Capítulo Veintidós

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Leah

Louisa lo mira con horror. Volteo y veo su expresión de sorpresa mezclada con el terror.

—¿Hermana? —Christian vuelve a repetir.

—Christian... —intento hablar.

—¿Eres la hermana de Vera? —su rostro se vuelve pálido y temo que le pueda dar algo.

Mi tía tarda un momento en reaccionar hasta que asiente con dolor—. Sí, yo soy la hermana de Vera.

Christian niega con la cabeza repetidas veces—. Pero, pero, ¿cómo?

—Eso a ti no te incumbe.

—¡Sí lo hace! —grita—. ¡Ella era mi novia!

—¡ERA! —Louisa estalla—. ¡La perdiste desde el momento en el que permitiste que tu madre le pusiera una mano encima!

—Papá, ¿qué está pasando? —Derek entra al local y me mira con expresión confundida. Articula un "¿qué sucede?" con sus labios y yo no sé que responder.

—Derek, lleva a Leah lejos de aquí.

Derek se acerca a mí cuando Mónica lo frena.

—De ninguna manera te acercarás a ella —Christian se enfurece.

—Ni se te ocurra tocar o hablarle así a mi hijo.

—Te conozco. Ni tu hijo ni tú son de confianza para la familia de Leah.

—¿Por qué no dejamos que Leah escoja si quiere quedarse o no? —Christian la mira retándola y yo me estremezco. Él enojado es completamente aterrador.

—¿Leah? —Mónica me mira con expresión preocupada.

Lo siento Mónica, pero esto me supera completamente.

—Iré con Derek.


Una vez que estoy fuera de la cafetería, Derek y yo nos encaminamos a la empresa. Vamos en completo silencio hasta que él decide romperlo.

—¿Ella es la novia de tu padre? —se rasca la nuca.

—Así es. Admito que no me agradaba la idea al principio, pero creo que no tenía opción más que dar mi aprobación.

Derek se encoje de hombros—. Merece una oportunidad.

—¿Así como tu madre? —enarco una ceja.

—Errr, creo que no. Ayer estuvo en mi casa —lo miro sorprendida. Mila debe tener muchas agallas.

—¿Y? —lo empujo a contarme.

—Papá la echó. No le agradó la idea de encontrarla en nuestra puerta.

—¿Entonces como te atreves tú a decirme que le dé una oportunidad a Mónica si tú no haces lo mismo? —me cruzo de brazos—. Se trata de tu madre. Si tu padre no la quiere no significa que tú debas tomar ese camino también.

—Leah, ella fue quien intentó matar a tu propia madre.

—Y la perdonó —aclaro—. Y si mi madre pudo, yo también.

Entro a la empresa y me dispongo a abordar el ascensor. No quiero pensar en nada más que mi trabajo en estos momentos.


Margaret

Corro a tomar el teléfono. Necesito que me diga todos los movimientos de la chica.

Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora