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LAUREN
Los días de escuela y trabajo siempre fueron mi dolor de cabeza, a diferencia de hace años ahora no solo era por mi sino por ellos, ambos salían de casa hasta en la tarde.
Era ese momento en el día en que estaba con ambos haciendo el resto de la tarde cualquier cosa, pero que sin duda me llenaba de felicidad.
Marcus había llamado a mi móvil como loco, dejo mensajes también, unos sólo me pedían volver, me pedían pensar la cosas y otros hablaban sobre las formas que utilizaría para torturarme sino regresaba. Iba a regresar pero hasta el próximo lunes que era la semana más activa del libro, entrevistas y firmas. Aún no hablaba con Camila sobre ello, prácticamente tendría que salir fuera por una semana. Necesitaba decírselo pronto y hacerme a la idea de que pasaría lejos de ellos una semana completa.
Suspiré mirando el resto de pasto que aun me faltaba recortar, durante el tiempo que estuve fuera, mi casa o mejor dicho la de mis padres había regresado a estar abandonada y con el jardín descuidado. Mi cuerpo estaba un poco cansado ya para las 12 del día, estaba sudando a mares y mis manos dolían bastante. Al mirar que no iba a terminar para ese día, tomé una ducha.
Ya iba a ser la hora de salida de Kilian y por instinto busqué mis llaves del auto. Bufé enfadada cuando recordé que mi auto no estaba en la casa, no había llaves y además Camila iba a ir por Kilian al colegio y regresarían a la casa a las 6. Aún faltaban demasiadas horas.
Comí lo que encontré y me senté en el jardín observando a la nada, los recuerdos me regresaban a la mente. En especial aquellos que me habían llevado a estar donde estaba. Camila formaba parte de todos ellos, cerraba los ojos y parecía que volvía a recordar sus palabras, aquellas que hace 10 años sólo podia escuchar, ahora si podía imaginar como al hablar movía esos tentadores labios. Suspiré cuando las imágenes de la mañana anterior aparecieron, ambas conocíamos ya sobre nuestros cuerpos y la forma en que hicimos el amor fue realmente increíble, su cuerpo era como una maravilla del mundo, su cabello, sus manos que también adquirían más experiencia al tocarme y sus ojos que me decían lo que quería.
Por otra parte Kilian representaba en mi vida un objetivo primordial, dentro de mi lista estaba incluído, hacerlo feliz y apoyarlo por siempre, ya formaba parte de mi futuro. Jamás me sentí tan comprometida como con Kilian sin duda me preocupaba su seguridad. Yo quería que ambos Camila y Kilian estuvieran siempre conmigo, pasar las tardes juntos, hacer las compras, salir a pasear, al cine, compartir una tarde de juegos en la casa, cocinar, leer y mirar la televisión por las noches, negué divertida cuando acepte que hasta dormir juntos me gustaba. Amaba como me sentía despertar y mirar a Camila y a Kilian acurrucadas a mi lado. Me gustaba protegerlos a ambos, abrazarlos y mirar como interactuaban entre ellos, haciendo planes malévolos o simplemente escuchar como Camila le daba consejos al pequeño.
Necesitaba tenerlos a mi lado siempre, sonreí cuando en mi mente concluyó la única forma de mantenerlos conmigo en resto de mi vida. Claro que sabía cómo debía hacerlo pero me parecía aún precipitado, aún era necesario corregir algunas parte de mi relación con Camila, conocernos mejor y lograr formar un equipo unido.
~Ella aceptaría si se lo pudieras ahora~ me dije en la mente, claro que aceptaría pasar el resto de nuestras vidas juntas. Pero bajo que circunstancias, no era mi deseo hacerla sentir presionada. ~Todo a su momento Lauren~ me repetí.
Mi móvil sonó de nuevo dentro de la casa, corrí para mirar de quien se trataba.
Esperaba mirar sobre la pantalla del móvil el nombre de Marcus pero no fue así, mi sonrisa se hizo más grande y como siempre me pasaba, mi corazón se aceleró.
-Hola mi amor. Saludé con mucho cariño a mi novia.
-Lau. Un llanto lastimero salió por el auricular. Al instante mi cuerpo entero de pusó en alerta y escuché como Camila sorbia la nariz.
-¿Cami?
Desde luego que después de escuchar sus sollozos no volví a sentirme tranquila, dió algunas respiraciones profundas antes de tratar de explicarme que sucedía.
-Mi amor haber tranquila ¿Si? Dime que sucede despacio, no puedo entenderte.
Su llanto se detuvo y esta vez lo entendí, para ese momento yo ya había tomado mi cartera y abría la puerta de la casa.
-Kilian tuvo un incidente en el colegio, al parecer un compañero le aventó mientras jugaban. Mis latidos aumentaban todavía más y casi corriendo por la calle buscaba con la mirada un taxi.
-¿Donde estas Camila?
Le pregunté otra vez, ella sollozaba.
-En el hospital. Soltó, está vez busqué más desesperada un taxi, necesitaba estar con ella pronto y asegurarme de que Kilian estaría bien, que todos lo estaríamos.
-Voy para allá, mi amor debes tranquilizarte un poco ¿Si? Llegaré en 20 minutos y todo estará bien.
Le repetí en la línea, me dijo el hospital donde estaban y le pedí al chofer conducir lo más rápido posible, nunca corte la comunicación con Camila y durante el trayecto término de contarme que habían hablado a la oficina para contarle lo sucedido. Un chico había comenzado a molestar a Ki y entre juegos ambos se aventaran, sólo que Ki fue quien resultó herido por caer hacia algunos arbustos del patio.
-Estoy aqui. Le dije por fin al pagar el taxi y mirar a la entrada de urgencias en el hospital. Colgué el móvil y la busqué por el extenso pasillo. En cuanto mis ojos encontraron los suyos, sentí como la sangre se iba a mis pies, caminé a prisa hacia su lado y la atraje a mi cuerpo. Enredo sus brazos en espalda y yo la tomé por la cintura con un brazo y con mi mano libre tomé su cabeza para darle algunas caricias.
Lloró en mi hombro por algunos minutos.
-Shh...tranquila cariño, debes estar mas tranquila, ¿Hablaste con algún doctor?
Le pregunté, ella sin separarse de mi negó con la cabeza. -¿Quieres que busquemos a alguien para información?
Ella no habló pero si se separó lo suficiente para mirarme. Limpié sus mejillas llenas de lágrimas y besé sus labios.
-Ya me han dicho que espere, estoy muy asustada, no se ni siquiera que tiene.
-Hey Cami, Ki es un niño sano y fuerte, te aseguró que está bien y ahorita que lo mires tendrá esa sonrisa de siempre.
La consolé por un rato más y logré que se sentara en la sala de espera. Sin duda yo también estaba asustada, aún no sabía que daño tenía Kilian. Y sobre todo me angustiada que alguno de los dos sufriera, pero no era el momento de sentirme venir abajo, debía esperar confiando en que todo estaría bien.
-Ellos lo han traído antes y yo llegué aquí después de que lo ingresaron. Me dijo Camila más tranquila.
Un médico dijo su nombre por un alta voz y rápido avanzamos a uno de los pasillos que nos habían indicado, sobre el mismo se encontraba un doctor con cara seria. -¿Camila Cabello? Preguntó.
Ambas asentimos.
-Su hijo Kilian sufrió una caída, el esta bien, conciente y tiene una fractura en el brazo izquierdo, ya está corregida, le hemos puesto una férula que tendrá que usar por tres semanas, también ha requerido dos puntos sobre la ceja, por un corte, puede entrar a verlo, en unos minutos regresaré para darle de alta, no requiere más atención.
Camila se quedó callada sólo asintiendo y dándole una media sonrisa al doctor, nos indicaron donde estaba Ki y entramos a la habitación tomadas de la mano.
-¿Mamá? Un Kilian con media sonrisa en el rostro nos saludó.
-Hola cariño. Camila se acercó para abrazarlo y besarlo en toda la cara, miró fijamente su herida sobre la ceja y la inmovilización en su brazo. Por supuesto que yo logré sentirme más tranquila. El estaba bien, sonriendo como siempre lo hacía, sin embargo no podía imaginar el dolor que debió provocarle la lesión, no me gustaba que sufriera. Cuando mamá e hijo se separaron, Kilian me miró. Yo me acerqué a su sitio y le di un beso en la frente.
