Capítulo Once

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Lean la nota del final por favor.

Leah

Volteo y me encuentro con Christian Harris cruzado de brazos. Llevaba su traje azúl impecable y un saco largo color negro. Mira la mano de su hijo en mi cintura y eso me incomoda, rápidamente me alejo.

—¿Me parezco a ella? —lo miro confundida y él asiente.

—El coraje de tu madre. Tú lo tienes —señala el sitio por donde se fue Trent, y yo lo observo —. Ella me había tratado de la misma forma en que tú trataste a ese chico.

Lo miro con ojos entrecerrados y mi corazón se acelera recordando.

Camino por el pasillo despacio cuando escucho a mi madre hablar con Gabriela, ¡mi madrina!. Estoy por entrar cuando oigo sus sollozos.

—¡Casi golpea mi estomago, Gabriela!—solloza más fuerte —. Casi mata a Leah —¿Quién casi me mata?

—¿De verdad Christian quiso hacer eso? Honestamente no reconozco a mi hermano.

—¿Ya ves por que no puedo perdonarlo? Además, yo amo a Maximilian.

El ex novio de mamá intento matarme...

Abro mis ojos y la sala comienza a dar vueltas. ¡Alejate! Mi subconciente me grita que corra, pero me es imposible.

—¿Estás bien? Te ves palida —Derek intenta tomarme de la mano y yo la retiro.

—Tengo que irme.

Sin más, corro a la salida y dejo salir el aire que retenía.

¡Christian Harris había intentado matarme, a mí! ¿Cuántas cosas malas pudo haberle causado? Camino en dirección a mi casa cuando choco de frente con una chica.

—¡Diablos, lo siento! —ayudo a la morena levantarse y ella se disculpa.

—No te preocupes, ha sido mi culpa —sonríe y yo la imito.

La miro detenidamente. Su estatura es alta, piel morena, cabello negro ondulado hasta los hombros. No llevo cinco segundos de conocerla y me agrada.

—Soy Leah —ella asiente.

—Aylin —estrecha mi mano.

—Lamento haberte golpeado, no me fijé por donde caminaba —río —. Soy algo despistada.

—No te preocupes, yo también lo soy.

Y como si fueramos amigas de años, ella me dice las palabras que he deseado escuchar hace mucho.

—¿Estás bien? —la miro unos segundos y suspiro.

—No, no lo estoy.

Y como por arte de magia comienzo a soltarle todas mis angustias a Aylin, ella me mira atenta a todo lo que digo y yo no me percato del momento en que empiezo a llorar hasta que ella me pasa un pañuelo.

—Debe de ser muy duro pasar por todo eso —suspiro y asiento —. Tu padre con otra mujer, dos chicos, tu ex en medio y el pasado.

—No estoy lista para todo esto —me paso las manos por el rostro y miro la calle. ¿Cómo hay personas que ven todo tan sencillo?

No lo ven sencillo, lo hacen sencillo. No  se complican viendo a futuro o viendo el pasado, simplemente viven el presente.

Mi maldita conciencia tenía razón, yo estaba haciendo todo más difícil de lo que era, ¿pero como no hacerlo si mi madre pertenece a ese pasado que tanto me atrae?

—Tierra llamando a Leah —Aylin sacude una mano frente a mí y yo regreso a la realidad.

—Lo siento, no me he percatado de que hablabas. ¿Qué decías?

—Que debo irme, —ella ríe y me tiende un papel —. Pero que hay un papel ahí con mi número en caso de que quieras hablar.

Sonrío y la miro. Finalmente tengo una amiga.

—Lo tomaré en cuenta, gracias Aylin.

—No hay de qué Leah.

Sin más, se levanta y se marcha dejandome en la acera. Mi mente se centra en los autos que pasan y me pierdo.

Aún no entiendo como es que mi mamá se complicó tanto la vida con los Harris, y sobre todo no entiendo como su ex novio quiso matarme. ¿Qué había sucedido? Que yo supiera, él fue quien lastimó a mi madre dejando que toda su familia la humillara.

Sin darme cuenta he llegado caminando a casa y de noche. Probablemente mi padre debe estar preguntandose dónde estoy. Abro la puerta con la intención de disculparme, pero no veo a nadie. Camino despacio a la cocina y lo veo.

Está entre las piernas de Monica quien está sentada sobre la encimera, besandola. No sé en que momento he dado un grito ahogado, pero lo ha oído y me mira aterrado.

—Leah, —se separa de Monica —. Yo no sabía que ven, vendrías tarde.

—¿Tarde? —mis ojos se empañan por las lágrimas —. Son las nueve de la noche.

Ni si quiera yo me había percatado del maldito tiempo. ¿Tanto pasé sentada en esa maldita acera mientras él manoseaba a la mujer esa?

—Cierto, eh, yo... —no le permito decir nada más porque vuelvo a estallar.

—¡Eres un gilipollas! —lloro —. ¡No respetaste su maldita muerte!

—¡No me hables en ese tono Leah, ella merece respeto! —limpio mis lágrimas con brusquedad.

—¿Respeto? —entrecierro mis ojos —. ¡Estás con esta puñetera mujer! ¿Y me pides respeto? —tomo mi bolso del suelo —. ¡JODANSE LOS DOS!.

No dudo un segundo más y salgo con mi padre detrás de mí.

—¡Leah! —me grita pero yo sigo caminando —. ¡Leah regresa ahora mismo!

De pronto, dejo de escuchar su voz y sé que es Monica. Ella le ha detenido y yo no sé como sentirme respecto a eso.

Camino un par de minutos más hasta que un auto se detiene en la esquina donde estoy esperando a cruzar y baja la ventanilla. Es Christian.

—¿Qué haces aquí tan sola? —deseo responderle de una forma grosera pero lo evito.

—No tengo donde ir —digo sin más. Él me mira unos segundos antes de bajarse del auto y ponerme su saco.

—Ven conmigo.

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Chicas desgraciadamente no me siento bien animicamente. Desgraciadamente es algo difícil de explicar y me tomaré un pequeño tiempo. Por esa razón estoy publicando ahora. Espero puedan entenderlo.

¡Les invito a pasar por mis dos nuevas novelas!

Escape y A Prueba de Balas.

Agradezco sus votos y lecturas. Besos

Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now