.
La abracé. -Ya pasará.
Su espalda respondió amable a mis caricias.
-Lo intento te lo juro pero apenas como algo y todo me da vueltas.
-Hey van dos meses, solo falta uno al menos.
Sonrió de lado pero cansada.
-Venga, te traje una sorpresa y es la prueba final.
Se rió.
-¿De que hablas?
La besé y la saque del baño.

Los devoró, jamás la había visto comer tanto en tan corto tiempo.
Los pastelillos sus favoritos ya no estaban en la bolsa y en un descuido tomó el resto para comerlos mientras miraba algo en la televisión.
Al menos ya sabía con que alimentarla por las noches y dejaría de perder tanto peso.
Las semanas siguientes a esa Camila había tenido mejora en el apetito y solo tenía náuseas al ver el helado. Extraño pero ahora el helado y la salsa de tomate eran su peor enemigo.
Su humor había mejorado, en ocasiones se ponía a llorar sin motivo, dormía mejor y quería que la abrazara todo el tiempo. Ahora ella estaba considerando pedir unos meses en el trabajo.
Kilian seguía más que entusiasmado con lo de su pequeño hermano. Moría por saber si era niño o niña.
Mis padres estaban sorprendidos y felices por la noticia, tanto que mi madre propusó venir en cuanto naciera, aunque faltaba mucho tiempo.
La boda seguía en pie y era en 15 días. Estaba nerviosa y feliz, también había leído la mitad de los libros. Me sentía más segura al cuidar de Camila, estaba dejando el de parto para el final.
Era sábado por la tarde y solo pasábamos el fin de semana sentados junto al pasto y escuchando música. Kilian practicaba como siempre con la Skate.
-Iré al baño. Anunció Camila.
Justo cuando intentaba cerrar los ojos, me gritó de dentro de la casa. Corrí, estaba asustada y pensé lo peor. Pero al llegar a ella vi que sostenía su vientre con una enorme sonrisa.
-Mira Lolo ya esta creciendo, es como si de un día para otro ocupará su espacio.
Sonreí como tonta, apenas y era perceptible pero me encantaba la forma tan natural que tenía de emocionarse. Le crecía la barrigita y me moría de amor al pensar en el bebé.
La tomé por la cintura y la besé, luego me hinque frente a ella. Besé su vientre y me quedé ahí por un buen rato.
-¿Lau?
-¿Hmmm?
-Ya levanta, ya me cansé de estar de pie.
La atraje hacia mi.
-Te amo tanto Cami. Le dije en el oído. Ella me obligó a cargarla.
La relación sin duda iba mejorando cada día más, la amaba tanto y poco a poco me iba haciendo la idea de que seríamos una familia. Mi inspiración para escribir estaba demasiado abierta y juraba estar haciendo la mejor novela.
Otra cosa que adoraba era el crecimiento espontáneo que Camila había tenido en sus pechos. Era gracioso por que la miraba todas las mañanas mirarse frente al espejo y sonreír, le gustaba a ella también.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora