Capítulo Tres

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Leah

Le había dicho...

¡Derek Harris le dijo a su padre que yo quería trabajar para su empresa!

—¿Leah? —Christian me mira por unos segundos hasta que sus ojos se ensanchan.

Recuerda a mi madre.

—Leah —vuelve a decir.

—Buenas tardes señor Harris —digo en voz baja mientras le tiendo mi mano. ¡Jodido seas Derek!

—Buenas tardes —murmura observándome. Sé que me parezco a mamá y quizá eso lo sorprende. Hace años que no lo veo, no después del entierro de mi madre.

—Papá, te decía que Leah está buscando empleo, y como tú buscas personal creo que ella sería excelente para puesto en finanzas —sonríe orgulloso. ¿Por qué demonios sonríe orgulloso? ¿Qué no sabe que su familia odia el apellido Williams?

—¿Ah sí? —me mira expectante a una reacción—. ¿Y por qué no trabajas para la empresa de Maximilian? —siento como dice el nombre de mi padre con odio y deseo abofetearlo.

Antes de que pueda detener mis palabras, éstas han salido.

—Disculpe señor Harris pero creo que eso no es de su conveniencia —digo tajante. Los ojos de Christian se abren aún más mientras que Derek parece un fantasma.

Trágame tierra, por favor.

—Vaya —Harris me mira furioso pero se controla—. Tienes el mismo carácter de tu madre.

—Bueno, por lo menos heredé su carácter y no cobardía como la suya señor Harris —le dirijo una última mirada para acercarme a Derek—. Derek, siento mucho haberte hecho perder el tiempo, pero honestamente creo que no sirvo para trabajar aquí.

Dicho eso, salgo despavorida hacia el ascensor y cierro las puertas antes de que Derek me siga. Acabo de cavar mi propia tumba con los Harris.

—Genial —susurro mientras me apoyo en la pared del ascensor.

Salgo del mismo una vez que llego a la planta principal y corro a la salida, necesito salir de este lugar. Paro un taxi y justo cuando voy a subir lo escucho...

—¡LEAH! —Derek viene corriendo hacia mí. Por un segundo pienso en que debo quedarme y escucharlo, pero la voz que me advierte cuando algo es malo me dice que huya...

Creo que ya se sabe que decisión tomé.

—Al residencial del oeste por favor —digo y miro por la ventana de atrás. Derek me mira como si le hubiera dejado para siempre y por primera vez desde la muerte de mi madre, siento como si mi corazón se volviera a romper.

¿Qué me sucede?


Llego a casa y lo primero que noto al entrar es a la mujer morena sentada en mi sofá frente a mi padre.

¿Quién es ella?

La mujer parece notarme por lo que sonríe y mi padre voltea a verme.

—¡Leah! —mi padre de levanta y se dirige a abrazarme.

—Hola —digo confundida. ¿Es que acaso papá sale con ella? Mi padre parece notar mi confusión porque responde a mi pregunta no formulada.

—Ella es mi compañera de trabajo, Mónica. Mónica, ella es mi hija, Leah —mi padre sonríe orgulloso a la vez que lo hace la tal Mónica.

—Hola Leah —esta me da dos besos en las mejillas y me mira—. Tu padre me ha hablado mucho sobre ti.

—Espero que así sea —digo con una sonrisa más falsa que la de Christian al verme.

Sé que no debería juzgar a primeras instancias a una persona, pero ella no me agrada o mejor dicho, sus intenciones no lo hacen.

—Mónica se quedará a cenar, ¿no te molesta verdad? —mi padre me mira con ojos suplicantes y temo que ella pueda gustarle.

No, no, no...

—Claro que no —sonrío con el corazón destrozado. ¿Piensa olvidar a mi madre?

Mi padre sonríe y preparo mi mente para el impacto.

Ella le gusta.


Paso encerrada en mi habitación luego de mentirle a mi abuela sobre sentirme enferma. Honestamente no estaba muy lejos de estarlo, con Christian y la compañera de trabajo de mi padre, podía sentir todos los síntomas de todas las enfermedades.

—Veo que sigues recostada —la voz de mi abuela me hace abrir los ojos. Viene con una bandeja de comida y una bebida.

—No me he sentido bien —murmuro.

—¿No te sientes bien o simplemente no quieres ver a tu padre cerca de ella? —ella enarca una ceja y río ante su astucia.

—Ambas —río.

—Eso no es motivo para que no comas, ten —me pasa la bandeja y como un bocado. Odio rechazar la comida de mi abuela siendo tan deliciosa.

Termino mi cena mientras escucho a mi abuela quejarse del abuelo cuando escucho a mi padre subir las escaleras junto a Mónica.

¿Qué rayos hace?

Sin pensar mucho en mis acciones salgo de la habitación cuando la veo abrazando a mi padre.

—Papá —murmuro con el corazón destrozado. Él se aparta rápidamente.

—Leah —responde sorprendido.

Sin decir una palabra más, corro hacia mi habitación y cierro la puerta de golpe. ¿Es que piensa cambiar a mi madre?

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¡Nuevo capítulo!

Lo subí un día antes así que espero que lo disfruten y me ayuden con sus votos y comentarios.

¡Paz y amor!

Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now