Capítulo Treinta y Uno

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Leah

—Kelly... —digo en voz alta llamando la atención de mi novio y de la estirada.

—¡Leah! —la chica cabello de papaya me sonríe con alegría—. ¡Recién conocí a tu novio! Es un encanto de chico.

Theo sonríe ante su comentario y siento mi sangre hervir. ¿Quién se cree esta regalada de cuarta?

—Lo sé. Es mi novio, conozco todo de él —mi boca parece lanzar veneno en ese momento, pero nada importa. La quiero lejos, lejos de mi novio y de mí.

Ella parece captarlo porque su sonrisa se esfuma al instante—. Entiendo. Eh... yo voy a irme. Derek me espera dentro.

¿Que Derek la espera dentro?

Mi noche no podía terminar peor. Esa estúpida cenando con Christian y Derek.

—Pues ve, no se te haga tarde —señorita perfección.

Ella asiente despidiéndose de Theo con una seña y se marcha. Yo comienzo a inhalar y exhalar para calmarme. No sé que tiene esa chica que me hace querer lanzarle dagas de fuego al pecho.

La voz de Theo me saca de mis pensamientos—. ¿Qué pasa contigo? No despegas la mirada de esa casa.

Me volteo, la expresión sombría cubriendo mi rostro—. No digas nada, Theo.

—No entiendo que te pone de tan mal humor —se encoge de hombros—. Simplemente hablaba con ella.

¿Es que este idiota no entiende que cuando una chica te cae mal es porque tiene algo malo y no debe acercarse a ella?

El sexo masculino a veces es tan despistado.

—Sácame de aquí o voy a volver ahí y le arrancaré el cabello, y nuestra cita ya no será en un lugar romántico, sino conmigo en prisión.

Theo ríe ante mi comentario y me toma de la cintura para luego depositar un beso sobre mis labios—. Eres dulce con los celos desbordando de tu cuerpo.

—Solo vayámonos —murmuro.


Derek

Termino por ponerme mi jacket de cuero cuando el timbre suena. Sonrío e inmediatamente imagino la figura de Kelly en mi puerta. Bajo disparado y veo a Magda abrir la puerta, Kelly entra en ese momento y me mira directamente a los ojos con una gran sonrisa.

—Derek —camina hacia mí y yo hacia ella.

—Kelly —saludo y me sorprendo al recibir un abrazo por su parte. Sin embargo reacciono rápido y le correspondo.

Nos separamos durante unos segundos para vernos fijamente. Había algo en ella que era diferente, algo que no podía describir bien. No sabía si era su sonrisa, su mirada o algo en su interior que me llamaba la atención, pero algo en Kelly Blackgold me atrapó desde el primer momento.

Nos separamos por la tos falsa de mi padre.

—¿Hay algo de lo que me haya perdido, Derek? —mi padre enarca una ceja y se cruza de brazos.

—Papá, ella es Kelly ¿recuerdas? —me aclaro la garganta incomodo, ¿qué le sucede?—. La chica que tú contrataste esta tarde.

—Querrás decir la chica a la que contraté porque me rogaste hacerlo —mi padre observa a Kelly de pies a cabeza y hace un gesto reprobatorio—. ¿Se quedará a cenar?

—Así es —asiento. Kelly no hace ningún movimiento. Al contrario, ha bajado la mirada.

—Pues ve a decirle a Magda que ponga un plato más.

Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now