Capítulo Trece

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Leah

Corro entre los árboles, sé que si me detengo me atrapará. Sigo corriendo hasta que freno abruptamente.

Esa casa nunca estuvo ahí.

Camino silenciosamente hasta el lugar y mis ojos tratan de enfocar mejor la casa. Hay mucha neblina.

—Leah...

Volteo rápidamente y la veo. Es una mujer, horrible. Sus ojos son rojos como la sangre, su cabello casi blanco cae por sus hombros completamente desordenado y su ropa está bañada en sangre.

Antes de que pueda gritar, su mano con un cuchillo viaja a mi estomago y me apuñala.

—¡NO! —despierto de golpe y me aterro al ver que no es mi habitación. ¿Dónde estoy?

Salgo disparada de la habitación y me encuentro en un enorme salón. Todo está completamente apagado a excepción de una habitación al final de un pasillo. Sigo la luz aún aterrada por esa maldita pesadilla hasta que lo veo.

La chica pelirroja está ahí, en la habitación de Derek. Y en lencería.

Corro de vuelta a mi habitación y cierro la puerta de golpe sin importarme si alguien me ha escuchado. Me dejo deslizar hasta el suelo y ahogo un sollozo. No sé porqué me creí tan estúpida de que quizá podía gustarle a Derek. ¡Es un gilipollas al igual que su maldito padre! Cierro mis ojos y suspiro, tengo que salir de aquí lo más temprano posible. No sé en que diablos pensaba al aceptar quedarme aquí. ¡Soy una idiota!

Cepillo mi cabello rápidamente y salgo de la habitación. Todo se encuentra en completo silencio, eso es un punto para mí. Cuando creo que voy a llegar a la salida sin problema, veo a Christian, pero mis ojos viajan a la persona que él mira. Es una mujer alta, delgada, su cabello café teñido se alza en un moño grueso y está maquillada.

—Mamá no puedes pasar, ya te lo dije —¡Es su madre!

—¡Tengo derecho a! —se calla en el instante en el que me ve —. Tú.

Christian se voltea y parece helarse al verme en las escaleras — Mamá.

—¿¡Qué hace ella aquí!? —sus ojos parecen lanzarme dagas directo al pecho. De pronto, todo cae a mí como un balde de agua fría.

Esa mujer intentó matar a mi madre.

—Lo mismo digo de usted, señora Harris —termino por bajar las escaleras —. La creí muerta.

—Largo —da un paso atrás —. ¡LARGO DE MI CASA!

—¡No es su casa! —ataco —. ¡Era de mi madre y ella la dejó en manos de Christian! Nada de este terreno le pertenece a usted.

La mujer observa a su hijo y le grita —¡SACA A ESA MUGROSA DE AQUÍ!

Antes de que pueda decirle algo más, Christian sale en mi defensa.

—¡CALLATE!

La mujer se queda en silencio y todo a nuestro alrededor parece hacerlo también.

—No te voy a permitir que trates a Leah así y mucho menos en mi presencia.

—¡Ella es hija de esa puta! —mis ojos se abren con sorpresa al ver la mano de Christian viajar a la mejilla de su madre.

—¡NO MÁS MARGARET! ¡SAL DE AQUÍ AHORA!

Su madre lo mira estupefacta y yo no me quedo atrás. Acaba de abofetear a su madre.

—¿Qué clase de monstruo eres? —lágrimas amenazan con salir de su rostro y yo deseo ocultarme.

—En el que tú me convertiste.

Sin decir más, la mujer se marcha dando un portazo. Miro a Christian quien solo observa la puerta en total silencio. Provoqué una pelea entre él y su madre.

—¿Papá? —ambos volteamos y vemos a Derek sin camisa en las escaleras. Parece confundido —. ¿Qué sucede?

—Nada Derek, vuelve arriba —Christian masajea sus sienes y yo solo miro el suelo.

—Será mejor que me vaya —antes de que digan algo más, abro la puerta y corro como la cobarde que soy. Sí, yo no soy como mi madre en ese aspecto.

—¡Leah espera! —sigo caminando y acelero el paso. No necesito ver a Derek Harris en estos momentos.

De pronto, Derek me toma el brazo y me hace voltear. —¡Te dije que esperes joder! —me suelto bruscamente y lo miro furiosa.

—Si me hago las sorda es por algo, ¿no crees? —él me mira confundido y yo aparto la mirada. Odio que sus ojos me encanten.

—¿De qué estás hablando?

—De nada, déjame ir.

—No hasta que hablemos. ¿Qué rayos pasa contigo? ¿Por qué me evitas?

¡Porque no puedo hacerle esto a mi madre, no lo merece!

—Derek, sueltame.

—¡No hasta que me expliques!

De repente, una voz ronca nos interrumpe.

—Te dijo que la sueltes maldito gilipollas —mis ojos viajan a la persona detrás de la voz y mi mundo se detiene en ese instante. Theo está mirando fijamente la cabeza de Derek y mantiene sus puños apretados.

Lleva una chaqueta verde la cual cubre su camisa negra, unos jeans rasgados negros y unas botas negras. Toda facha cliché de chico malo.

—¿Qué rayos haces aquí? ¿Y quién demonios eres? —Derek lo mira furioso.

—Primero, lo que yo haga y dónde esté no es tu maldito problema. Segundo, tampoco te importa quién sea yo.

—Es mi casa.

—Es la calle, genio.

Y yo sigo en mi sitio totalmente congelada. ¡Hurra Leah!

—¡Largate!

—No hasta que la sueltes —miro a Theo a los ojos y él cruza su mirada con la mía. Malditos ojos verdes que enloquecen.

—Derek, yo le pedí que viniera.

Derek se voltea y me ve como si mi cerebro acabara de explotar. —¿Qué?

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Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now