Capítulo Doce

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Leah

Sorprendida por su amabilidad, respondo a la defensiva.

—No subo con extraños.

—Por suerte para ti, no soy extraño —me abre la puerta del copiloto —. Vamos, entra.

La verdad no tenía nada de lógica subir al automóvil del ex de mi madre, pero dadas las circunstancias esto era lo mejor que podía hacer ¿verdad? El trayecto hacia su casa es totalmente silencioso hasta que él rompe el hielo.

—¿Por qué dices que no tienes a dónde ir? —pongo mis manos en mi regazo y miro la ventanilla.

—Es complicado —me límito a decir.

Christian parece entender la indirecta porque no dice nada más.

Aparca en un enorme patio y apaga el automóvil. Bajo del mismo y me quedo observando el lugar detenidamente. Una mansión color terracota con fachada rustica estaba en medio del gran jardín el cual se encontraba rodeado de árboles bien recortados y rosas por todas partes. Doy una vuelta en 360 y veo una piscina ubicada en la parte de atrás.

—Wow —logro decir.

—Sí —Christian no dice nada más y me hace un gesto para seguirlo.

Subimos un par de escalones y entramos por la puerta principal. Mis ojos se abren de par en par al ver lo enorme que es la casa. Nos encontramos en el gran salón el cual tiene unas palmeras en el centro del mismo y varios cuadros en las paredes. A su izquierda se ve la entrada a la sala de estar la cual parece ser el doble de grande que mi habitación. A la derecha se ve la entrada a lo que parece ser la cocina y sonrío, es tal y como mi mamá deseaba una.

Estoy por decir lo impresionada que me encuentro, cuando mi vista se enfoca en las escaleras a un costado de la pared frontal. Derek Harris viene bajando junto a una chica pelirroja en bikini, y vienen sonriendo. Él no se percata de mi presencia hasta que baja y me ve junto a su padre.

—Leah —sus ojos se abren de par en par. Mis ojos parecen querer derramar un mar entero, pero lo evito y mantengo mi postura.

—Derek —doy un asentimiento de cabeza. Él baja a toda prisa.

—No, no me dijiste que vendrías —me cruzo de brazos y respondo.

—No venía a verte a ti.

—¿Ah no?

—No, yo la traje porque la encontré vagando por la calle —Christian mira a su hijo y puedo ver como batallan en silencio.

Finalmente, la pelirroja hueca habla.

—Derek, ¿no iremos a nadar? —mis ojos viajan hacia ella y la fulminan. ¿Quién se cree?

—Creo que tu fiesta se acabó jovencita. Tengo invitados y no quiero semidesnudas por mi casa mientras están —la chica abre los ojos de par en par y Christian la mira furioso. Parece que no le agrada.

—¡Pero!

—Pero nada. Recoje tu ropa de dónde rayos la tengas y toma un taxi —la pelirroja sube las escaleras a regañadientes y Christian se gira hacia mí —. Llamaré a Magda para que te muestre la habitación de invitados, yo ire a mi despacho.

Y sin más me deja junto a su hijo.

—Leah yo... —lo freno de inmediato.

—No soy nada tuyo para que me des explicaciones, Derek.

En ese instante Magda aparece detrás de Derek y yo sonrío, es una mujer mayor de ojos color azules y cabello medio blanco, es un poco más alta que yo y su aura se ve puro.

—Señorita Duncan, pase por aquí —ella sonríe y yo camino hacia ella dejando a Derek de lado.

Subimos las escaleras no sin antes encontrarme con la pelirroja. Esta viene soltando maldiciones hasta llegar a mí.

—Escuchame bien, morenita.

—No, escuchame tú a mí —tomo su muñeca —. Ni se te ocurra amenazarme porque no vas a conseguirlo, ¿entendiste? No me veas como una amenaza porque lograrás convertirme en una.

Suelto su muñeca y camino en dirección a Magda quien intenta borrar una sonrisa. Llegamos a la habitación de huespedes y comienza a arreglar la cama. Decido ayudarla y ella niega con la cabeza.

—No tiene que hacerlo —sonrío y sigo ayudandole.

—Me encanta ayudar. Y por favor, túteame.

Seguimos arreglando la cama y lo demás hasta que rompe el silencio.

—Te defendiste bien de la señorita Evelinne —echo una risita.

—Bueno, mi madre me enseñó.

—¿Su madre era Vera Williams?

Mi vello se eriza pero intento controlarme.

—Sí, ella misma —ella sonríe.

—Me parece haberla visto una vez. Era una mujer hermosa, así como tú.

—Bueno, tengo más parecido a mi padre en físico.

—No hablaba por el físico Leah.

Se incorpora con cuidado y me da una pequeña reverencia. ¿Acaso tengo cara de la realeza?

—Buenas noches niña Leah

—Buenas noches Magda.

Y esa noche, tuve una de mis peores pesadillas en semanas.

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Aún sigo en recuperación, pero no puedo dejarles sin un capítulo. Espero lo hayan disfrutado ❤

Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now