Capítulo Uno

6.4K 265 8
                                    

Leah

—¡Corre Leah, corre!

Tal y como lo dice esa voz, corro a través de los árboles, no quiero que me atrape.

—¡LEAH!

Justo cuando voy a llegar a un pequeño río, unos brazos me atrapan.

—Ahora vas a pagar lo que se tuvo que haber cobrado hace mucho.

—¡NO!

—¡NO! —me levanto sobresaltada de la cama.

De repente, mi padre entra a la habitación.

—¡Leah! —corre a mi lado —. ¿Estás bien princesa?

—Sí papá, es otra pesadilla —murmuro.

—Leah, no me parece normal que tengas estas pesadillas tan seguidas amor —sus brazos me cubren —. Desde los dieciséis tienes este tipo de sueños, y tienes veinte años.

—Lo sé papá, pero no quiero ir a un psicólogo —susurro.

—No te obligaré a ir, pero me parece que sería lo correcto —besa mi cabeza y eso me tranquiliza.

—Extraño a mamá —murmuro.

—Lo sé nena, yo también.

Luego de la muerte de mi madre, mi papá decidió quedarse viudo por respeto a ella, y aunque sé que mamá hubiera deseado verlo feliz, estoy agradecida de que mi padre no se vaya detrás de cualquier zorra que se le meta. Siendo un hombre de negocios, es fácil que eso suceda, pero para él no.

—Debes ir a descansar, mañana tienes que ir a trabajar y yo a buscar empleo. —lo miro.

—No entiendo por qué no quieres trabajar en mi empresa. —refunfuña.

—Porque eres mi padre y sé que tendrás favoritismo porque soy tu hija, y quiero ser justa. —respondo sin más.

—¡Pero en otros trabajos pueden maltratarte! —responde.

—Papá, ya te lo he dicho, quiero experimentar. —río—. Por favor.

Tras mirarme unos segundos, se rinde y suspira.

—Eres igual de tenaz que tu madre.

—Soy Williams. —sonrío.

—Bien, pero ya sabes qué si necesitas, las puertas de mi empresa están abiertas. Buenas noches pequeña. —besa una vez más mi cabeza y se va.

Temerosa de volver a soñar con esa voz y esos gritos, me acuesto tratando de conciliar el sueño.

Me despierto por el olor a tocino y huevos que proviene de la cocina y sé que viene de ella.

¡Mi abuela Melody está aquí!

—¡Abuela! —corro escaleras abajo hasta la cocina.

—¡Mi niña! —la madre de mi papá sonríe y me abraza fuertemente.

—Hola —sonrío al sentir su cálido aroma.

—¿Cómo está mi nieta favorita? —ríe.

—Es tu única nieta Melody, no seas ridícula —la voz de mi abuelo me hace reír y lo abrazo.

—Hola abuelo —sonrío.

—Hola pequeña garrapata.

—No trates a la niña así.

—Callate vieja, que ya no es una niña.

Río al escuchar su discusión e intervengo.

—Abuelo, no le llames vieja a la abuela —río al ver como rueda los ojos y prosigo—. Y abuela, ya no soy una niña, tengo veinte años. Además, el abuelo siempre me ha dicho así, no es algo que me moleste.

—¿Lo ves? Ella no es igual de cascarrabias que tú —mi abuelo le acusa.

—¡Abuelo! —le riño.

—Papá, deja de molestar a mamá.

Papá entra acomodando su corbata y besa mi frente.

—Hola pequeña.

—Hola —sonrío. Amo ver a mi padre en traje, a pesar de ser mayor, cuando le veo así recuerdos de padre protector vienen a mi mente.

—Hijo mío, ¿vas a desayunar? —la abuela le ofrece un delicioso plato de tocino.

—La verdad sí, muero de hambre.

—¿Y tú mi niña? —Melody me mira con ternura.

—En un segundo, abuela, debo ducharme si quiero que mi papá me dé un aventón —río.

—Entonces ve rápido —me mira divertido.

Corro de nuevo esta vez escaleras arriba para prepararme y me encuentro con un vestido color vino en mi cama.

Sonrío porque sé a quién le pertenecía...

Mi madre lo lució dos veces en un almuerzo de negocios con mi padre.

—¡Mami, déjame ponérmelo! —refunfuño.

—No cielo, eres muy pequeña —ella ríe.

—¡No es cierto, ya crecí! —frunzo el ceño enojada.

—Claro que has crecido amor, pero no es momento para que lo uses, ¿comprendes?

—Mmm —hago pucheros.

—Ya llegará el día —besa mi mejilla y me hace sonreír.

Sé que es el día.

Me meto al baño, hago mis necesidades diarias, me cepillo el cabello, me maquillo y por último me coloco el vestido de mamá. Es hermoso...

—Luces igual a ella —mi padre está parado en el umbral y sé que un nudo se formó en su garganta.

—Papá...

—Leah, —se acerca a mí y me tiende su mano— quiero que sepas que estoy orgulloso hija, por todo. Por ser tan especial, por ser dedicada, por ser tenaz por tener fuerza aún en mis peores momentos hija; haz sido un gran pilar en mi vida desde que tu madre se fue y realmente no sé cómo agradecértelo.

—Papá, mamá y tú me enseñaron todo lo que sé y lo que soy. Realmente no debes agradecerme nada porque ustedes me convirtieron en lo que soy. —sonrío.

—Te has convertido en una gran mujer pequeña. —me abraza y le correspondo. Realmente no sé qué haría sin mi padre.

Tras un par de minutos abrazándole, se separa de mí y sonríe.

—Es hora de irnos.

—¡Vamos! —digo emocionada. Aunque suene loco, quiero encontrar un buen trabajo.

Mi padre me había dejado en el centro para dejar un par de currículos en varias empresas de publicidad o de finanzas. Gracias a mi padre, he podido conseguir buenas recomendaciones y ayudas.

Tras un par de horas en la ciudad esperando una llamada y dando vueltas, me rindo y decido sentarme en una banca a esperar. Pasan unos quince minutos cuando un chico se para frente a mí.

—¿Leah?

Inmediatamente le reconozco.

—Derek.

_____________________________________

Una pequeña probadita de Cumpliendo Promesas. ¡Yaaay! Espero sus votos y comentarios chicas. ¡Las amo!

Multimedia: Leah Duncan. (Tiene que ser el mismo personaje de Vera, pues se parece a su madre)

Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora