Capítulo Cincuenta

1.8K 122 9
                                    

Derek

Sentía que me estaba ahogando...

El sostener su cuerpo inmóvil y sin pulso estaba ahogándome. Su cabeza estaba llena de sangre, su brazo tenía varios cortes y su labio se encontraba completamente partido.

—Leah, Leah... —susurro mientras la acuno entre mis brazos y me dejo caer al suelo.

No sentía su pulso y tampoco escuchaba su corazoncito latir, lo que me parecía completamente irreal y desgarrador. Ella tan llena de vida y sueños no respiraba, no sonreía, no me besaba, no hacía nada; estaba helada y su piel perdía cada vez más color, como si su alma estuviese saliendo de su cuerpo, dejándolo inerte.

—¡Alejese del cuerpo!

De pronto, varios paramédicos me levantan de golpe, alejándome por completo del cuerpo de mi amada, para levantarla y colocarla en una camilla. Intento soltarme, pero no me lo permiten y eso solo ayuda a aumentar mi desespero y mi dolor.

—¡SUELTENME! —grito, forcejeando con ellos—. ¡NECESITO ESTAR A SU LADO!

—¡Debe permitir a los paramédicos hacer su trabajo!

—¡Inyectenle algo para calmarlo!

Todo es borroso, no logro verla.

—¡No hay nada!

Necesito verla.

—¡Busquen!

Necesito decirle que la amo.

—¡LEAH!

No logro ver ni oír nada más.


Lo primero que mis ojos captan es el techo blanco que caracteriza muy bien a los hospitales, además del frío que logra estremecer mi cuerpo. Giro mi cabeza, tratando de enfocar algo más y a quien veo es a mi madre dormida y apoyada sobre el colchón de mi camilla; estiro la mano con cuidado y comienzo a acariciar su cabello, agradeciendo a Dios por tenerla cerca de mí. Ella parece notar el movimiento de mis dedos sobre su cabeza, por lo que dirige su mirada hacia mí.

—Derek... —lágrimas comienzan a brotar de sus ojos—. ¡Derek! —me envuelve en un abrazo efusivo, como si su vida dependiera de ello.

—Mamá —susurro—, estoy bien, en serio.

—¡Me he asustado tanto! —solloza—. ¡Primero tu padre y ahora tú!

—Yo no sufrí ningún accidente —susurro.

—No, pero el componente que usaron para dormirte fue tan fuerte que no despertaste —limpio sus lágrimas con mis pulgares—. Creí que quedarías en coma...

Mi madre muestra una vulnerabilidad tan profunda que un nudo comienza a formarse en mi garganta, logrando que mi amargura solo aumente un poco más. Si ella está sufriendo por mí, que estoy vivo; no puedo imaginar como debe estar sintiéndose Maximilian con su hija, con mi pequeña Leah.

Este tipo de situaciones son las que te hacen darte cuenta de que eres tú el que complica todo, dándole paso al desastre y al dolor en vez de luchar por eso que tanto quieres. Si yo hubiera luchado por Leah con más fervor y no hubiese permitido que se marchara, tal vez estaría conmigo y no peleando contra la muerte para ver la luz del día una vez más.

Oh princesa...

—Mamá... —ella pone un dedo sobre mis labios para callarme.

—Te llevaré con ella.

Mi madre abre la puerta y suelta mi brazo, permitiendo que entre a la habitación de Leah. Una vez adentro, me acerco con cuidado a su camilla, tratando de calmar los nervios que toman poder sobre mí. Me siento sobre una silla que está cerca de ella y decido tomar su mano.

Me dedico a admirarla por unos minutos, deseando poder cambiar esa imagen tan depresiva; su cabello tan desordenado sin ese precioso flequillo que la hace ver adorable, sus ojitos cerrados y ajenos a todo lo demás, su cuerpo completamente pálido e inerte lleno de intravenosas y otras cosas que la mantienen con vida...

—Si tan solo pudiera ser yo el que estuviera en tu lugar —beso sus nudillos—, porque realmente me está matando verte así, tan cerca y a la vez tan lejos de mí.

¿Cómo pudo sobrevivir mi padre a estar sin su madre? ¡Yo estoy sintiendo la pena y el dolor tan fervientes dentro de mí, que apenas puedo respirar!

—No tienes idea de lo mucho que te necesito, Leah —susurro—. Eres luz en mi vida; lo único que necesito y quiero para seguir adelante. No veo camino donde no estés, no logro hacerlo...

No me percato de la presencia de Maximilian hasta que escucho su voz.

—Es imposible imaginar una vida sin ella —el hombre se encuentra cruzado de brazos, tratando de mantener una postura relajada, pero sé que por dentro está muriendo por ser él en el lugar de Leah.

—Lamento haber irrumpido en la habitación de su hija, señor —me disculpo; probablemente soy la persona menos indicada para estar cerca de Leah.

—Descuida —asiente—, sé lo importante que es mi hija para ti, Derek.

—Más de lo que cree —confieso—. Me cuesta imaginar una vida sin ella.

—Sabes que iba con su novio cuando ocurrió el accidente —Maximilian termina por entrar en la habitación—. ¿Por qué sigues aquí cuando lo escogió a él?

—Porque en mi retorcida imaginación pensé que si iba tras ella podría considerar el quedarse a mi lado —suelto una risa llena de ironía—. Claro que no fue así.

—La última llamada en su celular fue tuya —Maximilian se posiciona frente a Leah y se dedica a observarla.

—No fue para hablar —respondo—, fue cuando esos bastardos estaban a punto de dispararles.

La imagen regresa a mí tan nítida, que logra darme escalofríos. ¿Qué clase de persona tan enferma y cínica piensa en dañar a un ángel como ella?

—¿Pudiste ver el rostro de alguno, Derek? —alzo la mirada y me encuentro con que Maximilian ya me está observando.

—No —contesto—, no pude ver a ninguno...

Porque si lo hiciera los mataría uno por uno.


—Va a estar bien... —mi padre me da un apretón en el hombro a la vez que me pongo las botas.

—Eso quiero creer, papá —suelto un suspiro—. Eso es lo que quiero creer.

—Iré a terminar de llenar los papeles para irnos a casa ¿De acuerdo?

Asiento y mi padre se marcha de mi habitación, dejándome completamente solo. Me levanto del sofá, dispuesto a ponerme la camisa, cuando un pequeño papel con los bordes quemados cae del lugar donde estaba sentado.

Lo recojo y comienzo a leer.

LO QUE PASÓ CON LEAH DUNCAN ES SOLO EL PRINCIPIO DE SU FIN.

No...

_______________________________________

¡Estoy de vuelta mis queridísimas personitas de internet!

Espero que este capítulo haya valido la pena. Sé que está un poco cortito, pero no podía  escribir más debido a problemas en mi trabajo.

Les quiero muchísimo y espero que la gracia y bendición de Dios caiga sobre ustedes. :)






Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora