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7 días después

CAMILA
Gracias a todo lo que pasó con Lauren tuve que recordar lo que se sentía ser un adolescente. Sentir de nuevo la mirada del resto de mundo sobre ti, solo por actuar diferente.
Yo solo era diferente por defender mi postura y mantener un humor terrible. Mis padres me repitieron en estos días, que efectivamente estaba actuando como una adolescente y que huí de la situación con Lauren.
Que necesitaba arreglarlo todo.
Kilian estaba de un humor peor y lo único que lo hacía sentirse mejor era visitar a los abuelos. El colegio también era distracción pero al poner un pie en la casa todo cambiaba.
Suspiré cansada, estaba tratando de recordar en que momento todo se había complicado. Desde que momento Lauren y yo comenzamos a tener discusiones hasta llevarnos a una separación, bueno no completa solo dejamos de hablar una semana que por cierto parecían un año.
Una tos me interrumpió.
-Lo siento, me he sentido algo enferma últimamente ¿A mi también me abandonaras?
Amy hacia sus bromas a diario. Rodé los ojos.
-Mira Amy ya te dije que el motivo por el cual no hablo con ella es otro.
-Ajam...cual tu mega inmenso orgullo.
Pusó sus manos en mis hombros, por instinto había comenzado a llorar y se percató por que mi cuerpo se sacudía entre sollozos.
-Hey cariño tranquila. Susurró en mi frente. Dejó un beso ahí y me sobó la espalda hasta que detuve el llanto.
-Tienes razón pero es que no se que hacer, odio ver a Lauren así, y también odio que no me dijo nada, como si yo no fuera nada importante en su vida, como si no le importara.
Mis palabras salieron a prisa como si sacará por fin algo de mi pecho, lo que tenía atrapado desde hace días.
Ella me soltó y me invitó a sentarnos en un sofá pequeño que estaba en el archivero.
-Camila, si tanto te angustia esto debes ir a con Lauren y decirle lo que sientes además de que mueres de la preocupación.
Asentí mirando al suelo, enfadada por llorar y sentirme vulnerable limpié mis lágrimas.
-Ire al baño. Dije dejándola sola.
Me miré en el espejo, mi maquillaje estaba un poco corrido y con algo de esfuerzo me hice parecer normal.
Suspiré profundo.
~Llámale~ mi mente me dijo.
Saqué mi móvil del bolsillo mi vestido y busqué su número con rapidez. Una foto de Lauren y mía aquel día en que me pidió ser su novia apareció. Presione llamar.
El sonido de timbre sonó tres veces antes de que descolgaran.
-¿Lau?
Saludé.
-No, soy Clara, por fin llamas. Me dijo reclamando.
-¿Porque no contesta ella? ¿Esta bien?
Preocupada la presione.
-Si, esta bien pero no quiere hablar con nadie y su móvil tiene algunos días abandonado.
-¿Ella...
-Debes venir, ya no se que hacer.
-Tie...
-Escucha debes venir, esta de pésimo humor, le discute a todos, no quiere comer y ha intentado varias ocasiones quitarse el parche en en el ojo para salir de casa, esta en nuestra casa.
Mi corazón latía fuerte, no podía imaginarla tan de mal humor.
-¿Pero esta bien? Pregunté insegura. Clara gruñó.
-¿No me has escuchado todo lo que dije? Debes venir.
-Pero no puedo...yo...
-Si puedes cariño, házlo por mi ya no se que hacer con ella, parece que de la noche a la mañana regresó a su adolescencia. Bufó.
Yo me reí bajo, así me sentía yo.
-¿Porque te ries?
Reclamó.
-Nada, solo que no se que hacer, es fin de semana y bueno a Ki...
-Yo lo cuidaré, debe ser más fácil que cuidar a Lauren.
Esta vez no pensé y solté una carcajada.
-Camila. Me reprendió Clara. -Por favor ven a verla, creo que es lo único que la pondrá mejor y además podré descansar.
Su voz sonaba cansada.
-Yo te aviso Clara, gracias por atender.
-No lo pienses mucho, hasta pronto cariño, cuidate y saluda a Kilian, le diré a Lauren que llamaste.
-No. Casi grite. -No le digas, yo llegaré por sorpresa confía en mi.
Después de eso me despidió más tranquila.
Me recargué en la pared sin entender que había hecho. Lauren debía estar peor que antes, su actitud al sentirse inútil o insegura no era la mejor, le gustaba aislarse y negarse ante cualquier circunstancia a hablar con alguien. Y aquí estaba el sentimiento de culpa, yo debía estar junto a ella aún a pesar de que no lo quería. Guardé mi móvil y salí a mi escritorio.
LAUREN
La oscuridad de nuevo, mi habitación en la casa de mis padres solía tener una luz tenue y con la poco visión que tenía solo podía percibir la oscuridad y poca luz entrando por la ventana. Era terrible estar así, no podía escribir, ni leer y me molestaban más las sombras con las que veía todo.
Me senté impaciente en la orilla de la cama, necesitaba caminar un poco y estirar mis piernas pero no podía ver mis zapatos en la alfombra. Sin tener éxito en la tarea, me pusé de pie descalza y caminé a lo que suponía era la puerta. Pero antes de llegar a ella sentí lo más doloroso que puede sentir un humano en el pie.
-Mierda. Grité y en un intento por sobar mi meñique en el pie, caí de espaldas sobre la alfombra. Mi dedo latía por el fuerte golpe que había recibido. Alguien entró a prisa en la habitación logrando golpear mi pierna por la apresurada entrada.
-Dios mío. Era mi madre.
-Maldición. No sabía que parte de mi cuerpo sanar primero.
-Calma Lauren, te pondré de pie ¿Que intentaste hacer?
Entre jalones y gruñidos logró ayudarme a llegar a la cama.
-Dejame. Me sentía como una tonta, apenas toqué la cama intente alejarla.
-Cariño, espera te ayudaré.
-Mierda, mierda. Tomé mi dedo meñique al estirar mi pie. Comencé a masajear con cuidado.
-¿Donde te golpeaste?
-El dedo, ¿Porque mierda dejaron eso junto a la puerta?
Grité enfadada, el dolor sobre mi dedo y en la pierna no desaparecía, además de que se añadía un pequeño malestar en la cabeza.
-Tranquila cari...
-¡No! ¿Como quieres que me tranquilice?
Volví a gritar.
-Traere un poco de hielo y una pastilla para el dolor, por favor no te muevas de aquí.
Solo gruñí con frustración, mi dedo poco a poco comenzó a hormiguear. Mi pierna aún dolía como el demonio. Sin tener solución me recosté sobre la cama derramando algunas lagrimas.
-Soy tan estúpida.
-Ya estoy aquí, pondré algo sobre tu dedo no te muevas. Pidió, algo frío sobre mi piel me hizo gritar de dolor.
-Tu has tenido la culpa, dejaste ese mueble ahí y me golpeaste con la puerta. Reclamé.
-Lauren ¿Como iba a saber que estabas ahí? Además no puedes andar sola por la casa.
Su afirmación me hizo sentirme mal, me sentía estúpida, una inútil y sola, no me gustaba la oscuridad y tampoco que se compadecieran de mi.
-No tienes que recordarmelo, ya se que soy ciega.
-Lauren, no lo eres. Trataba de arreglar algo en mi pero era imposible, nada de lo que me dijeran iba hacerme sentir mejor, nada.
-Lo soy, ni siquiera soy capaz de llegar a la maldita puerta.
Ella ya no dijo nada y yo lo entendí como si me diera la razón.
-Solo es una parte de tratamiento hija, debes reposar y hacer todo lo posible por preparar a tu ojo para lo que viene, debes tener paciencia.
-No me gusta ser dependiente y me estoy cansado de estar aquí, me frustra mucho no hacer nada, no puedo ¡Nada! Dejame sola.
Declaré.
-Bien, sólo toma la pastilla y me iré.
Con cuidado me senté para sentir como acercaba su mano a mi boca y ponía sobre mi mano un vaso con agua. La tomé sin quejarme y dejando caer mi cuerpo de nuevo sobre el colchón.
Las horas y los días se hacían eternos, cerré mi ojo sin notar ma diferencia, estaba cansada de sentirme así. Lo único que deseaba era sentir los brazos de mi novia en mi cuello y susurrar en mi oído que todo estaría bien, que ella estaba conmigo, pero todo estaba tan alejado de la realidad. Extrañaba ver su linda cara, tocar su cabello, mirar su sonrisa y oler su esencia, dios, la extrañaba tanto y recordar por que se había alejado de mi me hacía sentirme más estúpida.
-Cami. Susurré para mi.

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