Capítulo Veinticinco

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Leah

Esto era ridículo.

Me encontraba frente a la casa de Christian Harris, de nuevo.

¿Cómo?

Necesitaba que le entregue un trabajo de urgencia.

Toco el timbre dudosa de estar aquí. No es de mi agrado. ¿Qué tal si su madre está ahí?

Y al parecer, así era.

—¿Qué haces aquí? —dice con aire indignado.

—Créame que no es de mi agrado venir, y mucho menos si usted está presente —Margaret me mira sorprendida. Si piensa que bajaré la cabeza, está muy equivocada.

—Eres una insolente al igual que tu madre.

—Cuide bien sus palabras, Margaret. Mi madre ya no podrá estar aquí, pero yo sí. Y si se atreve a hablar mal de ella, le juro que la haré lamentarse hasta el día de su muerte.

La mujer está por decir algo más cuando Christian aparece.

—Leah —me da una sonrisa y yo lo imito.

—Christian.

—Pasa, mamá estaba por irse —Margaret abre la boca sorprendida

—¿Pero qué te... —él no la deja terminar.

—Te vas —dice con voz queda.

—Siempre que hay una Williams presente, te conviertes en una bestia.

—Fuera.

Margaret sale dándome un empujón con su hombro. Yo río ante su inmadurez y entro.

—Espero que no haya sido una molestia que vinieras. Tengo mucho trabajo y lo empleo mejor en casa que desde la empresa.

—Descuida, no tenía mucho que hacer —sonrío. En realidad tuve que cancelarle a Theo.

—Bien, ¿comenzamos?

Pasamos varias horas en el despacho de Christian arreglando citas y ordenando papeles. Nunca pensé que esta empresa sería tan solicitada y prestigiosa.


—¿Quieres beber algo? —sonríe.

—No me molestaría.

—Vamos.

Bajamos las escaleras hasta la cocina. Me sorprende no ver al ama de llaves y a Derek.

—Nuestra ama de llaves está visitando a su familia, por lo que me tocará a mí hacer un bocadillo —me guiña y yo río. Es un gran hombre.

—¿Dónde está Derek? 

—Me parece que salió con una chica o algo así. No me dio muchos detalles —una punzada atraviesa mi estomago.

—¿Algo serio? —sonrío.

—No lo sé. Sale con varias chicas, espero que algún día siente cabeza —este es el momento.

—Quizá le hace falta el consejo de una madre —Christian se aclara la garganta.

—No me parece bueno hablar sobre ese tema.

—No quiero sonar entrometida, pero realmente creo que Mila no es una mala persona, Christian. Mi madre solo la vio como una mujer despechada.

—Intentó matar a tu madre, Leah —sus ojos se clavan en los míos, tanto que me hace estremecer.

—Creía que le iba a quitar su lugar. Mi madre nunca le tomó rencor, tú tampoco deberías hacerlo.

—Me parece que es mejor tomar esto y seguir con el trabajo.

Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now