-Me has sacado un buen susto cariño. Le dije y tomé la mano de Camila. Los tres platicamos por un rato mientras que el doctor regresaba. El pequeño nos relato como había pasado todo y el dolor que había sentido en el brazo antes de percatarse del dolor y el hinchazón que tuvo. También que la herida sobre la ceja no había sangrado mucho pero que sin duda asustó a todos en el colegio, en especial al niño que lo había empujado.
-Mamá estábamos jugando y se molestó conmigo, el no sabía que me iba a pasar esto. Insistía tratando de evitar que su compañero resultará afectado por la dirección, desde luego que lo iban a castigar y además aún le debía una disculpa a Ki.
Pasó casi una hora y aún así no se alejaba de el, charlaron y ella le pidió a Kilian que nunca quería volver a enterarse de que jugará de forma bruta con el resto de sus compañeros. Ki renegaba en cuanto le avisaron que el Skate quedaría olvidado por esas semanas y que le darían permiso de faltar a clases por tres días, lo ideal para recuperarse.
Ki hizo una mueca de dolor y al instante Camila comenzó a llorar a su lado. Por supuesto después Ki fingió no sentir nada y una sonrisa tierna brotó de mis labios.
El doctor regresó con la radiografía donde mostraba la pequeña lesión en hueso pero que sin duda provocaba un dolor intenso y requería ser inmovilizado.
Pasando un semana Ki necesitaba volver para quitar los puntos de la ceja y para hacer una revisión a la fractura.
Salimos del hospital obviamente con mejor cara pero Camila aún no se recuperaba del todo, había sentido tanto miedo por su pequeño que le era imposible sentirme aliviada por completo.
Cuando conducía hacia la casa se me ocurrió que podría bajar a comprar un helado, mejoraría el sentir de Ki y además ayudaría a Camila cambiar su humor. Diez minutos después de entrar al auto, comenzó a enfadarse especialmente con Kilian quien sólo asentía mientras su mamá le daba un sermón, le quitó los vídeo juegos y además durante el tiempo que estuviera en casa la pasaría en cama descansando.
Camila pidió el permiso en la oficina para faltar el resto de la tarde sin embargo no consiguió para el siguiente día.
-Yo me encargaré Cami, estaré en casa y Ki la pasará muy bien. Por el retrovisor le guiñé al niño quien sonrió olvidando el regaño anterior.
Me detuve frente a la farmacia para comprar medicamento por si había más dolor en el brazo de Ki, unos dulces y a escondidas entre a la primera tienda de helado que encontré. Mientras Camila y Kilian permanecían en el auto.
Cuando volví Ki se puso muy feliz comiendo helado. En cambio mi novia me miró con ganas de asesinarme, aún así su helado con sabor a plátano desapareció.
Ki estaba descansando en su habitación y Camila cocinaba algo para todos.
Entre a la cocina y unas ganas inmensas de abrazarla me invadieron. Llegué por su espalda atrapandola con mis brazos y recargando mi barbilla en su hombro.
-Esta muy bien Cami. Le dije para que se relajada un poco por lo sucedido.
Ella dejó lo que hacía y se giró hacia mi solo para soltar algunas lagrimas.
-Tuve mucho miedo por Ki, jamás había estado en el hospital y cuando recibí la llamada sentí que me venía abajo, es mi vida.
-Ya lo sé cariño.
-Siento que debo cuidarlo demasiado y me duele mucho que sufra.
Acaricié su cabello de forma suave para calmarla. Cuando se recompuso alcanzó mi altura que no variaba mucho a la mía y me beso.
-Gracias por estar conmigo, no sabes cuánto te amo.
Mis manos rodearon su cara y con mi pulgar rocé sus labios.
-Te amo y amo a Ki, claro que estoy contigo y hazte a la idea de que lo estaré siempre.
Nuestros labios se juntaron está vez de forma más profunda y nos separamos cuando el timbre sonó.
-Le avise a mamá debe ser ella.
Cuando caminó a la puerta y miré su trasero sentí que debía hacerla sentir mejor y yo conocía la manera perfecta, aún no había quedado completamente satisfecha con lo de ayer. Suspiré cuando Sinú llego a la sala. Ya estaba resignada a que al menos ese día no podría hacer lo que quería con ella sobre una cama y hacerla olvidar los malos momentos.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora