Capítulo Cuarenta y Tres

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Leah

La semana pasa rápido y llega el día de la gala en la que Christian anunciará su retiro.

Traté de no sentirme afectada durante los preparativos del evento, pero la verdad el distraerme no ayudó mucho. Sentía la ausencia de Derek donde fuese que yo estuviera y eso solo complicaba más las cosas para mí y para Theo. Pasabamos discutiendo la mayor parte del tiempo por mi constante distracción y mis lágrimas, pero no podía evitarlo. La lejanía de Christian y la desapareción de su hijo estaban acabando conmigo lentamente.

—Deberías dejar de sentirte tan mal, cielo —Mónica arregla mi cabello, dejándolo suelto y con ondas abajo. El flequillo lo ha quitado, permitiendo que gran parte de mi rostro se viera.

Luego del accidente que tuvo ella con mi padre y de su lenta recuperación, no dudé en pedir perdón por mi actitud y mis malas acciones. Ella había jurado que solo quería ayudarme y protegerme, jamás pensó en robarle el lugar a mi madre y eso fue lo que yo había asumido de inmediato, por lo que la traté mal. Sin embargo, ahora trabajabamos en una mejor relación y ella estaba solucionando sus problemas con mi padre, así que eso me aliviaba en cierto modo. Además, mi padre finalmente aceptó que trabajaría para la empresa de Christian un tiempo más, por lo que eso ya no fue impedimento para arreglar las cosas. Todo parecía estar encajando en mi mundo, a excepción de él...

—Es como si hubiese participado en un asesinato, de una persona que yo quería —susurro—. No es fácil de llevar.

—Sé que existió algo fugaz entre Derek y tú, Leah —Monique me mira a través del espejo—, pero fue eso, fugaz. Theo es tu presente ahora y no puedes dejarlo ir por un pasado que solo te llevó a un campo minado.

Bajo la mirada, observando el movimiento que hacía con mis manos. Todo lo que Mónica decía era cierto y eso solo lograba que me doliera más.

—Nunca seré tu madre, Leah, pero quiero lo mejor para ti y ese joven es quien ha estado contigo en las peores circunstancias —Mónica termina con las ondas en mi cabello y me sonríe—. Ahora deberías ver lo hermosa que estás.

Subo la mirada y topo con mi reflejo en el espejo. Mi cabello se ve perfecto y mi cuerpo se ajusta perfectamente al vestido.

—Es increíble... —murmuro. El vestido es color negro, de escote en V y con cola larga al final. Realmente Louisa se había lucido al escoger algo tan precioso.

—Tu tía hizo un gran trabajo —Mónica me sonríe al mismo tiempo en el que mi padre se acerca al umbral de la puerta. Él me observa sin decir palabra alguna.

—¿Qué te parece? —volteo hacia él y las comisuras de su boca se curvan formando una sonrisa.

—Luces perfecta —él me abraza con cuidado—. Siempre lo estás.

—¡Papá! —suelto una risita, nerviosa por su mirada.

—Eres igual a tu madre, Leah.

Un nudo se forma en mi garganta al oír esas palabras. Siempre quise ser como mi madre en todo sentido. Desde su hermosa manera de tratar a las personas, hasta su forma de ser: fuerte, valiente, bondadosa, benévola; ella era única en su clase y eso me inspiraba a ser como ella.

—Gracias, papá —le doy un beso en la mejilla y él asiente.

—Vamos, tu novio espera.


Luego de miles de halagos por parte de mi novio, una feroz advertencia de mi padre a Theo y una sesión de besos apasionados, finalmente llegamos al campo donde se realiza el evento.

Todo estaba bien techado por una enorme lona blanca de seda y luces alrededor. Un pequeño escenario para la banda se levantaba en una parte de atrás, dando vista a todas las personas que se sentaran a cenar. Las mesas estaban bien decoradas por manteles blancos y arreglos florales, además del contraste que daba la vajilla de plata. Todo estaba bien preparado, lo que me hizo sentir orgullosa ya que yo había dirigido la mayor parte del montaje.

—Está hermoso —Theo susurra a mi oído para luego darme un beso en la sien.

—Gracias —beso sus labios cortamente—. Y gracias por soportarme estas últimas semanas. Sé que no ha sido fácil para ti...

—Te amo, Leah —mi corazón comienza a latir con fuerza, como si quisiera salir de mi pecho—, y creo que todo este lío te lo ha demostrado. Jamás quise tener a una mujer a mi lado, especialmente porque mi madre nunca fue alguien que realmente se preocupara por mí, pero tú has llegado a cambiar eso y no sabes cuanto te lo agradezco.

Antes de que pueda responder, Christian aparece frente a nosotros. Lleva un traje entero, de color negro que contrasta con la claridad de sus ojos. Estos me miran con cierta incertidumbre, como si quisiera saber que es lo que pasa por mi mente.

El deseo de que tu hijo regrese, Christian. Así tal vez podrías dejar de odiarme.

—Has hecho un gran trabajo, Leah —Harris me da un asentimiento de cabeza a la vez que levanta su copa en señal de saludo.

—Gracias, Christian. Significa mucho para mí que te sientas comodo —sonrío sin sentir emoción alguna.

—Yo te estoy agradecido por ello. Has laborado muy bien durante todo este tiempo —él le da una mirada rápida a Theo—. Creo que no nos han presentado correctamente.

—No, definitivamente no —Theo le tiende la mano a Christian—. Theo Zaretti —mi jefe estrecha la mano de mi novio.

—Christian Harris.

—Un placer, señor Harris.

Comenzamos a hablar de varias cosas en partícular y me sorprendo de lo bien que se lleva Theo con Christian. Hasta hace unas horas mi novio parecía odiar a mi jefe, y ahora se llevaban de maravilla. Les sonrío a ambos, escuchando atentamente sobre el tema del que están hablando, cuando de repente las personas sueltan varios jadeos seguidos de cabezas volteándose. Sigo con la mirada la dirección en la que todos están observando y me quedo helada...

Derek está en la entrada junto a su madre.

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¡NO PUEDE SER!

Derek ha regresado.

¿Será que llegue a cambiar algo en la relación de Leah y Theo?  Vamos a verlo en el próximo capítulo :o

Espero que les haya gustado este capítulo y me regalen su estrellita junto a su comentario de qué les parece hasta ahora todo el giro que ha tornado la historia.

Mucho amor y bendiciones :)



Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora